Lucas no pudo decir nada ante las palabras de Nayla, no podía aseverar que no fuera su culpa realmente, porque algo de culpa había tenido...
— No lo sé, Nay... sin dudas no quería que eso pasara, pero pasó. — se sinceró.
Nayla hizo un gesto para autoinvitarse a pasar, y Lucas se corrió del marco de la puerta para que ella pudiera ingresar a su apartamento.
— Ya lo sé, sé que obviamente hiciste algo para que pasara... pero también sé que no me debías nada porque no éramos nada... — resumió, esperanzada y verborrágica, como si hubiera encontrado un vacío legal en todo aquello.
Se sentó a la mesa, pero inmediatamente volvió a levantarse y hurgó en las alacenas buscando algo para comer.
— ¿No cenaste? — preguntó Lucas, preocupado. Estaba dispuesto a cocinar para ella.
— Sí, comí, pero quiero algo salado ¿te comiste todas esas nueces saladas de la otra vez? — preguntó, buscando con la mirada y acomodando algunas cosas de la alacena de Lucas hasta que encontró lo que buscaba y abrió el paquete ahí mismo para comer una. — En fin... no puedo enojarme con vos porque sería completamente hipócrita de mi parte recriminar algo que es lo mismo que yo pasé— redondeó Nayla, con el paquete de nueces saladas en la mano y bastante resignada.
Lucas frunció el ceño, no estaba seguro a qué se refería, pero Nayla se lo aclaró.
— Es que yo también tengo un hijo que no es tuyo. — sintetizó, y se señaló la enorme barriga.
— Sí, bueno, pero... — Lucas no había pensado en eso, por algún motivo siempre olvidaba que ese bebé no era de él.
— Pero nada, solamente quiero que estemos juntos... a no ser que no quieras estar conmigo y quieras estar con la mamá de tu hijo... — Esa también era una posibilidad, y Nayla quería comprobar que Lucas realmente no quisiera estar con aquella otra mujer.
— No la quiero, no quiero estar con ella. Nay, yo te amo. — Salvó la distancia que los separaba y le acarició los hombros con suavidad.
Nayla dejó las nueces en el mesón y se dejó abrazar por Lucas, aunque su panza enorme se interponía seriamente entre ellos.
— Solamente tengo miedo de que quieras más a tu hijo que al mío. — se confesó entre sus brazos, intentando no llorar, aunque eso le estaba costando demasiado, y ya sentía el calor en los ojos.
— ¿Qué decís? — le preguntó buscando su rostro. — Él también es mi hijo. — reconoció y apoyó su mano en la cima de su vientre.
— O tu hija... — Lo corrigió, secándose las lágrimas, y Lucas supo que no podía seguir ocultándole más cosas a Nayla.
— Nay, tengo que confesarte otra cosa... — y antes de que ella pudiera siquiera preocuparse, se lo dijo. — La vez que estuviste internada le pregunté a la doctora cuál era el sexo del bebé... y me lo dijo. Perdón, fue un impulso, me mataba la curiosidad, estuve mal, ya sé... soy un idiota, pero ni siquiera sabía si iba a volverte a ver después de esos días en el hospital.
Nayla abrió la boca, un poco incrédula, y se rió, quizás aliviada, quizás divertida.
— ¿Y qué es? — preguntó, con deseos de amenizar la situación.
Lucas, sorprendido por su reacción -que sin duda esperaba que fuera mucho peor-, le pidió que esperara un momento, y buscó su billetera para mostrarle la hoja de recetario que tenía guardada ahí, en donde la doctora había revelado el sexo del bebé por escrito.
Le entregó la hoja doblada por el medio, tal y como se la había dado la doctora aquella vez.
— La doctora lo escribió acá. — dijo mostrándole el papel, y se lo ofreció.
Nayla lo tomó, aún doblado, y miró a Lucas, que parecía un niño que acababa de ser regañado.
Pensó un momento antes de abrir el papel, ¿realmente quería saber?. Abrió el papel y leyó la letra clara que revelaba el sexo del bebé.
— Es un varón. — Leyó en voz alta, y miró a Lucas, que asentía con la cabeza, ligeramente orgulloso.
Volvió la vista al papel, digiriendo la noticia. ¿Y ahora?
— ¿Te desilusiona? ¿Querías una nena? — preguntó Lucas, como si le hubiera hecho un mal regalo que se podía cambiar en la tienda solamente mostrando el recibo.
Nayla tomó aire y alzó los hombros, no estaba segura de qué sentía con la noticia.
— Creo que quería una nena... — Resumió, poniendo en órden sus pensamientos. — Pero no importa, podemos tener una hija más adelante, ¿no?
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Nido de cigüeña
RomantikNayla está embarazada y no sabe quién es el padre... aunque tampoco le importa. Lucas no tiene suerte con las mujeres y eso lo hace sentirse desdichado. Un mal entendido los hace conocerse y hacer un pacto para matar la soledad de ambos 🚫LECTURA P...