Capítulo 59

87 6 0
                                    

SILAS

Me encuentro delante de la iglesia negra, las calles están completamente solas y hay un ambiente demasiado pesado.

No escucho absolutamente nada proveniente de adentro, todo está en paz.

Camino hacia la entrada del lugar, abro las puertas de la iglesia y me dentro.

No hay nadie, todo está solo.

—He venido por mi hijo —digo en voz alta interrumpiendo el silencio del lugar —. Dámelo y dejemos los juegos.

Me coloco delante del altar.

—Vaya...—una voz femenina se oye a mis espaldas —. Mírate nada más, la reencarnación te ha dado un muy buen cuerpo.

Doy la vuelta y me encuentro con la vampiro sentada tranquilamente en una de las bancas.

—Hola Vlad —ella se pone de pie, camina hacia mi dirección y se detiene muy cerca —. Jamás pensé que tendría la oportunidad de estar nuevamente en tu presencia.

—Ya no soy él —digo —. Mi tiempo cómo Vlad Tepes termino hace tiempo.

—¿Seguro? Yo creo que muy en el fondo todavía se encuentra aquel poderoso guerrero sanguinario.

—¿Dónde está mi hijo?

—Él está bien, no te preocupes.

—¿Dónde está? —pregunto serio.

Una sonrisa se forma en el rostro de la inmortal.

Justina camina hacia el confesionario, lo abre y de el saca a mi hijo. Blakgelus se encuentra atado de sus manos y con una venda tapando su boca.

—¿Lo ves? Tu nuevo pequeño está bien.

—Déjalo ir.

—Todavia no —lo arroja dentro nuevamente y después cierra el confesionario —. Hay demasiado de que hablar —regresa a mi —No nos hemos visto en cien años.

—¿Dónde está Van Helsing?

—¿El cazador? Supongo que en estos momentos debe de estar por asesinar a tu amada esposa Veronica.

—¿Qué?

—¿De verdad pensaste qué Van Helsing se quedará quieto mientras tú y yo teníamos nuestro reencuentro? El cazador está ansioso por deshacerse de esa mujer. Será un gran espectáculo.

Me muevo con mi velocidad sobrenatural, aparezco muy cerca de Justina y la tomo por el cuello.

Muestro mis colmillos y le gruño.

—Que apuesto te ves de esa forma.

—Eres una completa loca —le digo —. Debí de haberte matado hace más de mil años, fui misericordioso contigo en ese tiempo. Pero está vez ya no lo seré. Te metiste con mi familia por segunda vez y eso te lo voy a cobrar muy caro maldita perra.

—Lo bueno de la reencarnación es tu sexy cuerpo, pero lo malo... es que tus fuerzas ya no son cómo antes.

Ella se libera de mi, toma mi mano izquierda, usa su fuerza, me hace dar una voltereta en el aire y después caigo al suelo.

—Me he alimentado de demasiadas personas, mis fuerzas son superiores a las tuyas —dice la vampiro —. Así que no intentes nada tonto cariño.

Me levanto rápidamente, me lanzo contra ella y comenzamos una pelea cuerpo a cuerpo. Justina evita cada uno de mis ataques, verdaderamente ha consumido demasiada sangre.

Ella detiene mi puño izquierdo, lo rompe y me hace soltar un grito ahogado.

—Vlad... mi eterno amor, jamás debiste de haber conocido a Esther —me dice —. Yo debí de haber sido el amor de tu vida, tu verdadera reina. Pero esa maldita llegó para arruinar absolutamente todo... ahora pagará por sus pecados.

Príncipe Vampiro: El Despertar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora