Inviable - jags

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༄ Dicembre 1, 2008

—Padrino!— Alfredo grito. —Feliz cumpleaños!— le dio un fuerte abrazo.

—Gracias hijo.— don Mayo río.

—Muchas felicidades.— Marbella dijo con una pequeña falsa sonrisa mientras estrechaba su mano.

Don Mayo negó y la jalo hacia el para darle un gran abrazo.

—Muchas gracias por acompañarme en este día. Me da gusto que por lo menos una hija de mi compadre no me guarde rencor.— don Mayo dijo sinceramente mientras le daba una sonrisa genuina.

Marbella se mordió el interior de su mejilla para guardarse sus palabras poco amistosas y simplemente asintió.

—Padrino, me gustaría hablar con usted en privado.— Alfredo dijo.

—De que se trata?

—Un negocio que le quiero proponer, nos beneficia a nos dos.

—Otro día, Alfredo.

—Pe..

—Es mi cumpleaños, hijo. No quiero saber de negocios esta noche.

—Tiene ra..— Alfredo miró detrás de su padrino y sus hombros se tensaron al ver el Macho Prieto.

Don Mayo volteó a ver y soltó un pequeño suspiro. No pensó que Gonzalo se dignaría en atender después de todo el alboroto que ha ocasionado.

Alfredo intentó caminar hacia Gonzalo pero don Mayo lo detuvo, empujándolo ligeramente hacia atrás.

—Tranquilo.

—Padrino..

—Hay inocentes aquí.

—Mi carna..

—Alfredo, en frente de tu mujer y tu hija, no.

—Alfredo.— Marbella lo llamó. —Vamos a sentarnos.

—Hazle caso.— don Mayo dijo.

Alfredo soltó un pequeño suspiro de frustración y asintió, tomando la carriola de la niña. Caminó hasta la mesa donde estaban sus hermanos y se sentó con ellos.

Ellos también tenían cara de pocos amigos.

—Mírenlo, no tiene vergüenza el perro jodido.— Joaquín jr dijo con los puños apretados.

—Porque lo dejo entrar mi padrino?— Ovidio negó.

—Exactamente lo que me estoy preguntando.— Alfredo respondió.

No me sorprendería que don Mayo tuviera algo que ver con la muerte de Edgar como con la de mi papá, Marbella pensó.

—Si no te sientes cómodo, nos podemos regresar a casa.— Marbella le susurró Alfredo.

Alfredo negó levemente y soltó una risa sarcástica.

—Ni cuando estoy así dejas de ser egoísta.— dijo y ella lo miró confundida. —Ahora pa' que se te quite, nos quedamos hasta que se amanezca.

—Lo dije por ti, no por mi.

—Ajá si, como si no me dejaste en claro que no querías venir.

—Eres un pendejo.— dijo en un susurró y negó.

—Eh? No te escuché.— Alfredo dijo en voz alta.

Todos en la mesa giraron a verlos mientras Marbella solo rodó los ojos y se cruzó de brazos. Alfredo tomó de su cerveza y se puso de pie.