Capítulo 25: Reloj de arena

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Sus labios continuaron pegados, sus ojos se mantuvieron cerrados, Bruno deslizó su pulgar de la mejilla de Alma, la piel de ella se erizó al sentir ese beso de nuevo, al sentir sus jugosos labios rozando su boca, Alma solo quería que ese momento nunca terminase, que sus labios siguieran pegados por toda la vida, Bruno comenzó a abrir lentamente sus ojos mientras se despegaba de su boca para ver su rostro, su expresión, su respuesta. Ella se quedó paralizada mientras se perdía en sus pupilas que la miraban fijamente y que volvían a rotar a sus labios de nuevo, Bruno pegó su frente con la suya mientras recogía una bocanada de aire.

—Te echo de menos Alma.

Alma agarró con sus manos su mandíbula y la sostuvo mientras lo miraba de nuevo, los ojos de Alma lo decían todo, estaba envuelta en un sueño, estaba flotando, había vuelto lo que ella siempre quiso, ella volvió a acercarse con delicadeza estirando el cuello para alcanzar de nuevo sus labios y lo besó de nuevo muy despacio, los labios de ambos se pegaron y despegaron múltiples veces dejando hilos de saliva entre sus labios.

—Lo siento. —exclamó Alma después de besarlo.

—¿Qué dices?.

—Nunca tuve que haber dudado de ti, esa noche... tu me juraste mil veces que no habías hecho nada, que todo había sido un malentendido pero yo solo hice caso a lo que ví, a ese video en el que te tirabas a Bea, y para cuando pude darme cuenta ya era tarde, dejándote justo cuando te ibas a Burgos de vuelta.

—Alma no pienses en eso ahora, y no tienes que perdonar nada, todo lo que pasó fue obra de Eric, ¿vale?, no te culpes de eso. Fue una mierda que justo pasase en ese momento, siete meses Alma, siete meses en los que no nos hemos visto, tu estabas aquí y yo allí tratando de que mi hermana no se volviera loca por lo que pasó, tratando de poder mejorar la situación, y para cuando nos quisimos dar cuenta, no nos hablábamos, no nos veíamos, nos distanciamos, y yo no quería que eso sucediera nunca, pero sucedió.

—Pero todo fue por mi culpa, desconfíe de ti, te dije cosas horribles y fueron las últimas que pude decirte antes de irte, no sabes como me sentí cuando volví a casa y ya no estabas, no sabes como me he culpado todo este tiempo, la vergüenza que me daba responder tus mensajes por miedo a perderte del todo.

—Alma nunca, nunca vas a perderme, ¿me oyes?. —recalcó levantando su barbilla con su mano para que lo mirase a los ojos.

Alma no quiso decir nada más, solo se pegó a él y lo abrazó con toda sus fuerzas, deseando que siempre estuviera a su lado, deseando que siempre fuese él y nadie más. Estuvieron unos pocos segundos abrazados hasta que escucharon la tos de Oliver que cada vez sonaba peor, esta vez parecía que estuviese asfixiado, cada vez tenía menos capacidad pulmonar, el cáncer estaba acabando con él.

—¡Papá!, despacio papá, respira despacio. —exclamó Alma un poco nerviosa al verlo así e intentando que volviera a respirar.

Bruno rápidamente subió la altura de la camilla para enderezar a Oliver y que le fuera más fácil hacerlo. Oliver paró de toser y empezó a respirar muy lentamente, tardaba como tres segundos en poder inflar sus pulmones por completo por lo que le costaba hacerlo, su cara cada vez se veía más cansada y su piel más descolorida. Alma mientras acariciaba su mano deseando que no le pasara nada se le deslizaban unas lágrimas por las mejillas llegando a la barbilla, estaba destrozada, no sabía cómo sentirse, por un lado quería tener esperanzas y esperar a que las sesiones hicieran efecto y acabasen de una vez con el cáncer, pero por otro lado sabía que no le quedaba mucho tiempo, que la doctora le dijo que no llegaría al mes. Bruno se acercó a ella y la rodeó con el brazo pasando por su cintura mientras se sentaban a su lado mirando como les sonreía al verlos juntos de nuevo como antes, Oliver estaba contento de ver a Bruno de nuevo y de ver que había venido a verlo a pesar de tener una nueva banda y un sueño por cumplir.

—Mira no sé si estas jugando con nosotros o no, pero tienes que reaccionar, tienes que hacer que vuelva a Madrid joder, invéntate algo, lo que sea pero aléjalo de ella ya, yo aquí no tengo nada que hacer con él de por medio. —rabiaba Cristian al teléfono.

—Que me da igual que esté pasando por un mal momento, mira, esto no se trata de que vuelvan a estar juntos, se trata de que se olviden, ¿vale?, así que ayúdame con esto por favor.

—Sí, eso está bien, mañana mismo se lo dices, como vea que no haces lo que tienes que hacer Alvin te mata, y lo sabes, haz lo que sea pero haz que vuelva.

Madrid

Después de que Paula y Javier estuvieran unidos en la ecografía de la niña, algo los volvió a unir, o eso pensaba Paula, algo había entre ellos que los volvía a juntar, intentar volver a tener lo que una vez tuvieron pero nunca sintieron, ya era hora de que lo sintieran.

—¿Entonces...? ¿volvéis a estar juntos?. —preguntó Laura desde el colchón que le dio Paula.

—Ay, no sé Lau, esto ya no se ni si tiene nombre, estamos dando vueltas todo el rato, vuelvo con él y parece que todo está perfecto pero luego la vuelve a cagar ¿sabes?, sinceramente ya no sé qué hacer.

—Bueno tu no te agobies ¿sí?, si ves que está intentando cambiar, no sé, dale otra oportunidad, a lo mejor se esfuerza por hacerlo ¿no crees?.

—Ya... quizá tienes razón, a lo mejor he sido muy dura con él.

—No eso tampoco Pau, que siempre que intentas arreglar las cosas con él va y hace una gilipollez, pero no sé, conozco a Javi y... creo que si te quiere... va a intentar cambiar las cosas.

—¿Tú crees?.

Laura asintió con su cabeza y una sonrisa esperanzada, esperando que todo saliese bien y que pudieran volver a tener algo, que volvieran a ser felices.

—Oye... ¿y tu con Bruno?. —preguntó Paula.

Laura suspiró y se quedó callada unos segundos.

—Pues está de vuelta en París, con Alma.

—¿Qué?, ¿pero que me he perdido?.

—No lo tengo muy claro, Zoa me dijo que su padre estaba en el hospital, y que por eso Bruno se fue allí, para estar con ellos y eso.

—Ostras, pobre ¿no?, allí sola en París y le pasa algo a su padre.

—Ya, a ver, lo entiendo la verdad, pero no sé, espero que no pase nada entre ellos de nuevo.

—Estate tranquila mujer, ya verás que vuelve pronto y puedes intentarlo de nuevo.

—¿Pero no crees que estoy intentando algo que es imposible?, no sé, a veces siento que vuelve a mirarme como antes, pero otras veces creo que solo me ve como una amiga.

Paula se quedó callada mientras subía sus hombros sin saber como ayudarla.

—Por ahora, solo te queda esperar, ya verás como está cuando vuelva ¿vale?. —intentó apoyarla.

Laura sonrió por sus palabras y le extendió la mano para que ella la cogiera, sin decir nada más se dio la vuelta para dormir y esperar al día siguiente.

Clave De Dio (Saga Claves)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora