Lucas besó la piel tirante y caliente de sus pechos y luego tomó entre sus labios uno de los pezones mojados por la leche materna. Sabía dulce, casi como leche condensada, y al suave contacto, el líquido tibio comenzó a manar casi a chorros en la boca de Lucas.
La sensación de la boca de él succionando su pezón excitó terriblemente a Nayla. No sólo le proporcionaba alivio para la tirantez de sus pechos llenos, sino que le provocaba un placer retorcido e inesperado. Se acomodaron mejor en la cama, para que él pudiera lamer sus pezones y que ella llegara con su mano derecha hasta aquella verga dura como un ladrillo que vibraba al roce del aire por el estímulo de estar viviendo su fantasía.
Lucas no podía pedir más, sentía que iba a explotar por la excitación. Sentir la leche de las tetas de Nayla directamente en su boca era algo con lo que había fantaseado durante mucho tiempo, y ahora lo estaba cumpliendo, mientras ella lo masturbaba con habilidad de cortesana entre tanto le ofrecía el néctar de sus pechos con la espalda completamente tensa para que no existiera ningún obstáculo.
No podía durar mucho más sin eyacular siendo presa de las manos habilidosas de Nayla mientras lactaba de sus pechos deliciosos, y soltó el pezón de sus labios cuando sintió que la leche salía de él, con demasiada fuerza como para retenerla.
Buscó la entrepierna de Nayla y se sumergió en su humedad. Estaba excitada a tope, y del pecho derecho un rastro de leche materna le había llegado al vientre y se había escurrido lentamente hasta el colchón. Ella se dejó dar placer, porque lo necesitaba, y sus pechos aún rezumaban el líquido tibio que cosquilleaba en su piel, que recorría su cuerpo desnudo y caliente, y en pocos segundos se vino en la boca de Lucas: había mejorado su técnica desde la primera vez, y ahora podía hacer usufructo de las nuevas habilidades adquiridas de su flamante novio.
Lucas ascendió por su cuerpo lamiendo todo rastro de leche de su vientre y torso. Recorrió con la lengua sus areolas acrecentadas por el embarazo y succionó suavemente el pezón derecho, mientras Nayla retenía con sus manos la cabeza de Lucas ahí donde estaba, entregada completamente al placer.
Se besaron con frenesí, y Nayla sintió el sabor de su leche en la boca de su novio, estaba lista para ser penetrada, y sus manos buscaron el falo, que comenzaba a endurecerse entre las piernas de Lucas.
Buscó con la boca darle la suficiente dureza para penetrarla, y esa boca, tan experta, logró lo que se proponía, y en pocos minutos estuvo listo para adentrarse en su interior.
Era difícil buscar una posición lo suficientemente cómoda para ella, que si no era por el tamaño de su vientre era por la tirantez de sus pechos, y terminaron probando de costado.
La penetración era menos profunda, pero las manos de Lucas podían recorrer libremente desde las tetas de su novia hasta su vientre enorme e hinchado, o incluso retenerla de la cadera mientras la penetraba, y el hecho de sentir su culo presionando contra su pelvis era una sensación más que estimulante.
Tenía las manos pegajosas de tanta leche que brotaba de las tetas de Nayla, lo que dificultaba poder acariciarla con suavidad, pero ambos estaban resignados a estar viscosos, el amor valía la pena y la suciedad.
El bebé se removió en el vientre de Nayla y la sensación bajo las manos de Lucas fue tan extraña que su cerebro no supo cómo reaccionar, pero por suerte su pene tenía una única misión que cumplir, y la cumplió a rajatabla: se vino con fuerza en el interior resbaloso de Nayla, que presionaba la cadera contra él con insistencia.
Le besó el hombro -que tenía cerca de su boca- y Nayla se incorporó con torpeza y sujetó su abultado vientre con las manos.
— Estoy teniendo una contracción. — se quejó.
Lucas saltó de la cama, asustado, listo para salir corriendo al hospital.
— Vamos al médico. — ordenó, en pánico, mientras buscaba sus lentes que habían quedado en alguna parte de la habitación.
Nayla soltó una risita despreocupada.
— Es normal, bobo. — lo regañó con dulzura. — Pero es molesto.
Lucas encontró sus lentes y se sentó a su lado para apoyar la mano en la panza de ella, estaba tensa, pero lentamente se iba aflojando.
— ¿Estás segura que no querés ir al médico? — insistió, sin estar seguro si realmente era para preocuparse o no.
Nayla lo besó en los labios antes de responder.
— Estoy segura, ya pasó. ¿Nos duchamos? Estoy muy pegajosa
¿Cómo no iba a estar enamorado de ella?
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Nido de cigüeña
RomanceNayla está embarazada y no sabe quién es el padre... aunque tampoco le importa. Lucas no tiene suerte con las mujeres y eso lo hace sentirse desdichado. Un mal entendido los hace conocerse y hacer un pacto para matar la soledad de ambos 🚫LECTURA P...