Prólogo

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— Hijo ¿tienes preparado las cosas que te pedí? antes de que llegue tu padre corre.

Bruno estaba desconcertado, no entendía qué hacía ahí, ni por qué Elena, su madre, le estaba hablando, ella... ella estaba muerta.

—¿Qué cosas preparadas debía tener? —se preguntaba a sí mismo sin saber a qué se refería y con un rostro extrañado.

—Venga Bruno, deprisa que tienen que estar apunto de llegar, no querrás que tu padre quede en vergüenza enfrente de su jefe. —le apuraba Elena con una sonrisa.

Su pelo... sus ojos... todo era como antes... ¿Pero que sentido tenía? Bruno vio con sus propios ojos cómo su madre falleció sobre sus brazos aquel día.

—Mamá... ¿Estás... estás viva? —preguntó emocionado y acongojado por volverla a ver. Esta no presentaba ninguna emoción a su pregunta, seguía cogiendo las cosas y preparando la mesa para lo que habían preparado. De pronto se oyen los gritos de Sofía avisando de que había visto a Marcos llegar en el coche con su jefe.

—¡Mami! ¡Mami! ¡Viene papá, acabo de ver su coche! —decía ilusionada Sofía. 

No podía ser, era imposible... Bruno no lo creía, pues vio a Sofía correr hacía ella, pero... pero Sofía tenía 9 años, era una niña.

—Corre hija, abre a tu padre, vete con tu hermano así le dais la sorpresa juntos. —les dijo su madre animándoles con un tono infantil mientras se agachaba para estar a sus alturas.

—¡Vamos Bru, vamos! —exclamó Sofía corriendo al salón para abrir junto a él la puerta principal.

Bruno fue tras ella, seguía sin entender nada de lo que estaba sucediendo, estaba en shock y solo podía dejar pasar el tiempo, llenando su cabeza de ideas y de cosas que ocupaban lugar en su mente ocasionando que no pudiera asimilar nada y no pudiera hablar, ni cuestionarse si era verdad lo que estaba pasando. Cuando estaban ambos enfrente de la puerta esperando que se abra para darle la sorpresa a su padre que venía junto a su Jefe, Bruno miró a su derecha, un espejo enmarcado que había junto a la pared. Frunció el ceño para verse mejor, se restregó con sus manos los ojos para saber si lo que estaba viendo era cierto. Bruno se sentía mayor, se sentía la misma persona que antes... pero en el espejo solo se veía el reflejo de él de pequeño, junto al reflejo de su hermana. La puerta empezó a sonar, se podían escuchar las llaves encajando por la cerradura y girándolas para así abrirla. Ambos esperaban a que se terminara de abrir por completo la puerta.

—¡Sorpresa! —dijo Sofía con una sonrisa que mostraba sus dientes de leche y algunos que faltaban por su edad.

Bruno sin entrarle más información en su cabeza, vio a su padre entrando por la puerta a punto de hablarle... a su lado... a su lado estaba Alvin, el padre de Álvaro. Marcos le cogió de los hombros a Bruno y empezó a sacudirlo y a gritar repetidas veces su nombre mientras todo se difuminaba en un blanco brillante. Bruno reaccionó abriendo sus ojos junto a un suspiro fuerte y se vio acostado en una camilla de hospital antes de levantarse exaltado.

—¡Bruno! —dijo Sofía contenta de verle y con algunas lágrimas de felicidad asomando por su lagrimal.

Bruno miró a su alrededor... Estaban Sofía, Lourdes, Darío, Luciana y algunos enfermeros. De pronto sintió un dolor en sus costillas y cabeza.

—¿Don... dónde estoy? —preguntó lo primero que se le vino sin entender absolutamente nada.

—En el hospital, Bruno... Has estado en coma, . —exclamó Lourdes intentando no asustarle.

Bruno empezó a respirar muy fuerte, como si se hubiera enterado de algo, como si hubiera caído en algo, había atado cabos. Pero tenía demasiado miedo para decirlo.

Clave De Dio (Saga Claves)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora