Capítulo 39

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╰─▸ ❝ @[Will you cry]

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Son las once de la mañana y apenas puedo con mi vida.

No se confundan, dormí de maravilla y amanecí con las mejores vistas del mundo.

En cuanto abrí los ojos me encontré con su enorme sonrisa, tardó menos de medio segundo en rodearme en un abrazo y atraerme hacia él para besarme de forma efusiva.

Sin embargo, Draco comenzó a tocar la puerta con una desesperación inquietante y cuando lo dejamos pasar vimos el motivo.

Entró a los gritos criticando la inmadurez de las mujeres y la falta de contemplación que tenemos, también mencionó algo sobre ser "todas iguales".

Ese fue el primer disturbio matutito que consiguió irritarme.

Aunque claro que unos cuantos besos y caricias de parte de Mattheo lograron controlar mi nivel de ansiedad, prácticamente evitó que le lanzara un avada.

La segunda irrupción a mi paz interior apareció cuando bajamos las escaleras llevando las maletas con nosotros, la sala estaba tan detonada que apenas se podía caminar.

Todos se abrazaban y se preguntan preocupados si sus padres los dejarían volver luego de los recientes... Incidentes.

¿Qué tiene de malo eso? Pues nada.

Lo que me parece una aberración total es que compañeros con los que jamás he interactuado se acercaran a despedirse temiendo no volver a encontrarnos.

¡Y la peor parte se la llevan las zorras!

Un grupo de cinco idiotas de quinto año se aceraron hasta nosotros para "despedirse", la realidad es que lo único que hicieron fue insinuarse a Mattheo frente a mí.

Lo entiendo, nadie sabe que hemos vuelto juntos pero sí saben que soy la ex.

¡No tienen excusas!

¡¿Cómo van a restregarle las tetas en mi propia cara?!

Claramente después de esa escena no pude disimular mi cara larga, incluso le negué varios besos a pesar de saber que él no tiene la culpa de que las chicas sean tan imbéciles.

Pero si tiene la culpa de haber estado coqueteando con ellas mientras estábamos separados.

¡A mi ni siquiera me dejó coquetear tranquilamente con el chico de la barra!

De igual forma, en cuanto llegamos al gran comedor me pidió chocolate caliente y en cuestión de segundos mi estado de ánimo cambio por completo.

Nada podía atormentarme.

Solo éramos el chocolate y yo.

Bueno, y Mattheo.

¡Y justo cuando estoy a punto de dar el primer sorbo ocurrió la tercera falta!

Siguiendo Tus LatidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora