Capítulo 2: Lucha interna

22 5 2
                                    


Seis meses después de la muerte de Lucía (Presente)


15 de Noviembre 2022, Madrid España.

—Helenor ¿tú no ibas al gimnasio a las diez y media? Son las once.

—Sí mamá, lo sé. Estoy preparando la mochila con todo, pero me quedé en la cama más de lo que tenía pensado. —contestó secándose una lágrima que recorría su pómulo.

Helenor es una joven de diecisiete años, era de cabello rojo y ojos verdes. De procedencia venezolana pero viviendo más de diez años en Madrid. Su pasión era bailar y dejar fluir su cuerpo con la música, tenía un cuerpo precioso, una cadera tonificada, vientre moderadamente plano y quería estar perfecta para la audición que venía dentro de poco. Helenor tiene unos padres que la aman con todo pero siempre intentan hacer lo mejor para ella y casi nunca coinciden con lo que realmente quiere ella. Tiene muchos complejos con ella misma y es por ello que casi siempre está llorando, porque por mucho que lucha para tener un cuerpo deseado nunca consigue verse tal y como quiere. Desde que se apuntó a la danza siempre le dicen que debe mostrar interés y empeño, ella lo hace pero siempre que va a las clases nunca le dicen nada bueno y siempre buscan una manera de hundirla en un pozo de inseguridades que lo único que hacen es aumentar sus pensamientos negativos hacia su cuerpo.

—Ay... hija, así no vas a quedar cualificada para la audición de danza, te lo digo para que te motives amor. Si llego a saber que no te ibas a tomar en serio el gimnasio me lo pienso antes de pagarlo.

—Me lo estoy tomando en serio mamá, pero no puedo con todo. Solo dame cinco minutos y ya salgo.

—Con todo, con todo... si lo único que tienes que hacer es practicar la danza e ir al gimnasio Helenor, si con eso ya no puedes entonces no sé qué te depara el futuro cielo.

—Ay mamá no lo entiendes...

Helenor se miraba al espejo antes de salir de su cuarto, mientras sostenía con un brazo su camisa levantada hasta debajo del pecho, se agarraba con una mano la poca grasa que tenía de su vientre, pero ella se veía gorda y fea, estaba harta de verse así, pero por mucho que lo intentara nunca se podía ver perfecta y siempre se comparaba.

—Sí lo entiendo amor, pero es que es la verdad, además ya te he dicho que no te hace falta ir al gimnasio que estás bien cómo estás pero tú erre y que erre, empeñada en que tienes que tonificar más.

—Pues es que sino voy a tenerlo difícil mamá, hay mucha gente con talento y solo califican cinco para la audición.

—Tú también tienes talento hija, no he visto a nadie que baile mejor que tú, lo sabes, siempre te lo digo, ya verás que te cogen.

—Bueno gracias mamá, pero me dices esto porque soy tu hija ¿a que sí? —preguntó Helenor con una sonrisa sabiendo que nunca iba a salir algo malo de su boca hacia ella.

—No amor, te lo digo porque realmente lo pienso, vas a triunfar en esto, es lo tuyo. Pero venga, ¿quieres ir al gimnasio? pues no voy a ser yo quien te lo impida.

—Adiós mamá... —contestó Helenor cansada de los cariños de su madre pero con una sonrisa agradeciendo en el fondo que siempre estuviera ahí para ella.

Helenor salió de la casa con su mochila donde llevaba toallas, cremas, unos guantes para no lastimarse mientras hacía pesas, unos leggins de repuesto y un táper con un pequeño almuerzo cuando hiciera un descanso, aunque casi nunca los hacía y terminaba haciendo ejercicio las tres horas y media seguidas para estar perfecta para la audición. Se exige mucho a ella misma y ella sabe que no debe pero es algo que tiene innato. Por el camino se puso unos AirPods mientras escuchaba música, iba trotando para calentar antes de llegar al gimnasio, estaba a alrededor de unos quince minutos. Las calles de Madrid estaban llenas de gente y cafeterías donde se escuchaban las tazas de café chocando con las cucharas mientras mezclaban con el azúcar, los pájaros cantando en los árboles y el tráfico de aquellas calles, autobuses, taxis... Cuando llegó al gimnasio hizo lo de todos los días, coger su tarjeta, pasarla por el escáner y entrar a la zona de pesas, le encantaba hacer brazo nada más llegar.

El gimnasio estaba justo al lado del aeropuerto y justo acababa de aterrizar un avión donde estaban Bruno, Sofía y Luciana, pues se acababan de mudar a Madrid, la ciudad de las nuevas oportunidades. Después de unos seis largos meses donde Sofía y compañía continuaban destrozadas por lo sucedido... Durante esos meses Sofía paró de organizar eventos, no se sentía capaz de monitorizar algo así después de lo que ocurrió, Bruno por otra parte se centró en su hermana y en estar junto a ella y Luciana. Soledad y Diego vinieron después de unos días de aquello a Burgos y se quedaron con ellos, Alma contactó con Bruno después de tres meses y medio y hablaron las cosas, ambos se echaban de menos y solo querían aclarar las cosas después del malentendido, pero no hubo ninguna conclusión más que la explicación de lo sucedido ese día, Alma al enterarse se disculpó con él y le preguntaba si quería que fuese con él, a lo que él le respondió que no hacía falta. Bruno tenía ganas de verla pero no quería que sus problemas también fuesen los de ella. Estuvieron en Burgos durante otros tres meses más y los hermanos se quedaron sin hacer nada y sentían que no podían avanzar, que todo les recordaba momentos bonitos y dolorosos con sus queridos, es por ello que decidieron mudarse junto a Luciana a una casa de Madrid. Lourdes y Darío seguirán viviendo en Burgos, así que antes de venir a Madrid se despidieron de ellos, agradecidos de poder haberles conocido y ayudado con todo lo que pudieron. Soledad y Diego vivirían juntos en un piso de allí donde podrían disfrutar más de su relación y trabajar lo que quieran sin estar tan lejos de su familia. Laura, después de una larga charla con sus padres decidieron dejarla ir sola a Madrid para que se hiciera conocer y publicar sus dibujos que seguro les encantaría a todos. Javier y Paula, después de todo quedaron como pareja de nuevo, Paula seguía insegura con la relación pues pensaba que Javier solo estaba con ella por la bebe, y sí, esperan a una pequeña niña donde ambos le quieren dar una preciosa vida en Madrid. De esta forma Alma junto a Oliver y Zeus quedarían en París, pero quizás... por ahora.

Los tres salieron por las puertas de "llegadas" el aeropuerto era enorme y estaban un poco perdidos.

—Pues ya estamos. —exclamó Bruno con un suspiro.

—Sí, hace un día increíble, que bien el solecito. —comentó Luciana

—Si dios... ¿seis? seis meses estuvimos en Burgos y casi todos los días con nubes. —dijo Bruno alucinado.

—Lo que tiene el tiempo del norte de España Bruno. —respondía Luciana con una pequeña carcajada.

A Luciana se la podía ver desanimada aunque se notaba que intentaba pasar página, ya habían pasado seis meses y aún era difícil asimilarlo. Por otra parte Sofía estaba con un rostro oscuro y apagado, no tenía ganas de sonreír por nada ni disfrutar de la nueva ciudad porque no se veía capaz de hacerlo.

—Oye. —dijo Bruno acercándose a Sofía mientras la colocaba su nudillo bajo su barbilla para subirle su rostro y animarla. —Sé que es difícil Sofi, pero vamos a intentarlo ¿si?.

—¿Difícil? Esto es imposible Bru, es muy difícil pensar en otra cosa. —respondió Sofía molesta por las ganas que tenía Bruno de pasar página y olvidar para seguir adelante.

—No es eso Sofi, pero estamos aquí para pasar página, no te pido que lo hagas al instante pero... inténtalo por lo menos. Por favor. Me duele verte así.

—Es que no quiero pasar página Bru, ¿no lo entiendes? no me quiero olvidar de ella.

—Amor sé que es duro pero vamos a seguir adelante ¿si? no te agobies, por ahora vamos a llegar hasta nuestra nueva casa. —saltó Luciana para que Bruno no la siguiera atosigando.

Luciana miró a Bruno y le hizo muecas diciendo que no se preocupara. Bruno la miraba preocupado, no quería que su hermana se sintiera mal y tampoco quería que pensara que lo único que quería era olvidar a Lucía, pero simplemente quería comenzar con buen pie.

Salieron afuera y enseguida llegaron los taxis. Colocaron sus maletas en el maletero y se montaron en el taxi, Luciana le informó al taxista de donde se ubicaba la casa y no tardarían mucho en llegar ya que estaba cerca del aeropuerto. Muy pronto, los tres podrán volver a empezar sin recuerdos, la muerte de Lucía fue horrible y tanto Luciana como Sofía lo intentaban sobrepasar, pero a Sofía después de seis meses le seguía doliendo como el primero. Luciana también estaba dolida, pero mantenía la postura a pesar de todo e intentaba ayudar a los hermanos y ser su "figura materna", ya que ella a partir de hoy los cuidará tanto como ellos cuidaron de su hija. 

Clave De Dio (Saga Claves)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora