Capítulo 9: Autoestima

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París

—Tú todavía... ¿Todavía sigues aquí?.

—Sí, todavía sigo aquí.

Remi y Bea se quedaron mirando, Eric la miraba con muchísima pena y ella lo miraba con desprecio, seguía sintiendo el mismo asco que el último día que lo vio.

—Me dijiste que te ibas a ir, que no te iba a poder volver a ver. ¿Te arrepentiste?.

—No, no me arrepentí Eric, te mentí, sí, te mentí, no me iba a ir.

Eric se quedó en silencio por un momento.

—¿Y por qué? mira yo, yo sé que lo hice mal, sé que los celos invadieron mi cuerpo, pero te pedí perdón Alma, de mil formas diferentes.

—Y la última vez que te vi te lo agradecí Eric, pero es que con solo unas palabras no vas a arreglar que Bruno esté a mil kilómetros de distancia, y eso, es lo que nunca te voy a perdonar.

Eric no sabía que decir, tampoco quería empeorar la situación y prefirió dejarlo estar.

—Lo siento.

—Ya no tienes nada que sentir, disfruten de la feria chicos, me alegra volver a verte Remi.

—Y a mi Alma, pásalo bien, adiós Bea.

—Tía hasta a mi me dejas sin palabras. —exclamó Bea.

—Es que es la verdad, pero bueno, vamos a divertirnos ¿no?, ya va siendo hora.

—Esa es mi amiga, pues claro ¿a dónde vamos?.

—Mmm... vamos a la olla, es super divertido. —propuso Alma mostrando una sonrisa mientras la cogía de la mano y la llevaba a la atracción.

—¿Esa es en la que estamos sentadas con el cuenco ese sin parar de moverse?

—Sí. —reía al ver la maravillosa explicación que dio Bea.

—Tía que ahí no vamos a parar de caernos al suelo. —se partía de risa.

—Y por eso quiero ir, porque es gracioso, además vamos a quedarnos de pie, para que nos cueste más, estar sentadas no es divertido eso es ir a lo seguro.

—Estás loca pero vale, si te apetece hacerlo así pues no se diga más.

Las chicas esperaban en la cola para subirse en la atracción, había una fila bastante larga pero pudieron entrar en la ronda a la que habían llegado justo. Se quedaron sentadas una al lado de la otra esperando a que se empezara a mover, la olla estaba llena de gente.

—Ahora en cuanto se mueva nos levantamos ¿no?. —preguntó Bea.

—Sí, antes me ganaste a las latas pero ahora voy a ganar yo.

—Ah ¿Qué aquí también quieres competir?.

—Claro, la que caiga más veces pierde.

—Bueno, bueno, prepárense porque esto va a moverse y se va a volver loco ya lo veréis... vamos a comenzar poquito a poco. —hablaba el señor que monitoriza la atracción por el micro.

La olla comenzó a moverse lentamente, las chicas empezaron sentadas pero al notar el movimiento se levantaron e intentaron mantenerse de pie. La olla comenzó a moverse más rápido y la gente comenzó a no poder estar sentada por que se resbalaban, Alma no paraba de reír y su pelo se ponía en su cara sin dejarla ver, Bea al ver a su amiga con la cara tapada por su pelo se partía de risa y la agarraba de la cintura para que pudiera quitarse el pelo de la cara. En uno de los movimientos fuertes que hizo la olla sentó de golpe a Alma contra el asiento que había en los bordes quedando al lado de tres chicos, Alma intentaba volver a ponerse de pie pero la gravedad se lo impedía haciéndola rebotar sin parar y llegando a entrelazar sus piernas con la de los chicos, Bea también había caído al suelo y no paraba de reírse, intentando llegar hasta Alma para ayudarla pero tampoco podía levantarse. De pronto la olla empezó a elevarse mas alto todavía y Alma dejaba por momentos de tocar el asiento por los saltos que daba, quedando en una de esas sentada en las rodillas del joven que estaba a su lado.

Clave De Dio (Saga Claves)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora