Inviable - jags

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—Se nota mucho tu amor por ella.

—Si, es mi princesa.— sonrió. —Es increíble sentir tanto por una cosita tan chiquita.. yo aveces ni me lo creo que es mía.

Elsa sonrió mientras Alfredo continuaba hablado de la pequeña Cielito.

La daba una inmensa ternura escucharlo hablar así de su hija. Sabía que el sería un buen padre para ella y para sus futuros hijos.

Elsa no podía evitar sentir envidia de Marbella. Ella ya había ganado en esta vida por elegir el hombre correcto como padre de sus hijos.

—De hecho la vamos a bautizar el próximo domingo.

—Enserio?

—Ey, va ser allá en mi ra..

—Alfredo!— se escuchó una voz femenina haciendo que los dos giraran a ver. —Y ese milagro que te dejas ver?

Alfredo soltó un pequeño suspiro y sólo la saludo con un movimiento de su cabeza.

—Como estas? Como.. ay Elsa, no te vi, hola.— sonrió hipócritamente.

—Hola, Rosario.

—Alf.— se sentó junto el. —Te estuve esperando en la fiesta de Iván pero luego me enteré que tu hija había nacido ese día.

—Ajá.— respondió secamente.

—No pues felicidades al nuevo papi.— dijo con una sonrisa ladina.

—Gracias.

—Y que? Como le pusieron?

—Cielo María.

—Cielo María?— frunció el ceño. —Que bonito.. ella escogió el nombre verdad?

—No, fui yo.

—Ah que creatividad. En verdad esta muy bonito.

Alfredo asintió sin interese mientras Rosario lo seguía viendo con una sonrisa. Elsa solamente se sentaba ahí, sin saber que decir o hacer.

—Oye y donde están, eh? Tu hija y su mamá?

—Mi mujer y mi hija están en casa.— se puso de pie. —Yo ya me voy..

—Ya te vas? Pero si apenas vengo llegando y quiero hablar de algo contigo.

—Pues pa' la próxima, yo ya me tengo que ir.— se encogió hombros. —Adiós.

—Pe..

—Hay te miro, Elsa.— Alfredo interrumpió Rosario.

—Bye.— sonrió.

Sin decir nada mas, Alfredo salió disimuladamente hacia su camioneta pero se encontró con Tito y Rozenda debajo de un árbol.

Alfredo se rió levemente y luego soltó un silbido, sorprendiéndolos a ambos.

—Que hubo primo.— Alfredo dijo.

Tito lo miraba mientras intentaba recuperar su aliento. Rozenda tenía la vista hacia bajo, estaba avergonzada.

—Y-Ya te vas?— Tito pregunto.

—Ey, mi chula me espera en casa.

—Escuché que te fuiste pa Cosalá.— Tito se acercó. —Es cierto?

—No loco.— río. —Quien te dijo esa mamada? Yo ando en Guasave, allá compre un terreno.

—En Guasave?— preguntó incrédulo.

—Ey.. mucho cuidado a quien le das esa información. Me imagino que tú no quieres poner en riesgo a Marbella.

—No como crees wey. Eres mi primo, casi casi mi tío.