Capítulo 42

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╰─▸ ❝ @[Revelación de medianoche]

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╰─▸ ❝ @[Revelación de medianoche]

Uno, dos y tres.

El primer trueno golpea la pared.

Cuatro, cinco y seis.

El cuarto se ilumina.

Siete, ocho y nueve.

Me remuevo entre las sabanas inquieta.

Diez, once y doce.

Me despierto de un arrebato.

Abro los ojos y me incorporo en la cama exaltada.

Me llevo la mano hasta el pecho haciendo el menor ruido posible tratando de calmarme, lo intento por varios minutos por mi cuenta pero solo lo consigo al ver a Mattheo a mi lado.

Su respiración es pausada mientras que rostro se mantiene sereno reflejando una tranquilidad envidiable.

No puedo evitar asombrarme al verlo dormir tan profundamente pese a mi repentino despertar, y lo menciono porque sus brazos se aferran a mi cintura como si tuviera miedo a que desaparezca.

Me encantaría asegurarle de que eso jamás pasará, pero no puedo hacerlo.

Llevo mis manos hacia su cabello y lo acaricio con suavidad procurando no despertarlo, una sonrisa estúpida se me escapa a medida en que deslizo mis dedos entre sus preciosos rizos desechos.

No es la primera vez que lo veo dormir abrazado a mi cuerpo, pero se siente distinto a otras veces.

Tal vez sea la capacidad tan única que tiene de hacerme sentir segura sin siquiera intentarlo o quizás sea el hecho de que no pueda apagar su instinto protector ni cuando dormimos.

Siempre está pendiente de mí y estoy eternamente agradecida con él por ese detalle.

Sin embargo, hay algo en la situación que sigue perturbándome.

Levanto la vista hacia la ventana e identifico la molestia de manera inmediata.

Con suma delicadeza deslizo su brazo y reemplazo mi cuerpo por una almohada, me quedo en silencio durante unos minutos y al ver que el intercambio funcionó con total éxito salgo de la cama sin dejar de ejercer movimientos lentos y sutiles.

Busco mi ropa en el suelo pero solo doy con la remera de Mattheo, no dudo en tomarla y ponérmela para luego apropiarme de una de sus chaquetas y envolverme con ella.

Me coloco mis pantuflas y me acerco hasta la ventana, aparto las cortinas y compruebo quién es el responsable de mi despertar.

La lluvia golpea el cristal con una fuerza torrencial, no sé cuánto tiempo llevará así pero no parece tener intenciones de parar hasta dentro de unas horas.

Observo el patio trasero en silencio deslumbrándome cada vez que el cielo se ilumina producto de los rayos, los relámpagos no tardan en sacudir el lugar con su maravillosa acústica.

Siguiendo Tus LatidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora