69: Un error

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— ¿Te acordas de la noche del happy hour en el baño del bar? — respondió ella, inmediatamente.

Había olvidado ese momento hasta recién. Pero ahora lo recordaba, muy a su pesar lo recordaba.

— Sí... — escribió, sin estar seguro de a donde quería llegar Jimena.

— No nos cuidamos. — contestó ella, muy rápidamente.

A buen entendedor, pocas palabras, decía el dicho, y Lucas había entendido perfectamente... aunque se negaba a aceptar lo que Jimena le quería decir, sin dudas no podía ser cierto.

La primera reacción fue negarlo interiormente. No podía ser. Sin dudas no podía ser. Debía haber algún error, alguna falla de cálculo, algún motivo extraordinario por el cual Jimena pensaba eso cuando en realidad no era así. Pero no tuvo el valor para decir nada, ni siquiera para negarlo por escrito.

— A las seis estoy en tu casa. — le respondió, y cerró el chat sin esperar la respuesta de parte de ella, que de todos modos estaría silenciada.

Se quedó mirando la pantalla de la laptop sin ver nada realmente. Su corazón latía con fuerza y una sensación horrible subía por su estómago, ¿era miedo? no estaba seguro.

Intentó convencerse de que aquello era un error. No iba a alarmarse por algo que probablemente era sólo una suposición, pero a pesar de que quiso volver a concentrarse en el trabajo, no pudo, su mente volvía una y otra vez a lo que Jimena le había dicho.

— ¿Vamos a tomar una merienda rica cuando termines de trabajar? — preguntó Nayla cuando apareció por la puerta, restregándose los ojos, con el rostro hinchado y la voz grave por las horas de sueño.

Su vientre estaba enorme, casi no había ropa que le quedara, de hecho estaba usando una camiseta de él que usaba para dormir cómoda.

Se acercó a besarlo y se sentó en su regazo, esperando una respuesta afirmativa -como siempre- a su pedido.

— No puedo, Nay. — se disculpó Lucas, y la negativa impactó en ella sembrando extrañamiento. — Tengo que ayudar a un compañero de proyecto a instalar un programa. — mintió, fingiendo resignación.

— Podemos ir después... — intentó ella.

Lucas negó con la cabeza.

— No sé cuánto demore, mejor vamos mañana ¿sí?

Nayla aceptó lo que proponía, aunque sin evitar hacer morritos para demostrar que estaba decepcionada.

Conocía a Lucas lo suficiente para notar que estaba preocupado, y no quiso molestarlo con tonterías. Le dio un beso sobre los labios y lo dejó solo mientras buscaba algo para comer.

A las cinco se cansó de esperar, apagó la laptop, se despidió de su novia y salió del apartamento con la ansiedad carcomiendo su pecho. Pasó por una farmacia y compró, con efectivo, un test de embarazo, el más caro, el que aseguraba el 99,9% de eficacia con el resultado y se encaminó a la casa de Jimena.

Llegó mucho antes de las seis, pero ella ya estaba ahí, esperándolo. Tenía ojeras y una mirada triste que no le dejó a Lucas otra opción más que saber que ella no mentía, y se sintió un idiota por haber desconfiado.

Suspiró profundamente antes de sentarse a la mesa, no tenía idea de qué se decía en esos casos, pero para romper el hielo le preguntó cómo estaba.

Error.

— ¡Embarazada! ¡Y muy preocupada! — dijo, y se puso a llorar mientras se apretaba con la mano izquierda el hombro derecho.

— ¿Estás segura de que no es un simple retraso en tu periodo? — preguntó, aunque en cuanto lo dijo supo que era una pregunta incorrecta.

Jimena lo miró con odio.

— Me hice dos pruebas de embarazo. — espetó, con algo de rabia. — ¿Ahora me vas a preguntar si estoy segura de que es tuyo?

Si bien esa duda recorría la mente de Lucas, sabía que no era buena idea dudar de ella, de todos modos ahora existían las pruebas de adn, y sólo era cuestión de esperar a que el bebé naciera para hacerla.

— No, solamente quiero saber qué pensas hacer... hay opciones. — tanteó, intentando no quedar como un cínico.

Jimena se limpió los mocos con un papel de cocina y negó con la cabeza mientras alzaba los hombros.

— No quiero estar embarazada... pero tampoco quiero abortar. — se sinceró, lloraba compungida.

Lucas tomó aire y ordenó sus pensamientos, no podía juzgarla, no después de conocer a Nayla.

— Estoy en pareja con alguien y... — no pudo terminar la frase, la mirada asesina de Jimena lo interrumpió.

— ¿Y a mí qué me importa? Tengo un hijo tuyo adentro. — soltó, irritada, y esas palabras se asestaron como flechas en el cuerpo de Lucas.


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Nota de la autora: Anoche salí con amigas y bebí Gin tonic en honor a este capítulo.

Nido de cigüeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora