Capítulo 22: Deterioro

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Bruno y Alma dieron pequeños pasos mientras se acercaban lentamente y cuando estaban prácticamente a un paso de tocarse, se quedaron quietos mientras ambos respiraban lentamente, se miraban a los ojos con un brillo que solo hacía cuando se juntaban, Bruno extendió sus brazos colocándolos en su espalda empujándola y atrayéndola hacia él y abrazarla. Cristian los miraba asqueado, como si le repugnaba ver eso allí, frente a sus ojos, le era algo aburrido y por algo que no quería pasar.

—Te he echado de menos. —dijo Bruno en voz baja mientras colocó sus palmas sobre sus mejillas.

A Alma se le arrugaba la barbilla por las emociones que sentía, se había emocionado al verlo así de golpe, por volver a sentir sus manos tocándola, el calor que desprendían que hacía que su cuerpo volviera a una temperatura normal después del eterno frío que sintió desde que se había ido de allí. No quiso decir palabras, solo quería que se detuviera el tiempo en aquel instante, que no se separase de ella nunca.

—Lo siento, Alma, tuve que haberte llamado, haber hecho algo, no esperar a enterarme.

—No, da igual, no tienes la culpa de no haber hecho algo que ni yo hice, perdóname tú a mí por quedarme paralizada cada vez que veía tus mensajes, te prometo que quería responderte pero no sabía qué decirte, no sabía cómo...

Bruno la paró volviendo a abrazarla con más fuerza, no quería que derrochara sus palabras pidiendo disculpas, sintiéndose mal, peor de lo que estaba.

—No te preocupes por eso, Bea me llamó el otro día, me contó todo. —informó Bruno mirándola a los ojos.

—¿Bea?.

—Bueno, se ve que no solo me lo dijo a mí. —interrumpió Cristian.

Bruno miró de reojo a Cristian y volvió a mirar a las pupilas de Alma.

—¿No querías que me avisara?. —preguntó queriendo descifrar lo que pasaba.

—Sí, sí, es solo que Bea está tomando muchas decisiones por mí, perdón, Bruno claro que quería que te avisara, si no lo hacía ella o iba a hacer yo te lo juro. —exclamó apretando sus manos.

—Oye... —quiso preguntar por el joven que había detrás y con el que apenas le dio tiempo a hablar.

—Bueno ya que nadie me presenta, ya lo hago yo, soy Cristian... —dejó unos segundos para que se asustase. —Un amigo de Alma.

Si no fuese por la presencia de Alma en ese mismo espacio Cristian no hubiera dudado en decirle cualquier mentira, diciendo que era su novio o algo parecido, pero sabía que si mentía con ella ahí mismo iba a acabar mal parado..

—Ah, pues... Yo me llamo-.

—Bruno, si, ya lo sé. —dijo al instante.

Bruno asintió con la cabeza un poco molesto de que no le dejara acabar.

—Si, Cristian ha estado estos días aquí, está siendo de gran ayuda, la verdad que sin él, todo hubiera sido más complicado. —comentó Alma mientras acariciaba con su mano el hombro de Cris.

—Bueno, entonces... muchas gracias, por acompañarla.

—De nada, pero vaya, que lo he hecho por ella no por ti, así que no tienes nada que agradecerme.

Bruno fue a responderle para que tampoco se flipe, pero Alma no lo dejó seguir.

—¿Y mi padre? ¿Dónde está?. —cortó la conversación antes de que empeorara.

—Oliver está en una fase de quimioterapia, me dijeron que en una hora más volvería, y ahora si me disculpan enseguida vuelvo, voy a salir un momento. —respondió Cristian mientras le daba un beso en la frente a Alma antes de salir.

Bruno abrió sus ojos y se quedó mirándolo.

—Solo ha sido un beso en la frente, tampoco exageres. —dijo Alma sentándose en la camilla con una sonrisa mientras veía su reacción.

—No, no, está bien, solo que me sorprende un poco su forma de ser, ¿desde hace cuanto le conoces?. —curioseaba Bruno mientras se sentaba en una silla frente a ella.

—Pues... harán ahora dos semanas, pero es todo culpa de Bea, ella como siempre con la boca muy suelta.

—¿Por?, ¿te dejó en un aprieto?.

—Digamos que sí, el chico preguntó por los números de teléfono y ella no tardó ni cinco segundos en dárselo, yo la verdad que en el momento no quería, me parecía innecesario.

—¿Y ahora?, ¿te alegras de que lo tenga?.

—Ahora... bueno, me ayudó a sentirme mejor cuando me dijeron la noticia, ha estado durmiendo y acompañando a Oliver estos días, no sé... es un buen chico.

A Bruno obviamente le molestaba que se sintiera cómodo con otro que no fuese él, pero en el fondo entendía que era normal que después de todo no iba a quedarse ella sola en París, tenía que hacer vida y relacionarse con los demás, en fin, al menos era para ayudarla a sentirse mejor y eso no le molestaba tanto.

—Entiendo, es normal, no me imagino por todo lo que has tenido que pasar, cuando Bea me llamó y me dijo que tu padre estaba en urgencias... sentí como si algo me invadiera, todo lo que había en mi mente había desaparecido, solo quería venir y estar con vosotros.

Alma sonrió y cogió sus manos mientras deslizaba su pulgar en sus palmas.

—Gracias Bruno, en serio, no sabes lo mucho que nos has hecho falta, bueno por cierto, ¿has visto a Zeus, verdad?.

—Sí. —soltó una carcajada. —Está enorme, ya lo de "enano" no le va demasiado bien, pero sí, lo ví y está hermoso.

—Sí... A Oliver le gusta mucho llamarlo "grandullón". —dijo entre risas sabiendo que no se había esmerado mucho en cambiar el apodo.

Bruno se reía junto a ella, al instante comenzó a hablarle sobre todo lo que había pasado estos meses, cómo se encontraba su hermana y cómo cada día mejoraba después de conocer a esa chica que aun él no conocía mucho pero sabía que se llama Helenor, sobre la estabilidad emocional de Luciana y de lo bien que les trata en casa como si fuese su madre, y también sobre su nueva banda junto a Zoa y los chicos... Mientras ellos se ponían al día, Cristian estaba con el móvil en su oreja hablando con alguien.

—Lo sé, es una mierda que esté aquí, ¿pero qué quieres que haga?, yo me tenía que encargar de Alma y eso estaba haciendo, Bruno no era mi problema.

—Mira no es conmigo con el que te tienes que desahogar, ella tiene que hacer algo ya, tomar cartas en el asunto y hacer que Bruno vuelva a Madrid lo antes posible, o sino todo se va a ir a la mierda.

—Pues claro que se siguen queriendo, tienes que hablar con ella y dejarle las cosas claras, si alguien falla, todo nuestro plan se va a derrumbar, así que haz algo o yo no tengo nada que hacer aquí.

—Mientras Bruno esté aquí no voy a poder alejarlo de Alma.

—¿Va todo bien?. —preguntó Bea escuchando lo último que dijo.

—¡Bea!, ¿Qué-qué haces aquí?. —preguntó escondiendo el móvil en su espalda intentando colgar la llamada.

—Pues... venía a ver que tal estaban Oliver y Alma, ¿tú estás bien?.

—¿Yo?, claro, sí, sí, estaba hablando con mi madre que está como loca desde que me quedo fuera de casa tanto tiempo, ya sabes.

—Ah, bueno perdón por interrumpirte entonces, voy dentro ¿sí?.

—Sí, claro, perfecto, ahora nos vemos.

Bea pasó por su lado para ir a la entrada del hospital y al pasar por detrás de él su rostro cambió, se olía algo y sabía que eso que había escuchado no había sido producto de su imaginación, estaba segura de que había escuchado "no poder alejarlo de ella", ¿Pero con quien hablaba?, Bea siguió caminando mientras mostraba un rostro extrañado al saber que algo raro estaba pasando pero que ella no podía hacer nada, ya que no tenía nada que juzgar, o al menos con razones.

—¿Hola?. —preguntó mientras volvía a colocar el móvil en su oreja, pero no recibió respuesta.

—¡Joder!. —se cabreaba al ver que Bea podía ser un problema.

Cristian guardó el móvil y volvió al hospital.

Clave De Dio (Saga Claves)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora