02 de Diciembre de 2022, Madrid España.
Javier se estuvo comiendo la cabeza durante toda la noche y no fue hasta las cuatro de la mañana cuando pudo dormir, sin embargo son las nueve y media de la mañana y ya está despierto, siente que no debe perder más tiempo, que debe ir a casa de Paula y explicarle todo, y decirle que a partir de ahora todo será diferente y que va a quererla aunque siempre lo haya hecho, ahora también iba a demostrarlo. Estaba vistiéndose, aún le quedaba por ponerse alguna camisa, solo llevaba puesto los pantalones vaqueros que llevaba y tanto le gustaban, intentaba ponerse la camisa con prisa por el salón de la casa que un amigo suyo que conoció allí en Madrid le había dejado unos días hasta que volviera, Javi no quería estar en casa de Paula, ni era su objetivo, lo único que quería era arreglar las cosas, daba igual lo demás, solo deseaba poder tener algo bonito con ella, nada de cuernos, nada de pensamientos intrusivos, solamente quererla y que se sintiera amada, como lo debería haber hecho desde el principio. Se sentó y tardó menos que una brisa de viento en ponerse los zapatos, cogió las llaves y no perdió más tiempo para ir a casa de Paula, pero mientras conducía observó en una de las calles de Madrid a una joven que salía de una tienda de flores, y fue cuando se le ocurrió la gran idea, cuando Paula y Javier se hicieron novios, como muestra de amor Javi le regaló un ramo de flores naranjas, Javier sabía que era su color favorito y eso fue algo que Paula no pudo olvidar ya que era el primer chico que le regalaba flores y menos unas tan bonitas como aquellas, así que esta vez no iba a ser diferente, no podía no pararse en aquella tienda para regalarle unas flores naranjas de nuevo, para que supiera que aún se acordaba del primer día que estuvieron juntos y que aún la seguía queriendo. No pasaron mas de diez minutos cuando salió de la tienda con el ramo de flores en sus manos, eran unas flores preciosas de color naranja, además eran las mismas que las de ese día, tenían un significado profundo que ella iba a entender al instante, volvió a meterse en el coche y condujo hasta llegar a su casa. Javier solo esperaba que saliera por esa puerta y que lo abrazase, que todo volviese a ser como antes y que esto solo haya sido otro tropiezo más en su relación con ella, pero tenía esperanza de que tuviera solución como siempre había tenido, cogió el ramo de flores y se colocó frente a su puerta, no era de tener nervios pero en ese momento era imposible que no se sintiera nervioso, no sabía cómo reaccionaría, no sabía si le tiraría el ramo de flores en la cara y lo mandaría a la mierda o si por el contrario le daría otra oportunidad más, dejó de pensar en tonterías y tocó el timbre, esperando a que la abriera.
—No la he visto en toda la mañana hijo, y eso que yo me despierto a las seis de la mañana y me paso toda la mañana regando mis plantas, pero no creo que esté. —comentó la anciana que era la vecina de Paula que salía todas las mañanas a regar las plantas de su patio.
—¿No la ha visto?. —preguntó aunque sabía la respuesta.
—No, ni salir, ni entrar, si quieres cuando la vea le digo que pasaste por aquí. —sugirió la anciana mientras regaba sus tulipanes.
—Joder. —dijo en voz baja sin que nadie le escuchase. —Vale, si puedes hacerme ese favor y decirle que estuve aquí, pregúntale si no le importa llamarme.
—Está bien, no te preocupes cielo que yo le digo que te pasaste por aquí ¿sí?.
—¡Gracias vecina!, dile que esto es un regalito que le dejo. —informó dejando las flores en su puerta.
—Se lo diré. —aclaró la anciana con una sonrisa muy noble.
Javier se volvió a meter en el coche esperanzado de que cuando Paula volviese a casa y la vecina le contase todo lo llamase, pero no sabía cuándo lo haría, así que volvió a su casa para empezar con su rutina de cada día, esperando una respuesta en todo momento.
París
Bruno estaba a punto de irse de nuevo al aeropuerto, al mismo tiempo no quería volver, sino quedarse con Oliver y con Alma, pero sabía que no iban a haber muchas oportunidades como esta de poder estar dentro de un grupo y que sin este empujón quizá no podría cumplir su sueño. Alma estaba muy cansada, cada noche dormía menos, no podía pegar ojo sabiendo que en cualquier momento le podía dar un ataque de tos a Oliver y que quizá necesitaría su ayuda o avisar a los enfermeros para que lo ayudaran, sin embargo a Oliver no le pasó nada durante toda la noche y pudo descansar un poco mejor que otros días, hoy tenía mejor cara, parecía que esas horas de sueño le habían dado energía y color, aún así seguía igual de débil y debía seguir yendo a las sesiones de quimio. Bea como todas las mañanas acababa de llegar al hospital para acompañar a su amiga y su padre para ver su transcurso, sin embargo hoy venía para llevar a Bruno al aeropuerto a parte de para estar con ellos...
—No pararé de pensar en ti ¿Me oyes?, cuídate Alma, y cuídalo. —exclamó Bruno agarrando su rostro y colocando sus pulgares en sus mejillas con cariño.
—Yo tampoco, te quiero tantísimo Bruno, prométeme que siempre vas a estar ahí, que si algo pasase vendrías a apoyarme.
—Te lo prometo Alma.
Bruno lo decía en serio, solo quería cuidarla y protegerla de todo, no quería que le pasase nada malo y si algo lo hiciera, allí estaría él para quererla y darle el amor que se merece. Alma solo quería sentir que Bruno se estaba yendo porque realmente amaba su sueño tanto como a ella, y que ella no iba a ser un obstáculo para cumplirlo si eso lo hacía feliz, sin importar en el momento en el que estaba, aunque doliese.
—Oliver, mejórate ¿vale?, ya verás que con un poco de suerte esto es solo una etapa y terminan destruyendo el cáncer, aguanta por favor, quiero volver a verte cuando vuelva. —comentó Bruno dándole la mano apretando con cariño.
—Lucharé hijo, lucharé, no sabes lo feliz que me hace haberte visto de nuevo Bruno, fuiste y serás siempre parte de la familia, eso no lo olvides. —exclamó Oliver intentando colocar su otra mano sobre la suya.
Bruno no sabía ni a quien pedirle que Oliver aguantase y que saliera de esta, Alma ya le contó que los médicos le dijeron que posiblemente no aguantaría un mes pero en el fondo notaba mejoría, aunque sólo fuera producto de un buen descanso ellos lo veían como un rayo de esperanza, Bruno solo esperaba que cuando fuese el momento de volver a París él siguiera allí para darle a bienvenida, y que Alma no tuviese que pasar por eso ni sufrir, eso era también lo que más le dolía, saber que si Oliver se moría ella lo iba a pasar mal, y eso le ardía por dentro, odiaba saber que Alma estaba sufriendo y que él no pudiera hacer nada para remediarlo.
—Bruno, no quiero molestar pero es que dentro de una hora sale tu avión. —dijo Bea en voz baja sin querer fastidiar la situación.
—Sí, perdona, bueno Oliver, ya nos vemos ¿eh?. —se despidió abrazándolo con cuidado.
—Cuídate campeón, ya quiero tener tus discos en mis manos y no has empezado. —lo animaba con una sonrisa.
Bruno sonrió por su comentario, agradecía mucho que confiara en él, que confiara en que iba a ser un gran músico y que triunfaría en eso. Bruno volvió con Alma y sabía que este momento le dolería más a él que a nadie en el mundo, pero una vez más tenía que despedirse de ella, sin saber cuándo la volvería a ver, sin saber si algo iba a cambiar entre ellos. Se quedó quieto a pocos centímetros de ella y acercó su cabeza a la de ella chocando su frente con la suya, cerró sus ojos para no tener que decirle nada pero expresarle todo sin palabras y acarició su nariz con la de él. Se alejó un poco para poder ver sus ojos de nuevo y no olvidarlos nunca aunque supiera que nunca lo iba a hacer.
—Eres preciosa, no me cansaré de decírtelo, te amo vozarrón.
Alma soltó una carcajada recordando ese apodo tan absurdo que se decían cuando se conocieron y lo miraba con unos ojos brillantes de nostalgia.
—Y yo a tí acentos.
Alma se puso de puntillas para llegar a su boca, él la agarró por detrás de la cintura para juntarla a él y la besó durante tres segundos para despedirse de ella hasta que volviese a verla de nuevo, durante esos tres segundos Alma no pudo evitar no dejar que corriera una lágrima por su lagrimal que recorrería su mejilla cayendo por su barbilla, no quería dejarlo ir, no quería volver a estar lejos de él y que la distancia dañara lo que tenían, pero no iba a ser ella quien se entrometiera en sus sueños, ella quería que él fuese feliz.
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Clave De Dio (Saga Claves)
Teen FictionBruno y Sofía continúan su historia a pesar de todos los problemas que tuvieron, nuevas personas llegarán a la vida de estos hermanos ocasionando nuevos problemas o soluciones para atar todos los cabos que terminaron abiertos. Bruno logrará descubri...