Uno, dos y tres.
Vuelvo a abrir los ojos.
No puedo evitar sentirme algo mareada al intentar mantener la mirada firme en el exterior.
La noche cae igual de fría que antes, así es como lo recordaba.
Tener que vivir durante tres meses en un ambiente lleno de humedad y secreciones estaba por matarme.
Volver al frío de Inglaterra es igual que sentir una caricia en el alma.
Extrañaba la helada.
Mi piel se eriza cuando la puerta del gabinete en el que estoy se abre, no dudo en girar la cabeza de forma rápida apretando el agarre de mi varita debajo de la capa.
No quiero estar asustada pero no puedo evitarlo.
No después de lo que sucedió en Argentina.
Centro mi vista en la persona que acaba de entrar, está igual de estático que yo.
El movimiento del tren logra darle una sacudida provocando que la puerta se cierre a sus espaldas, no dudo en pegarme aún más a la ventana en un intento por seguir manteniendo la distancia entre nosotros.
–Lo lamento, creí que estaba vacío –Guardo silencio, sus mejillas se sonrojan de forma inmediata, no puedo evitar sentirme extrañada ante su gesto –¿Eres nueva?
En el fondo tenía la ilusión de encontrarme con alguien conocido, este tiempo los he extrañado más que nunca.
Enorme es la decepción que me llevo cuando me doy cuenta de que no se trata de ninguno de mis amigos.
Vuelvo a la realidad sin abandonar el agarre de mi varita.
¿Qué tanto puedo hablar con él? No tengo ni idea de quién se trata.
Me mantengo en mi lugar sin despegar mi vista de él, sus mejillas siguen rosadas mientras que sus ojos contienen algo de café dando destellos de color miel, su piel es blanca como la porcelana y su cabello es del mismo color que el mío.
Parece inofensivo, se ve claramente que tiene mi edad.
Un hecho que no puedo ignorar por mucho que quiera es que es lindo.
Es un chico lindo.
Solo por eso es que decido responderle.
–Creo que el nuevo eres tú -Su rostro muestra una confusión satisfactoria, abre la boca para responder pero me adelanto –No dejas de mirar el vagón como si fuese la cosa más asombrosa del planeta.
Una sonrisa llena de vergüenza se apodera de su rostro.
–¿Acaso eres adivina?
-Podría decirse -Bromeó ganándome una sonrisa encantadora de su parte -Este es mi sexto año subiendo al tren, es por eso que reconozco a los nuevos.
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Siguiendo Tus Latidos
FanfictionAhora que las mentiras fueron descubiertas, el peligro aumenta. Los últimos tres meses de su vida le han dicho la misma frase; "El conocimiento es poder" Estaba harta de escucharla. Tan cansada y abatida que lo único que se le ocurrió fue escapar de...