Capítulo 34: Distracción

7 1 0
                                    


Paula se despertó de la cama, era bastante tarde pero estuvo durante la mayoría de la noche llorando, llorando porque no podía explicarse cómo Javier la podía hacer tanto daño, no entendía porqué lo hacía o si durante todos estos años la había querido o solo la estaba utilizando porque es así como se sentía ella. Anoche se intentó prometer que se olvidaría de él, que intentaría pasar página e intentarlo con alguien que no fuese él, darle a su hija un buen padre que quiera formar una familia con ella y que no tuviera que ver las discusiones que tendrían Paula y Javier cada vez que hiciese lo que le apetezca. Ricardo pasó al lado de su puerta que estaba medio abierta y la vio mirando su móvil mientras intentaba despertarse del todo, tenía los ojos inflamados, se notaba que no había parado de llorar por él.

—Buenas tardes, pensé que la cama te había comido. —dijo Ricardo abriendo la puerta del todo.

—Ay, perdón ya me visto y me voy, perdona no pensé que me fuese a levantar a las doce y media.

—Que no mujer, que lo digo de broma. —dijo con una sonrisa mostrando sus dientes blancos. —Te puedes despertar a las siete de la tarde si hace falta que a mi no me importa, te puedes quedar el tiempo que quieras, por cierto me hice unos huevos revueltos, por si quieres para desayunar, aunque bueno... desayunar lo que es desayunar... —dijo entre risas.

Paula se reía de su comentario porque sabía que era cierto que no era una hora para desayunar, hacía mucho tiempo que no se levantaba con una sonrisa en su rostro.

—Gracias, pero si, yo creo que aprovecho y almuerzo, ya dejaré el desayuno para mañana.

—Perfecto, bueno te dejo vestirte o lo que quieras ¿sí?, yo estoy aquí al lado doblando ropa.

—¡Okay!. —dijo alzando un poco su voz viendo que se iba de su cuarto.

Paula soltó un suspiro al aire y se estiró en esa cama de matrimonio en la que dormía Ricardo todas las noches, las colchas de esa cama son super suaves y prácticamente te envolvían por completo haciéndote sentir flotar en el aire, Paula estaba sorprendida de que tuviese una cama tan cómoda, le entraba hasta envidia de que la suya no fuese ni la mitad de cómoda que esta. Se quitó las mantas de encima suya y se sentó para ponerse unas chanclas que había en el suelo, el pie se le quedaba pequeño con esas chanclas, apenas terminaba su tobillo y aun faltaban como cuatro centímetros de chancla para que diese la talla, pero era lo único que había si no quería tocar el suelo frío con sus pies. Se levantó de la cama e intentó estirar las sábanas y las mantas sobre la cama para que estuviese un poco hecha, había dormido con una camisa y un pantis de Ricardo que le llegaba a la rodilla así que cerró un poco la puerta y se bajó los pantis para ponerse los vaqueros con los que había venido en su coche, Ricardo volvió a pasar por allí y cuando miró Paula estaba de espaldas cambiándose de ropa, estaba en ropa interior y se quedó quieto mirando por el pequeño hueco que había dejado Paula antes de cerrarla por completo, la miraba sin poder apartar la mirada pero no era una mirada de amor, era una mirada seria que adornaba con una sonrisa leve como si le gustase que se sintiera tan cómoda en su casa como para cambiarse con la puerta medio abierta, antes de que se diera la vuelta y pensase que era un pervertido siguió caminando sin que Paula se enterase de nada. Terminó de ponerse los pantalones y su camisa de manga corta con la que había venido y se vio ridícula con esas chanclas y el vaquero, tanto que buscó sus calcetines para ponerse sus zapatos y salir de ese cuarto con su vestimenta completa.

—¿Tardarás más en vestirte que en dormir?. —preguntó con ironía desde el salón.

—¡Uy!, pues no me has visto maquillándome, ahí si que tienes tiempo de sobra para doblar ropa. —respondió con una risita.

Clave De Dio (Saga Claves)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora