53: Oportunidad

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Se acostó tarde en el sillón, pero satisfecho por haber terminado con la meta del proyecto. Durmió profundamente durante un tiempo que le pareció breve, porque mientras dormía apaciblemente el teléfono lo despertó con una llamada.

No tenía idea qué hora era, pero ya era de día y al ver el número en la pantalla se aclaró la garganta antes de responder.

Nayla también oyó la llamada entrante, y se levantó de la cama, iban a ser las nueve de la mañana y una ligera puntada en el costado izquierdo del vientre la hizo apretar los dientes. Había dormido mal y se sentía especialmente pesada, y oír el teléfono de Lucas sonar otra vez le trajo un mal sabor a la boca.

Caminó hasta la sala y vio a Lucas inclinado contra su laptop, respondiendo maquinalmente, sin dudas esta vez sí era por trabajo y pudo respirar tranquila.

— Sí, claro. — dijo, y alzó la vista para verla a Nayla, que aparecía en su campo visual. — En media hora o cuarenta minutos estoy ahí. — Siguió, muy serio, pero sin dejar de mirar a Nayla.

Acotó algo más y cortó.

— ¿Pasó algo? — Preguntó ella, con la mano sobre el vientre, pero sin mencionar que había tenido un ligero dolor.

— Tengo que ir a la oficina a una reunión importante... ¿podes quedarte sola dos horas? — Preguntó, algo preocupado, mientras cerraba la pantalla de su laptop.

Nayla asintió, convencida.

— Sí, no te preocupes por mí.

— Voy a mi casa a bañarme y cambiarme. — Avisó, y salió con las llaves de su apartamento en la mano.

Lucas había dejado la laptop sobre la mesa, eso quería decir que iba a volver a buscarla. Convencida de eso, puso el agua a calentarse, estaba segura de que había un vaso térmico en la cocina, ¿pero dónde? No tuvo que buscar mucho, estaba en la alacena al alcance de su mano, era el vaso que su madre llevaba a la fiscalía cuando le tocaba ir temprano a la mañana.

Preparó café en el vaso y se aseguró de cerrarlo bien. Lo dejó al lado de la laptop y buscó cereales para ella. Iba a aprovechar la soledad para comer su desayuno favorito: un cuenco gigante de cereales con leche. Lo estaba llevando a la mesa cuando Lucas entró otra vez, se había bañado y cambiado la ropa, tenía el pelo, y también la barba de unos cuantos días, húmedos.

— ¿Estoy muy desprolijo? — Preguntó, tocándose con la mano abierta la barba, que había crecido de una manera salvaje.

— Estás bien. — respondió Nayla, conteniéndose de decirle que le quedaba increíblemente sexy ese look de leñador canadiense.

Traía una mochila en la mano, puso la laptop y los cables ahí dentro, y no perdió la oportunidad de retarla por comer tanta azúcar.

— No me retes, que te hice café para que lleves. — Nayla señaló el vaso térmico y Lucas dirigió la mirada ahí. — Solamente no pierdas el vaso.

— Gracias. — No iba a negar que estaba ligeramente conmovido por esa acción. Tomó el vaso, se puso la mochila y se acercó a ella para besarle la cabeza en un acto puramente instintivo y para nada premeditado. — Vuelvo en un rato, portate bien, no hagas fuerza y no comas más porquerías. — Le advirtió, tomó uno de los juegos de llaves que estaban sobre la mesa y salió.

Después de terminar los cereales sintió que quizás había comido demasiado y que una breve siesta la ayudaría a digerir el desayuno. Estaba a punto de dirigirse a su habitación cuando vio en la mesa el juego de llaves que había quedado. La adrenalina -o quizás el exceso de azúcar- le invadió el cuerpo y de un manotazo tomó las llaves para mirarlas mejor. Lucas se había llevado las del apartamento de ella y había dejado las de él.

Era su oportunidad.

Salió del apartamento luego de asegurarse que la puerta no se cerrara del todo y caminó hasta el final del corredor. Hizo girar la llave y antes de abrir la puerta se preguntó si Lucas tendría cámaras de seguridad dentro, o alguna alarma. Pensó una coartada rápida por si eso sucedía y sólo se ocurrió decir que iba a buscar café.

Entró al apartamento de Lucas y supo que había pasado mucho tiempo desde que había estado ahí por última vez porque sintió una extraña nostalgia en el pecho, pero no podía darse el lujo de ser blanda.

Pensó un momento antes de avanzar: ¿Dónde podría encontrar una pista de un posible romance? 

Nido de cigüeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora