Capítulo 20: Celos

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—Bueno y... ¿eres nuevo por aquí?. —preguntó Paula intentando romper un silencio.

—Digamos que sí, siempre estuve bajo el techo de mi padre pero ya iba siendo hora de irme, quería sentirme un poco más libre ¿sabes? hacer mis cosas, mis rollos y eso.

—Claro, queramos o no siempre nos entra curiosidad por ver cómo nos desenvolvemos viviendo solos.

—Y que lo digas, pero bueno ¿y tú?, ¿estudias, trabajas?, bueno claro, ahora supongo que sea lo que sea estarás de baja.

—Sí, ahora estoy esperando a la pequeña e intentando que todo vaya bien, pero estudiaba, acabo de terminar un curso de ilustración con el que era mi novio y ahora mi objetivo pues es completamente diferente la verdad.

—¿Sí, por qué, ya no te gusta dibujar?.

—Si me gusta pero confundí trabajo con hobby, sinceramente no me veo trabajando en esto, es por eso que en cuanto pueda, voy a estudiar psicología, creo que ser psicóloga es lo que realmente quiero, ayudar a los demás.

—¿Y eso?, no será que quieres ayudar a la gente a no pasar por algo que tu hayas pasado.

—Precisamente, ¿Cómo lo sabes?.

—Bueno, digamos que a pesar de la pequeña que llevas ahí... no se te ve muy contenta, se nota que has pasado por cosas que nadie querría.

—Bueno, a ver... tampoco es que mi vida sea horrible, pero si es verdad que gracias a una amiga hoy estoy aquí, si no hubiese estado ella en momentos donde necesitaba a alguien... no sé qué sería de mí. —exclamó Paula poniéndose un poco sentimental.

—Joder, lo siento, no quería...

—No, no te preocupes de verdad, es solo que fueron momentos difíciles, pero bueno, ya pasó.

—Me alegro.

Paula de pronto se retorció de un dolor repentino que sintió en su vientre, agarrándose del brazo de Ricardo para no caerse.

—¡Paula! ¿estás bien? ¿te pasa algo?. —se alertó mientras la cogía de ambos brazos.

—No, no, me duele, me duele. —se quejaba mientras buscaba algo en su bolso.

—Espera ven siéntate aquí, ¿Vale? ¿quieres algo?. —dijo Ricardo mientras le acercaba a un banco.

—No, no, ya... ya me está dejando de doler... —dijo mientras respiraba profundo.

—¿Segura?, mira que si quieres llamo a alguien y nos vamos al médico.

Paula no le respondió, prefirió seguir respirando lentamente mientras mantenía sus ojos cerrados con fuerza hasta que se fuera el dolor del todo. Ricardo empezó a buscar algo en su maleta y sacó una botella fría de agua.

—Toma, bebe un poco, está fresquita. —dijo mientras le quitaba la tapa.

Ricardo le agarró con suavidad la barbilla y le ayudó a beber de la botella lentamente, cuando vio que dio dos tragos le apartó la botella de su boca y la miraba atentamente.

—Gracias, perdón por esto, no...

—Anda que dices, además ya van dos veces en las que menos mal que estoy aquí para echarte una mano.

—Sí... eso es verdad, bueno, sigamos, ya no queda nada para llegar a casa.

—Sí, claro.

Siguieron caminando cerca de tres minutos más hasta llegar a la casa alrededor de las doce y cuarto de la noche, de lejos se veía a alguien sentado en la puerta, al seguir caminando y acercarse más Paula vio que era Javier el que estaba en su puerta, esperando.

Clave De Dio (Saga Claves)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora