Capítulo 46

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╰─▸ ❝ @[Un corazón roto]

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No pegue un ojo durante toda la noche.

Alexia nunca llegó, razón con sobre peso para mantenerme alerta hasta que el alba diera comienzo a las actividades matutinas.

Intente mantenerme serena pero la ansiedad se convirtió en un nudo incapaz de deshacer, así fue como termine caminando en círculos como una maldita lunática.

No tener a Mattheo a mi lado me estaba afectando más de lo que me hubiera gustado admitir, me encantaría que su enojo y frustración hayan sido removidos de su pecho pero algo me dice que aún es muy pronto para eso.

Mi desesperación era tanta que me ví obligada a tomar una ducha en un intento por relajarme y dejar de treparme por las paredes de la habitación, claramente no funcionó.

Busque el cuaderno que tome prestado de Theo para distraerme, al principio tenía la intención de escribir para ordenar mis pensamientos pero terminé llenando las hojas con un sin fin garabatos.

Cuando mis dedos empezaron a acalambrarse y mis ojos se llenaron de lágrimas una vez más, me puse en marcha. Guardé mis pertenencias en la valija tratando de que la velada transcurriera a mayor velocidad y, cuando el amanecer empezó a colarse entre las cortinas, comencé a prepararme.

Ni siquiera me digno a usar ropa ligera para aguantar el viaje, prefiero subirme al tren con el uniforme listo para arribar en Hogwarts sabiendo cuáles son las verdades ocultas bajo el ojo de los demás.

Una vez armada no pienso desmontar toda la escena, ese pensamiento se mantiene firme por lo que me tomo el tiempo necesario en ubicar las cuchillas de manera adecuada para que nadie pueda notarlas, una vez ubicadas estratégicamente en mi cuerpo ahí se quedarán.

De ahí el pequeño secreto escondido entre capas de ropa.

Así es como termino guardando una daga dentro de las medias, un cuchillo sobre mi muslo aprovechando los pliegues de la pollera para ocultarlo y una pequeña navaja haciéndola pasar por una peineta dentro de mi rodete.

No es de mi agrado tener que hacerlo, pero sé que es necesario, aún más después de haberme desvelo por analizar las palabras de Narcissa y la confesión de Mattheo.

Todo lo que creía saber se me escapa de las manos, ya nada es seguro.

Ni para Enzo, ni para mí.

Es por eso que, en cuanto tocan mi puerta para anunciar que el desayuno esta servido, salgo disparada en dirección a su habitación. Debemos permanecer juntos si queremos evitar que Thomas nos rebane el cuello porque esta claro que, en cuanto tenga la oportunidad, lo hará sin dudar.

Una vez frente a sus aposentos no dudo en tocar, al ver que nadie responde un sudor frío baja por mi espalda empapándome, vuelvo a golpear la madera con mayor insistencia que antes y nada.

Siguiendo Tus LatidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora