Capítulo 7: Incertidumbre

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18 de Noviembre 2022, París Francia.

Se escuchaba el ladrido emocionado de un perro cuando ella entraba en el interior de esa casa, aquella casa tan familiar a simple vista...

—¡Cómo está mi Zeus! Ay, ay, ay... que sí... que yo también te quiero. —sonreía y reía Alma mientras cogía las patas de Zeus.

Zeus ya había crecido bastante, solo con ponerse a dos patas para saludar con cariño a su dueña era de la misma altura que Alma, ella le cogió de sus patas para saludarlo cuando se abalanzó sobre ella.

—Que ¿cansado de haber estado solo en casa toda la mañana?, venga ven, vamos a darte de comer, tienes que estar hambriento.

Alma fue a la cocina y abrió un pequeño mueble de dos puertas donde estaba la comida de Zeus y sus cuencos. Cogió un cuenco y lo puso sobre la encimera de la cocina, agarró la bolsa de pienso y comenzó a llenar el cuenco de comida. Al verlo casi lleno, bajo la bolsa y la volvió a guardar en el mueble, cogió el cuenco y lo puso en el suelo al lado del agua. Zeus estaba sentado mirándola con unos ojos tiernos y con una pequeña baba colgando de su moflete derecho que era bastante gracioso. Echó una mirada al cuenco de comida y volvió a mirarla con ansias pero no dejaba de estar quieto y con una postura como si una estatua fuese.

—Venga, come. —ordenó Alma estirando su brazo y señalando el cuenco.

Zeus al escucharla, no tardó ni un segundo en dejar de estar sentado y empezar a comer.

—Uf... que cansada estoy... —exclamó pasándose las manos por la cara mientras subía las escaleras para ir a cambiarse a su cuarto.

Llegó a su cuarto y comenzó a quitarse la chaqueta y la camisa, se puso una blusa de lana que cubría sus brazos hasta las muñecas, ya hacía frío en París y no quería enfermarse por un resfriado o algo parecido. Luego cogió y se vistió unos pantalones junto a sus pantuflas.

De pronto empezó a escuchar un llanto pequeño de Zeus, miró a la puerta para volver a escucharlo y saber si era él lo que había escuchado o uno de la calle, y volvió a escucharlo.

—¿Qué pasa, enano? —preguntó mientras iba a las escaleras para bajarlas.

Zeus estaba mirando fijamente un cuadro enmarcado en una mesita que había junto al sofá.

—Que miras que te da tanta pena ¿eh?.

Alma se acercó y cogió el marco que estaba mirando, Zeus subió la mirada sin apartar la mirada del cuadro acabando en los ojos de Alma. Ella al agarrar el cuadro vio la foto que había en ese cuadro. Una foto de Bruno y ella sonrientes en la mesa de aquel bar donde tuvieron su primera cita.

—Bruno eh... —exclamó con un tono vacío y apagado mientras volvía a mirar a Zeus. —¿Echas de menos al papi? ¿Es eso?.

Zeus soltó un ladrido tenaz y seco como si la contestara.

—Mira, te prometo que lo volveremos a ver ¿sí? pero el papi ahora está pasando por un momento difícil ¿sabes?. —le decía mientras se agachaba y le acariciaba la cabeza. —Además... —quiso decir pero la cerradura de la puerta comenzó a sonar, una mano soltó al suelo un cigarrillo que estaba consumido por completo.

Zeus movía su cola con ánimo pero al abrir la puerta y verle su cola paró de moverse, también soltaba un gruñido leve mientras lo miraba y no quería acercarse a él.

—¡Papá! ¿Qué tal en el trabajo? —preguntó curiosa mientras iba con él.

—No me puedo quejar hija, ¿Qué te pasa campeón? —preguntó Oliver mientras intentó acariciarlo.

Clave De Dio (Saga Claves)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora