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—Donde chingaos' andabas eh!— gritó y lo empujo.

—De que hablas?— Alfredo se puso de pie.

—Como que de que hablo? No te hagas pendejo! Adonde estabas! Con que cualquiera estabas!

—Estas loca.— dijo tranquilamente. —Yo apenas llegue de donde te dije.

—Loca tu abuela! No me mientas!— se bajo de la cama. —Eres un pinche perro! Adonde te metiste?

—A mi no me hables así!— la agarró bruscamente. —Respétame!

—Tu respétame a mi primero!— lo empujo. —Y no me agarres así!

—Ya! Ya me tienes hasta la madre! Mejor me voy a dormir en la habitación de huéspedes.

Alfredo empezó a caminar hacia la puerta pero Marbella lo detuvo. Se puso enfrente de la puerta.

—Con quién estabas?— pregunto más tranquila.

—Ya Marbella! No andaba con nadie, no chingues!

—No me mientas, Alfredo.

—Es que no te estoy mintiendo, no estaba con nadie!

—Entonces porque tenías ese labial en tu cuello?— contuvo sus lágrimas.

—Estas loca, ya te dije.

Marbella soltó una risa amarga y negó. Sin querer pelear mas, camino hacia el mueble y empezó a sacar ropa.

—Que haces?

—Me voy, ahora si.

Alfredo río. —Adonde vas a ir a esta hora y en un lugar donde no conoces? Ya no mames, chula. Acuéstate y duérmete a la verga.

—Acuéstate tu.

Agarró la maleta que estaba aguardada en el armario y empezó acomodar sus cosas cuando Alfredo agarró la maleta y la aventó hasta el otro lado de la habitación.

—Te dije que te duermas!

—Y yo te dije que te duermas tu!

—Quién te crees que eres, eh? Yo aquí mando.

Marbella frunció el ceño y negó. —Lárgate.

—No. Ahora ya no me voy.— se acostó en la cama.

—Pues me largo yo, entonces.

Marbella abrió la puerta pero Alfredo fue mas rápido y corrió a detenerla.

—Ya no hagas estupideces y duérmete.— cerró la puerta.

Alfredo camino hacia la cama y se acostó. Marbella negó y entró al baño. Cerró con seguro y empezó a llorar.

Debí irme con Tito, pensó.



(...)



Abrió los ojos al girarse y no sintió nadie junto el. Se sentó y miró alrededor de la habitación para encontrar a Marbella pero nada. Su paz regresó cuando escuchó el lavabo del baño.

A los minutos después, salió ella arreglada.

—Adonde vas?— Alfredo pregunto con el ceño fruncido.

—A ningún lado.— lo miro feo.

—Entonces porque tan arreglada?

—Ahora no puedo arreglarme? Que mas no puedo hacer, patrón Alfredillo?

Alfredo rodó los ojos, —No me digas así.

—Entonces como quieres que te diga?

—Como antes, amor.— dijo y Marbella soltó una pequeña risa. —Al rato nos vamos pa' Sinaloa.

Inviable - jagsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora