65: Novios

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— ¿Qué cosa querés? — preguntó Lucas, completamente perdido, no sabía si ella había dicho otra cosa o si había habido un mal entendido.

Nayla se puso de pie con un poco de dificultad, aún tenía las botas nuevas puestas y la panza crecida le dificultaba la movilidad. Se acercó a Lucas y se lo dijo mirándolo a los ojos.

— Que sí quiero ser tu novia. — le aclaró.

Lucas tardó unos momentos en comprender qué estaba pasando.

— ¿Estás segura? — intentó confirmar, no quería ilusionarse.

— Muy segura. Lamenté muchísimo haberte rechazado ese día de las rosas. — confesó. — Entré en pánico. — admitió y se encogió de hombros.

Lucas le acarició el cabello, sedoso y oscuro; sabía que tenía que decir algo pero no estaba seguro.

— Te amo, Nay, y voy a hacer todo lo humanamente posible para que no te arrepientas de darme esta oportunidad de ser parte de tu vida... de sus vidas. — Y apoyó la mano en el vientre de Nayla.

Se colgó a su cuello para besarlo y los dijes de su brazalete tintinearon al entrechocar entre sí. Lucas la rodeó por la cadera, quería apretarla contra él, pero su vientre se interponía entre ambos, creando un cálido obstáculo.

Deslizó las manos hasta el rostro de Lucas y se apartó un poco para observar sus rasgos detenidamente. Sabía que había tomado la decisión correcta.

— ¿Sabes conducir? — le preguntó, aún abrazados y Lucas frunció el ceño, completamente extrañado por la pregunta.

— Técnicamente sí, pero hace siglos que no conduzco, mi licencia debe estar vencida. — respondió, sin saber por qué preguntaba y recordando repentinamente que alguna vez había sacado la licencia de conducir cuando aún vivía en su pequeña ciudad en el centro del país.

Nayla sonrió y le mostró las llaves del automóvil que su mamá le había regalado.

— ¿Me ayudas a practicar?

Le contó que su madre le había regalado un auto y bajaron al subsuelo a verlo. Dejó que Lucas condujera un poco y al verlo concentrado conduciendo confirmó que había hecho bien en aceptar ser su novia, Lucas era un hombre confiable, absolutamente responsable, atento y dulce, sabía que nunca iba a tener ningún planteo extraño que viniera de él.

— Sé que mi mamá te invitó a merendar con nosotras y te negaste. — mencionó mientras Lucas intentaba recordar cómo aparcar el auto de reversa. — Ahora que somos novios deberías venir.

Lucas soltó una risa sincera.

— ¿Aceptaste ser mi novia solamente para que saliera con ustedes a tomar el té?

— Quizás. — respondió fingiendo misterio. — tenés que venir, quiero que vengas.

— No me parece que sea adecuado, tu mamá planeó esa salida para ustedes dos y voy a quedar como el mal tercio. — y antes de que Nayla hiciera berrinche, agregó. — Si querés podemos salir a cenar con tu mamá y su novio.

A Nayla no se le había ocurrido esa opción, y le pareció una excelente propuesta.

— Ya le voy a escribir para contarle lo que se te ocurrió. — Nayla sacó el celular y escribió a toda velocidad a su madre, que en pocos segundos respondió felicitando la idea. — Elegí un lugar lindo que quiero estrenar mis botas nuevas. — le dijo y se sacó el cinturón de seguridad, el automóvil estaba aparcado en su lugar y con el motor apagado.

— La cumpleañera elige. — se excusó Lucas, pero Nayla negó con la cabeza.

— Quiero comer pastas, elegí un lindo lugar, que Miguel, el novio de mi mamá, es senador y no le gusta ir a cualquier lugar.

— ¿El novio de tu mamá es senador? — preguntó un poco sorprendido.

— Sí, es Miguel Gorrostea, de la oposición. — respondió Nayla con total seguridad.

— ¡Gorrostea! ¿El de las coimas? — Lucas estaba un poco escandalizado con la noticia, pero hablaba en voz baja como si alguien pudiera escucharlos.

Nayla asintió con la cabeza con el gesto que ponen las chicas cuando acaban de decir el chisme del siglo como si fuera algo completamente natural.

— Por eso, elegí un lugar de categoría. No te preocupes por el precio porque va a pagar él.

Lucas intentaba digerir la noticia, pero otra pregunta le pareció mucho más pertinente.

— ¿Dónde lo conoció tu mamá?

— En Tribunales. — respondió Nayla como si fuera obvio. — Mi mamá fue fiscal de la causa de las coimas.

Lucas no podía creer nada de lo que escuchaba, hasta lo que sabía, Bárbara era abogada, pero rápidamente entendió el origen del nivel de vida de sus vecinas y por qué jamás había visto al novio de Bárbara, ni siquiera en fotos. 


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Nota de la autora: Estoy bastante desanimada con todo, no encuentro nada parecido al placer en nada, apenas lo básico para sobrevivir y nada más. Quizás me demore en terminar en esta historia...


Nido de cigüeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora