Esa noche volvieron a dormir juntos, abrazados como todas las noches anteriores. Las palabras de Nayla aún resonaban en la cabeza de Lucas: "Podemos tener una hija más adelante". Esas palabras eran una promesa, la promesa de estabilidad, de una familia grande con ella, de que Nayla confiaba en él aún a pesar del embarazo de Jimena.
Podían tener cien niñas si ella se lo pedía, no le importaba.
Pensó, por un momento, que si Jimena estaba embarazada de una niña eso podría traer celos en Nayla, pero rápidamente descartó la idea, Nayla era psicológicamente muy fuerte, algo como eso no haría mella en su psiquis.
Luego cayó en cuenta de que en un año exacto tendría dos bebés, ahí, con él. Sintió un ligero pánico al notar que esos bebés necesitarían espacio suficiente, y supo que tenía que buscar una casa lo suficientemente grande para los dos bebés que estaban en camino y la nena que Nayla quería tener.
Esa noche no pudo dormir, se levantó de la cama sigilosamente para sentarse a la laptop a ver posibles viviendas, necesitaba comenzar con un estimativo de precios y hacer cuentas.
— ¿Dormiste algo? —le preguntó Nayla por la mañana, no recordaba haberlo sentido a su lado durante la noche.
— No podía dormir, estuve trabajando un poco... — reconoció. — ¿Cuántas habitaciones crees que necesitaríamos? ¿Tres o cuatro? — le preguntó inmediatamente.
Nayla, sorprendida, le pidió que le repitiera la pregunta, creyó que había escuchado mal, pero al cerciorarse de que Lucas le preguntaba por la cantidad de habitaciones, se acercó a la laptop a mirar la pantalla y sus ojos se encontraron con la página de una inmobiliaria.
— ¿Estás mirando casas? — preguntó, incrédula, y deslizó el dedo por el touchpad para ver las opciones que miraba.
— Necesitamos un lugar más grande, quizás no ahora, pero en un año vamos a necesitarlo.
Nayla jamás había pensado en eso, creía que iba a vivir eternamente cambiando de apartamento entre el de su madre y el de Lucas. Observó con atención las opciones, acodada a la mesa, pensando seriamente en las palabras de Lucas.
— ¿No te parece que acá ya tenemos suficiente espacio? — consultó, un poco intimidada por la idea de mudanza.
— Por ahora sí, pero dentro de poco vamos a ser cuatro, y si querés tener una nena, suponiendo que pase en el primer intento, vamos a ser cinco...
Nayla se río de lo que Lucas decía, le gustaba recordar que Lucas era un tonto en momentos como ese.
— ¡Falta mucho para eso! — Soltó, riendo, y se levantó de la silla para servirse el desayuno. — Paso a paso.
Lucas no creyó que realmente "faltara mucho para eso", pero no iba a discutir, prefirió seguirle el juego y seguir viendo casas en momentos a solas, necesitaba estar preparado para cualquier contingencia, y una mudanza era una contingencia muy grande.
Cumplió su horario laboral mientras Nayla iba y venía del apartamento de su madre, y por la tarde fue a visitar a Jimena, no quería quedar como un mal padre, o un padre ausente, desde el inicio del embarazo, ya cargaba con el suficiente peso de haber ignorado a Jimena durante tanto tiempo.
Pasó por una tienda de ropa para bebés -aquella en la que había comprado la ropa para el bebé de Nayla- y compró un conjunto de recién nacido completamente blanco. Esta vez se sentía seguro con la compra, ya sabía lo básico sobre indumentaria de bebé y se sentía confiado con sus conocimientos.
Jimena lo recibió con mala cara, pero no por él, sino porque se sentía realmente mal. Estaba pálida, ojerosa, y ligeramente inclinada hacia delante.
Lucas se impresionó por verla así, no creía que el embarazo pudiera afectar de maneras tan distintas a las personas, por un lado Nayla se veía radiante y plena, y por otro lado, Jimena parecía puntualmente enferma.
— ¿Te sentís bien? — le preguntó inmediatamente le abrió la puerta.
Jimena negó con la cabeza.
— No paro de vomitar. — reconoció.
Estaba delgada, eso era cierto, quizás ni siquiera estaba comiendo lo suficiente.
— Vayamos al médico. — insistió él, pero Jimena negó con la cabeza y caminó lentamente hasta el pequeño sillón que tenía en la sala.
— Es normal. — subió las piernas al sillón y se abrazó las rodillas mientras fruncía el entrecejo en un gesto que no ocultaba el dolor.
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Nido de cigüeña
Roman d'amourNayla está embarazada y no sabe quién es el padre... aunque tampoco le importa. Lucas no tiene suerte con las mujeres y eso lo hace sentirse desdichado. Un mal entendido los hace conocerse y hacer un pacto para matar la soledad de ambos 🚫LECTURA P...