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Alfredo movía el pie de arriba hacia abajo mientras miraba la hora. Estaba nervioso e impaciente.

Pues hoy iba ver a su bebé por primera vez.

Marbella le dió una mirada a Alfredo pero el solamente la ignoro. Estaba enojado con ella.

Doña Alejandrina le había dicho que Marbella iba ir al ginecólogo con su mamá pero claro que el intervino y le dijo que no. Alfredo le dió una regañada a Marbella por querer hacerse la lista con su mamá.

—Te puedes calmar?— doña Alejandrina le susurró a su hijo.

—Estoy calmado.

—No parece. Estas poniendo a Marbella nerviosa y ella tiene que estar tranquila.

Alfredo giró a verla y río levemente. Negó cuando su mirada se posó en el.

—Y mi tranquilidad que? Al parece nadie le importo.

—Ya mijo, no seas tan sensible.— río. —La embarazada es Marbella no tu.

Alfredo negó nuevamente. —Porque se tardan un chingo? Si ya nos recibió hace rato porque nos hace esperar más tiempo?— se quejó.

—Ni tenemos quince minutos aquí, cálmate, ya ahorita nos llaman.

—Si ama pe..

—Marbella Araujo Zazueta?— la enfermera lo interrumpió.

Alfredo de inmediato se puso de pie y miró a Marbella quién todavía estaba sentada, tomando su tiempo.

—Ándale.— le susurró.

Marbella lo miro y rodó los ojos. Al notar ese gesto, doña Alejandrina frunció el ceño y solo caminó detrás de ellos.

Al entrar al cuarto, la enfermera le entregó la bata y le explicó algunas cosas antes de que entrara la ginecóloga.

En cuanto la enfermera se fue, doña Alejandrina decidió darle privacidad a Marbella para que se cambiara y se llevó a Alfredo arrastrando con ella.

Después de unos minutos, ellos volvieron con la doctora.

—Ya estamos listos?— pregunto muy sonriente mientras prendía sus aparatos.

—Se tardo un chingo doc, ya me andaba comiendo las uñas.— Alfredo se quejó haciendo que ella riera.

Mientras la doctora terminaba, Alfredo miraba muy atento cada movimiento. Doña Alejandrina sonrió al ver lo concentrado que estaba su hijo.

—Mira te voy a poner un gel, es para poder ver al nene. Esta un poco frío pero no pasa nada.

Marbella asintió y la doctora le puso un poco y agarró el pequeño aparato para ponerlo en el abdomen de Mar.

—Ahi esta su piecito, su manita.— explicó mientras Alfredo asentía cada vez con una sonrisa. —Quieren escuchar su corazoncito?

—Si!— Alfredo contestó rápidamente.

La ginecóloga conectó unos cables antes de volver con el pequeño aparato. Al ponerlo de nuevo en el abdomen de Marbella, de inmediato unos latidos se empezaron a escuchar.

Alfredo se acercó a Marbella y dejo un pequeño beso en su frente, uniendo su mano con la de ella. Marbella giró y sonrió al ver el brillo que tenía en sus ojos. Realmente estaba emocionado.

—Su corazón late muy recio, no?— doña Alejandrina pregunto preocupada. —Es normal?

—Si, es normal para ellos y para los recién nacidos.

Inviable - jagsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora