36. Situación Incomoda

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Esas personas se presentaron, Rosita, Eugene el del peinado raro y el sargento Abraham Ford, si así se presentó el pelirrojo.

El sargento nos dijo que tenían la misión de salvar el mundo, que Eugene es un gran científico que sabe lo que ocasionó esto y sabe la cura.

Una tremenda idiotez porque recuerdo que Jenner nos dijo claramente que nadie sabía cómo acabar con esto.

En fin, el sargento zanahorias dijo que quería que lo acompañaramos, que los ayudemos a llegar a Washington.

Tara, si así se llama la mujer, y yo decidimos que era mejor acompañarlos porque Glenn sigue inconsciente y yo me sigo sintiendo un poco mal y la medicina me da mucho sueño.

Este convoy militar ni siquiera lo detienen para poder comer, así que la cena fue en el camino.

No pude soportar más el sueño así que terminé durmiendome, confiandole a Tara nuestras vidas y que esos tres no llegarán a matarnos.

Glenn: Ellie, despierta —gruñó molesta —. Vamos, Ellie.

Ellie: ¿Qué sucede? —abro un poco los ojos.

Pero los abro por completo al verlo totalmente despierto, me siento rápido y lo abrazó, sonrei.

Ellie: Al fin estás despierto —digo alegre, me apartó de él —. ¿Te sientes bien? ¿Te duele algo?

Glenn: Estoy bien, tranquila —mira a Tara —. ¿Dónde estamos?

Tara: No lo sabemos. Peleabamos contra unos mordedores, cuando te desmayaste luego de dejar la prisión —le explica —. No sabíamos que hacer, así que el camión me pareció más seguro.

Ellie: No teníamos otra opción —Glenn asiente.

Se levanta, me mantengo sentada viendo a todos lados y solos hay árboles y árboles.

Glenn: ¿Pasamos un autobus? —le pregunta a Tara —. En la ruta, ¿pasamos un autobus?

Tara: Si —volteo a verla —. Todos están muertos.

Mantengo mi mirada seria, ellos no pudieron estar ahí, seguramente fueron otras personas de la prisión.

Glenn: ¿Hace cuento lo pasamos?

Tara: Tres horas.

Me levanto y miro por la ventanilla a los tres que van en frente.

Glenn: Oye, oye —golpea la ventanilla —. Deten el camión.

Abraham sin voltear a vernos levanta el dedo del medio. Glenn y yo empezamos a golpear la ventanilla con mucha fuerza.

Tara: ¡Oye, idiota! ¡Deten el camión!

Ellie: ¡Deten el camión! —grito molesta —. ¡Deten el maldito camión!

Glenn toma una de las armas y con el mango golpea la ventanilla con mucha fuerza.

Glenn: Deten el camión —vuelve a golpear la ventanilla —. Deten el camión.

Sigue con los golpes hasta que logra agrietar la ventanilla, por fin detiene el maldito camión.

Caminamos a la puerta para abrirla, Glenn baja primero para ayudarme a bajar, tomamos las mochilas.

Glenn: ¿No te pesa? —negué —. ¿Segura?

Ellie: Si, si, si —pellizca mi mejilla.

Comenzamos a caminar para regresar.

Abraham: ¿A dónde diablos van? —lo ignoramos —. ¿A dónde diablos van?

𝗦𝗼𝗺𝗼𝘀 𝘀𝗼𝗯𝗿𝗲𝘃𝗶𝘃𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲𝘀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora