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Dicembre 3, 2007

—Pásele joven, jugué para ganarle un premio a su novia.

—No don, no se lo merece.— Alfredo bromeó haciendo que el señor riera.

Marbella jadeo ante su respuesta y le dio un codazo haciendo que Alfredo soltara un pequeño gemido de dolor.

Se encontraban en la feria ganadera de Culiacán. Como era el último día, Marbella le rogó a Alfredo para que fueran. Al principio el no quería pero como se enteró que Los Canelos de Durango iban a estar en el palenque, rápido se apuntó.

—No se crea.— río. —A cuanto?

—10 pesitos joven.

Alfredo le dio su cerveza a Marbella y busco entre sus bolsillos. Saco uno de 20 y se lo entrego al hombre. Unos segundos después, el hombre le dio su cambio junto con los dardos.

Antes de posicionarse para lanzar, Alfredo se inclinó para besar a Marbella. Una vez satisfecho, retrocedió y se posicionó para empezar. Lanzó los 6 dardos pero no tuvo suerte.

Se sintió un poco molesto así que le dio 10 pesos más al hombre para recibir más dardos.

—No mames, que mamadas!— gritó molesto. De los 6 dardos, solo 3 le sirvieron.

Marbella soltó una pequeña risa al igual que el dueño del stand.

—Ni modo, joven. Escoja uno.— señaló la sección donde tenían pequeños osos de peluche.

—No tiene algo más pequeño?— dijo sarcásticamente.

—Lo qué hay.— el hombre río.

Alfredo soltó un suspiró y agarró una rana de peluche. Se dirigió a Marbella quién lo miraba divertida.

—Es pequeño pero..

—Puedo intentar yo?— lo interrumpió.

—Pa' que me robe más dinero? Ni madres. Ese juego es trampa.

—Bueno, yo lo pago.— abrió su bolsa pero Alfredo la detuvo.

—Ta' bien.— agarró su cerveza de las manos de Marbella y caminó hacia hombre.

Le dio dinero y agarró sus dardos. Se los dio a Marbella y Alfredo se echo para atrás. Ni siquiera se molestó en mirar, sabía que ella no explotaría ninguno.

Pero estaba equivocado. Marbella tenía mucha mejor puntería que él y logró reventar más de un globo con un dardo.

De repente una alarma sonó y el señor grito algunas palabras mientras la gente que estaba atras aplaudia. Marbella brincó como niña pequeña con alegría mientras miraba Alfredo. 

—Felicidades señorita, escoga algo.

Marbella se acercó y miraba atentamente los peluches. Se giró y le dió una sonrisa a Alfredo antes de girar de nuevo. Señaló a un peluche y el hombre asintió, soltando una pequeña carcajada.

Alfredo se dio vuelta, no queriendo ver lo que ella eligió. Estaba avergonzado y molesto. No podía creer que su novia tuviera mejor puntería que él.

—Mira amor.— escuchó la voz de Marbella pero ni dio la vuelta porque ella se puso en frente de el. —Esto es para ti, de mi.— sonrió.

Era un gigante tigre de peluche.

—Esta re feo esa chingadera.— respondió serio.

—No.— frunció el ceño. —Está bonito.

—Claro.— dijo sarcásticamente. —Ya vámonos que ya van empezar los canelos.

Inviable - jagsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora