Sofía llegó a la casa cuando empezaba a atardecer, ya era horario de invierno, el sol se escondía antes y los días duraban menos. Luciana estaba en el salón de la casa tapada con una manta mirando una serie o algún programa de televisión con una lámpara pequeña a su lado encendida que dejaba ver con una luz tenue su espacio de alrededor.
Luciana cogió el mando de la televisión y extendió su brazo para parar lo que estaba viendo y poder así mirar a Sofía con cara de preocupada por lo que había pasado.
—Sofi, cariño. —exclamó Luciana sin decir nada más.
Sofía la miró y en seguida se entristeció por sentir culpa y sentir que les había hecho daño, que se había comportado como una niña, haciéndoles sentir mal tanto a ella como a su hermano. Dio unos pasos cortos y tímidos antes de empezar a ir más rápido hacia ella y sentarse a su lado a llorar a su hombro.
—Lo siento, lo siento mucho. —se disculpó mientras lloraba sintiendo las manos de Luciana abrazándola.
—No tienes por qué, estamos aquí Sofi, para todo. No es fácil para nadie todo esto, y entendemos que te sientas así de verdad. No es fácil pasar por esto.
—Sí pero... pero me fui después de haberos gritado, después de decirte cosas horribles... No... —intentó seguir pero su nudo en la garganta se lo impedía.
—Shh... tranquila, tranquila... —dijo acariciando su cabeza con cariño mientras se cambiaba de postura para poder abrazarla mejor.
Juntas se quedaron así un rato, ambas estaban sentadas en el sofá con aquella luz que dejaba un entorno cálido y acogedor. Sofía se sentía rota por dentro, le dijo cosas horribles a Luciana siendo ella la que más había sufrido por perder a su hija y en ese momento no pudo pensar lo mucho que le dolería aquellas palabras, solo quería evadirse y dejar de pensar en eso, dejar de pensar en lo duro que estaba siendo para ella, en el infierno que había pasado durante seis meses que se hacían eternos en los que cada minuto que pasaban asaban su corazón con llamas ardientes quemando todo su pecho sintiendo un dolor insoportable y haciéndole pasar meses tras meses de sentimientos agonizantes... Pero en el fondo sabía que lo que había sentido ella no se comparaba con lo que tuvo que pasar Luciana, su madre, que durante dos meses y medio se evadió de todos para intentar seguir adelante y no pensar en la pesadilla que pasó aquel día, y eso le hacía sentir peor, ya que sin darse cuenta ni quererlo la estaba tratando mal a pesar de todo el cariño que le tiene, a pesar de todo el cariño que le daba tanto ella como Bruno.
—Te queremos muchísimo Sofi, pase lo que pase nunca vamos a dejar de quererte y eso lo sabes, cielo. Y tu hermano te quiere el triple, te quiere proteger pero no sabe qué más hacer ni cómo hacerlo, también debe ser difícil para él verte así cada día.
—Lo sé... Lo sé... ahora subo y me disculpo con él, siento haberos hecho pasarlo peor de lo que lo estabais pasando de verdad. Me siento fatal.
—Anda ven, no digas eso, no te preocupes. Y ahora ve arriba y habla con tu hermano ¿si? llevas meses rechazando sus cariños y su apoyo, lo está pasando mal también.
—Ya... y lo peor es que nunca quise hacerle sentir así. Yo... yo no sé caminar sola sin mi hermano en la vida, y te voy a decir una cosa... en los momentos en los que más difícil lo he pasado... ha estado ahí mi niño, apoyándome día tras día sin rendirse, hasta verme feliz con una sonrisa de lado a lado. Nunca pero nunca para hasta verme sonreír, hasta ver que su esfuerzo hace efecto.
Y fíjate que somos diferentes, que no tenemos mucho que ver el uno con el otro, ¿Pero yo?, yo daría mi vida por mi hermano las veces que me la pidiera.
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Clave De Dio (Saga Claves)
Teen FictionBruno y Sofía continúan su historia a pesar de todos los problemas que tuvieron, nuevas personas llegarán a la vida de estos hermanos ocasionando nuevos problemas o soluciones para atar todos los cabos que terminaron abiertos. Bruno logrará descubri...