Capítulo 34

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Aún recuerdo el rostro de Ronald cuando la vida se le escapaba de las manos.

Aún tengo presente cada uno de sus gestos.

Sus labios estaban fruncidos al igual que sus cejas.

Y sus ojos... Joder, estaban perdidos entre el manto de los vivos y los muertos.

Ni siquiera se enteró, solo vió una radiante luz color verde y luego sus pensamientos se silenciaron.

Al menos eso me gusta pensar.

No sufrió, se fue en paz.

Esa muerte me gusta imaginar para Harry, pero no estoy segura de que haya sido así.

Porque, mucho que me lo hayan pintado como un deceso indoloro, el simple hecho de desangrarte sugiere algún tipo de sufrimiento.

Quizás no el físico, pero estoy segura de que su mente salió disparada aferrándose a la idea de que su herida era una bomba de tiempo.

Harry Potter podía ser muchas cosas, pero algo que lo caracterizaba era su valentía.

Estoy segura de que luchó cada minuto tratando de mantenerse positivo, tal vez pensó que llegarían a encontrarlo antes de que sus órganos dejarán de funcionar.

Es una lastima que no haya sido así.

Y sé que no soy quién para decirlo ya que si hubiera llegado a nuestra cita iba a ser yo quién terminaría con su vida.

Su destino estaba sellado, él debía morir el 22 de diciembre de 1996.

Mattheo se remueve sobre de mi cuerpo logrando sacarme de mis pensamientos.

Detengo mis caricias sobre su cabello y le doy una pequeña mirada sin poder ocultar una sonrisa.

Su rostro delata su verdadero estado ánimo, esta completamente adormilado.

-¿Pudiste dormir? -Pregunto con la voz baja para no aturdirlo, verlo tan pacífico me produce una sensación de ternura que me obliga a dejar un beso sobre su frente.

No necesito que responda porque es obvio que lo hizo, estuvo toda la noche aferrado a mi cuerpo como un niño pequeño.

-Por primera vez en semanas -Murmura con la voz ronca, deslizo mis dedos sobre su carita para acariciar sus mejillas -Extrañaba dormir en tu pecho.

-Y yo extrañaba tenerte entre mis brazos.

Lo veo sonreír en silencio al mismo tiempo en que aprieta su agarre sobre mí.

-No me digas esas cosas que me sonrojo.

Suelto una pequeña risa al escucharlo hablar como a un nene chiquito.

Siguiendo Tus LatidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora