71: Moralidad y ética

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Ya no podía volverse atrás. Tenía que decírselo.

— La noche que te llevé al hospital estaba con ella, acá. No es que fuéramos novios, pero salíamos y... bueno... la última vez que nos vimos, tomamos mucho y tuvimos sexo sin protección... y ahora está embarazada. — Lo soltó todo lo más rápido que pudo, y por algún motivo, después de decirlo sintió que no era tan grave como él había pensado.

— ¿Qué? — preguntó Nayla, no porque no hubiera entendido, sino porque no podía creer lo que había escuchado.

— Fue un accidente. — se disculpó Lucas. — Sin dudas no estaba en mis planes; ni siquiera me gustaba tanto esta mujer, fue...

— Lucas, ¿me estás diciendo que vas a tener un hijo con otra mujer? — Nayla estaba consternada y sobre todo muy asustada. — ¿Estuviste con ella recién?

Asintió con la cabeza.

— Recién me lo contó, está embarazada de casi cuatro semanas, lo confirmó hace dos días. — le confesó, apenado.

— ¿Te seguís hablando con ella?

— No, la tenía silenciada y archivada en el chat, me llamó hoy a la mañana de otro celular para contarme la noticia porque no podía comunicarse conmigo.

— ¿Sabe de mí? ¿Sabe que soy tu novia? — no podía disimular que se sentía desesperada, tenía muchas preguntas, pero sentía que se le atolondraban en la lengua.

— Hoy le dije que tenía novia... No la veía desde antes de tu cumpleaños.

Nayla parpadeó algunas veces y se le cayeron dos lágrimas del ojo derecho, instintivamente se llevó las manos al vientre. Sabía quién era, era aquella otra, la del brazalete de cuentas, la del rapidito, la que lo llamaba a cualquier hora.

— ¿Y qué vas a hacer? — preguntó, intentando que su voz saliera normal, pero no lo logró. — Después de todo está embarazada de tu hijo...

Ya no podía ocultar que lloraba, y a Lucas se le rompió el corazón, pero por otra parte no se atrevía a tocarla, se sentía indigno de ella, de su contacto.

— Yo te amo, Nay. — admitió con tristeza. — No quiero estar con ella, no me interesa...

— ¿Y la vas a dejar sola?

La pregunta fue certera, se sentía en un examen de moralidad y ética, y por algún motivo suponía que iba a fallar.

— No, sola no, voy a hacerme cargo del bebé, pero no quiero tener una relación con ella, solamente quiero estar con vos... ¿Vos querés estar conmigo a pesar de esto?

— No sé, Lucas, tengo que pensar. — admitió, quizás demasiado pronto. Se sentía demasiado dolida como para tomar una decisión en ese momento.

Se levantó del sillón para irse, pero Lucas la tomó de la mano y se la besó tiernamente.

— Te amo, Nay, quiero que estemos juntos toda la vida. — le dijo, pero ella no respondió nada y salió del apartamento de él para volver al suyo propio, al otro lado del corredor.

Tenía mucho que pensar y se sentía demasiado triste y sola. Le mandó un mensaje a su madre -que estaba con su novio- para pedirle que volviera a casa, que tenía que hablar con ella, necesitaba un consejo de mujer y en su vida no había otra mujer más que su madre.

Bárbara no dudó en volver a su apartamento con su hija, no sabía qué había sucedido pero suponía que había discutido con Lucas, aunque no se imaginaba el verdadero panorama, y cuando Nayla se lo contó se quedó petrificada, era realmente demasiado irreal para ser cierto.

— ¡Ni en una telenovela pasa algo así, hijita! — se lamentó Bárbara ante la taza de té floral turco que le había regalado un asesor de la fiscalía.

— ¿Qué voy a hacer? — se preguntó Nayla, llorando sobre su taza de té.

— No sé, hija, esa decisión es tuya, ¿estás segura de que te dijo la verdad en todo? — inquirió Bárbara, haciendo uso de su propia experiencia laboral para ayudar a su hija.

Muy a su pesar, Nayla le creía. Sabía que era sincero, un poco porque la esencia de Lucas era sincera, y otro poco porque si pensaba en retrospectiva todo lo que él le había dicho coincidía con las fechas en las que él había salido y vuelto borracho, los mensajes de texto de ella, la frecuencia de las llamadas y su posterior desaparición.

Jamás Lucas le había dado motivos para desconfiar de su fidelidad, y, pensándolo fríamente, tampoco hubiera podido exigirle fidelidad porque hasta su cumpleaños no habían sido nada.

Pero la situación variaba notablemente si a ese panorama le agregaba un bebé -otro bebé-, esta vez de él y no de ella. 


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Nota de la autora: Hoy conocí a una chica embarazada en su último año de escuela. ¡Qué mezcla de sensaciones las que tuve! Sólo hasta después de un buen rato caí en cuenta de que así podría ser mi Nayla. Creo que fui un poco dura con ella (con la chica real), quizás le haga un regalito para su bebé en estos días ¿lo aceptará o se pondrá como Nayla ante los regalos para su bebé?

¡Besitos!

Nido de cigüeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora