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—Y como te has sentido?

—Bien.— encogió los hombros.

—Ya has ido al doctor?

—No.— negó apenada.

—Tienes que ir, tienes que ver que todo está bien con mi nieto o mi nieta.— sonrió. —Yo te puedo acompañar.. o al menos que quieras ir con tu mamá?

Marbella frunció el ceño mientras doña Alejandrina seguía sonriendo.

Ella no sabe que estoy aquí a la fuerza?

—O prefieres que Alfredo te acompañe?

—Si no le molesta, quisiera que mi mamá me acompañe.

—Bueno.

—Le puedo hablar?

Tengo que aprovechar

—Claro.— río. —No tienes que pedir permiso.

Marbella sonrió y corrió hacia el teléfono de la casa. Marco el número y espero hasta que contestaran pero nada. Volvió a llamar y al tercer timbre contestaron.

—Si?— escuchó la voz de su hermano.

—Miguelito.

—Mar?

—Está ahí mi mamá?

—No, está en casa de tía Selene.— soltó un suspiró. —Mataron a Yael en el parque.

—Ya se.— hizo una muñeca. —Como está tía Selene?

—Mal.. tú cuando vuelves? Te extraño.

—Yo también te extraño hermanito pero pronto.. como a que hora regresa mi ama?

—No se, yo diría como a la 6.

—Entonces vuelvo a llamar luego. Estas solo en casa?

—Si, todos se fueron mi ama.

—Y.. mi hermano?— miro de reojo a doña Alejandrina. —Donde está?

—No se. La última vez que lo vimos fue el día que Manuel Torres intentó matarlo pero..

—Que!— gritó y doña Alejandrina se puso de pie, preocupada. —Como que..

—El esta bien, nos llama cada tres días para que sepamos de el.

—Estás seguro?

—Si, ayer acabamos de hablar con el.. el está bien, está con don Arturo.

Marbella soltó un suspiró de alivio.

—Adonde estás?— Miguel pregunto.

—No se.. tú vas a salir?

—Si, quería ir a jugar fut con los plebes..

—No, mejor quédate en casa.

—Pe..

—Miguel.

—Está bien, me quedo.

Al escuchar camionetas afuera, Marbella inmediatamente se despidió de su hermano pero antes de que pudiera colgar, Alfredo había entrado.

—Que estabas haciendo?— preguntó en un tono molesto.

—Nada.— dejo el teléfono.

Marbella se dio la vuelta y caminó hacia su habitación. Al entrar intentó cerrar la puerta pero Alfredo lo impidió.

—Que quieres.— dijo al ver cómo cerró la puerta con seguro detrás de el.

—Estabas hablando por teléfono?

Inviable - jagsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora