38: Alta

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No se despegó de al lado de Nayla en ningún momento, incluso aunque no había dormido nada se prohibió a sí mismo cerrar los ojos y lo más lejos que había llegado era a la máquina de café que estaba al otro lado del corredor.

Las enfermeras ayudaban a Nayla a ir al baño e higienizarse, y Lucas aprovechaba esos momentos para estirar las piernas e ir por café, lo más rápido posible para estar presente cuando las enfermeras salieran de la habitación.

Había avisado en el trabajo que se ausentaría dos días, pero que llegaría a término con los objetivos del proyecto en tiempo y forma, incluso sabiendo que eso le costaría horas de sueño. Le preocupaba el hecho de la post-internación, no lo había hablado con Nayla, pero había una premisa implícita de que él cuidaría de ella, y no es que le molestara, en lo absoluto, pero no estaba seguro si ella estaría de acuerdo, si ella aceptaría que él la cuidara.

Pensaba en buscar una enfermera que se pudiera quedar tiempo completo con ella, no le interesaba cuánto costaría, lo pagaría con gusto, incluso ya cotejaba ese gasto como algo tangible y sumamente real, un hecho.

Le dieron el alta al día siguiente, poco después del mediodía. Llevaba una lista de recomendaciones y señales de alarma a las cuales debía atender de inmediato.

Un enfermero los acompañó hasta la entrada del hospital empujando la silla de ruedas en la que iba sentada Nayla. Lucas pidió un taxi y con mucho cuidado subieron a Nayla en el vehículo, como si fuera una muñeca de cristal que no debía romperse.

En el camino de vuelta Lucas respondió unos mails laborales desde el celular, le dolía la cabeza por falta de sueño y también por la tensión vivida en los últimos dos días y por todo aquello que debería hacer en cuanto llegara a su casa.

Nayla lo observó apretarse el entrecejo mientras pensaba cómo responder a ese email, y se sintió culpable de ser una carga para él, especialmente después de haberlo rechazado de esa manera tan brutal.

Se preguntó cómo haría para sobrevivir sola si no podía levantarse de la cama para nada y cayó en cuenta de cuán vulnerable era.

Al llegar al apartamento Lucas la ayudó a bajar con cuidado y la paseó con la silla de ruedas todo el camino hasta el ascensor.

Nayla sólo tenía las llaves de su casa, era lo único con lo que había salido de su apartamento la noche fatídica y a Lucas le pareció gracioso que ella tuviera justamente lo que a él le faltaban: las llaves. Pero Nayla no sabía de eso, y se sentía tan compungida por toda la situación que prefería no hablar para no molestar más.

Lucas se dejó guiar por Nayla hasta su habitación, jamás había estado ahí, y era la típica habitación de una adolescente madura, pero sin dudas de una adolescente en fin. Tenía una cama grande y un cobertor rosado con estrellas blancas bordadas, y muchos almohadones simpáticos, como uno que parecía un conejo con las orejas caídas.

— Gracias. — Le dijo ella, cuando él la ayudó a acostarse.

— ¿Tenés hambre? — Le preguntó él, pero Nayla negó con la cabeza. — Tenemos que hablar. — agregó con pesar, y se sacó los lentes para restregarse un poco los ojos. Estaba sentado sobre la cama de Nayla, lucía cansado, muy cansado.

Nayla se preparó para lo peor.

— ¿Cuándo vuelve tu mamá? — Preguntó seriamente.

— En dos semanas. — Respondió ella, maquinalmente, tensa.

— Conseguí una enfermera para que te pueda cuidar, pero podría venir recién en dos días porque está con otro trabajo ahora... — Hizo una pausa larga, o que por lo menos a Nayla le pareció larguísima. — Entonces, si no estás en desacuerdo, voy a cuidarte estos dos días hasta que la enfermera pueda venir. No quiero que creas que quiero meterme en tu vida, nada de eso, solamente quiero que estés bien, vos y el bebé.

Nayla parpadeó varias veces y asintió con la cabeza.

— Gracias. — Repitió, pero Lucas parecía no escuchar sus agradecimientos.

— Tengo que hacer unas compras ¿podes quedarte sola quince minutos? — Preguntó, mirando la hora en su teléfono celular.

Nayla asintió con la cabeza, después de todo ¿a dónde podría ir sin ayuda?... sin su ayuda.

Nido de cigüeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora