Capítulo 24

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SILAS

Nuevamente en esté lugar, en la misma aldea. Solamente que en está ocasión no se encuentra consumida por el caos y la destrucción.

Todo está en completo orden.

Camino entre las diferentes chozas de la aldea hasta percatarme de los gritos de una mujer. Sigo los gritos hasta llegar a una choza, fuera de ella se encuentran muchas personas reunidas murmurando un montón de cosas.

Algo realmente importante está pasando dentro.

—¡Ya ha llegado! —dice un hombre.

Escucho el ruido de un caballo a lo lejos.

Llevo mi mirada hacia el lado izquierdo y veo a mi ancestro Vlad Tepes viniendo hacia acá a lomos de un caballo negro.

Él llega a la multitud y baja del caballo.

De la choza sale una mujer joven, viste de forma antigua y bastante humilde, tiene piel un poco morena, sus ojos son marrones, su cabello es de color castaño oscuro corto y en su mirada demuestra demasiado alivio.

—Mirena —Vlad se le acerca —.¿Cómo está?

—Se está complicando un poco, será mejor que entres ya —le dice la mujer.

Mi ancestro asiente y rápidamente se adentra en la choza junto a ella.

Me hago paso entre todas las personas que hay, llego a la puerta y también entro en la choza.

Dentro se encuentran ellos dos y una mujer rubia. Es bastante hermosa, tiene ojos azules, su cabello es largo, también viste humildemente y su piel es bastante clara.

Su mirada es de una auténtica preocupación.

Ella se encuentra tirada en el suelo en lo que parece ser un labor de parto.

Vlad no pierde el tiempo y va directo hacia ella, se arrodilla al lado de la mujer y la toma de la mano derecha.

Ella lo mira y solamente puede sonreírle.

—Creí que no vendrías...—dice ella.

—Jamás me hubiera perdido esto amor.

Ella grita y la morena se coloca frente a sus piernas.

—Ya lo puedo ver —dice —. Veo la cabeza.

—¿Oíste eso? —Vlad le sonríe a la mujer —. Ya casi termina Esther, tienes que aguantar.

—No... puedo —le responde ella —. Es demasiado dolor.

—Yo sé que duele demasiado, pero pronto ese dolor será lo mejor que nos pudo haber pasado en nuestras vidas. Nos dará demasiada felicidad.

Ambos se miran entre si unos segundos, la rubia comienza a pujar con todas sus fuerzas mientras que la otra mujer lleva el parto.

Vlad se muestra demasiado preocupado, jamás pensé que un monstruo cómo él pudiera preocuparse por algo. En la historia, él era demasiado cruel.

—¡Puja más! —pide la morena —. Ya falta poco Esther.

La mencionada vuelve a gritar de dolor y después el interior de la choza es invadido por los llantos de un bebé.

La tal Mirena ahora tiene a un bebé lleno de sangre en sus manos, ella rápidamente va por una manta, lo limpia y después lo envuelve con otra completamente limpia.

—Es un varón —ella mira a mi ancestro.

—¿Un varón?

Ella asiente con la cabeza.

Vlad se levanta del suelo, se acerca a la mujer y toma al bebé entre sus brazos.

—Es...—lo veo sonreír —. Perfecto.

Me acerco y puedo ver al bebé con más claridad.

Es rubio, tiene piel blanca y ojos azules.

—Bienvenido al mundo pequeño —le dice Vlad.

Un momento, si ese es hijo de Vlad eso quiere decir que ese pequeño bebé es el primer dhampire. El responsable de que la raza única de mi hijo sea retratada cómo lo peor en el mundo de los vampiros.

Él voltea hacia la mujer rubia, regresa a ella y le acerca al bebé con cuidado.

La tal Esther comienza a llorar mientras que observa al pequeño infante.

—Es nuestro hijo, mi amor —dice mi ancestro.

—Nuestro hijo...—dice ella muy contenta.

—Se parece demasiado a ti.

—Tiene tus ojos.

—Es un varón fuerte —comenta Mirena —.¿Qué nombre le darán?

—¿Por qué no lo nombras tú? —la nueva madre observa al vampiro.

—¿Yo?

Ella asiente con la cabeza sin responder.

Vlad se queda pensando y después de unos cuántos segundos finalmente reacciona.

—Ya sé...—dice —. Su nombre será Alucard.

—¿Alucard?

—Mi familia... es vista cómo lo peor y todo por culpa de mi padre —dice él.

¿Qué quiere decir con eso?

—Es por eso que quiero que esté pequeño sea todo lo contrario a lo que mi familia representa. Por ello su nombre será Alucard.

—Alucard...—Esther muestra una sonrisa —. Me gusta.

Alucard, así es cómo se llamaba entonces.

¿Cómo es qué estoy viendo todo esto?

No lo entiendo.

Un fuerte dolor mi cabeza se presenta, es cómo un maldito pinchazo en el cerebro demasiado doloroso.

Caigo sobre mis rodillas en el suelo y llevo mis dos manos hacia la cabeza.

Cierro los ojos con fuerza, todo se ha transformado en absoluto silencio ahora.

Abro los ojos nuevamente, he regresado a mi habitación en el castillo de Bran.

¿Qué carajos fue eso?

—¡Silas! —Elizabetta entra desesperada.

—¿Qué pasa? —la miro.

—Blakgelus no está.

Rápidamente llevo la mirada hacia la parte de la cama en dónde había dejado a mi hijo.

No está.

—¿Qué carajos...? —me levanto rápidamente.

—Los guaridas que cuidaban la entrada del castillo dijeron que lo vieron salir después de haberlos atacado con fuego.

Camino hacia dónde se encuentra mi camisa, la tomo y después me la coloco.

—¿Por qué carajos no vinieron enseguida? —pregunto desesperadamente.

—Ellos dijeron que lo veían raro, cómo si estuviera en trance.

—Mierda.

Salgo de la habitación junto con mi hermana.

—Los demás ya han salido a buscarlo, la Gran Anciana y mamá están organizando equipos de búsqueda.

—Dios... si algo le pasa —digo temeroso mientras abrocho los botones de mi camisa —. Jamás me lo voy a perdonar.

Fui un maldito descuidado, debí de haberme dado cuenta cuándo se fue.

Si algo le pasa  a ese niño yo... me muero.

No tendré cara para ver a Veronica a los ojos.

Ella me odiaría si algo le pasará a nuestro hijo.

Soy un mal padre.

Imbécil, eso es lo que soy.

Un maldito idiota.

Príncipe Vampiro: El Despertar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora