Capítulo 35

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ALUCARD

—Demonios...—digo y después abro los ojos para encontrarme con un techo —.¿Dónde estoy?

—En mi hogar —dice una voz femenina.

Volteo hacia el lado izquierdo con cuidado.

Ese rostro.

—Hola Alucard —me sonríe.

—¿Tía Mirena?

—Ha pasado mucho tiempo, has crecido mucho —me dice —. Eres idéntico a tu mamá.

—Tía...—me levanto del lugar en dónde me encuentro recostado, me acerco a ella y la abrazo —. Tía Mirena...

—Ay Alucard... creí que jamás te volvería a ver —dice con voz quebrada —. Lo siento mucho, debí de haberte rescatado. Pasaste por mucho solo, te encerraron cómo si fueras un animal.

—¿Lo sabes? ¿Cómo?

—Me lo dijeron.

—¿Quiénes? —la miro.

—El niño al que ayudaste y cuidaste estos últimos días.

—Blakgelus...

—Él está bien, está demasiado hambriento —dice —. Tiene un gran apetito, en eso se parece a ti. De niño también comías mucho.

—Han pasado más de mil años...

—No me imagino cuánto sufriste solo Alucard, tanto sufrimiento que debió de haberte hecho pasar ese monstruo.

—Me quebró completamente tía, me torturó de las peores formas posibles. No le importó el hecho de que era su familia, para él yo no era más que un error en su familia que iba a solucionar.

—Pero ahora ya no está.

—Ya no está... cómo mis padres, cómo todos a los que conocí una vez —bajo la mirada —. Tú eres la única que me puede comprender realmente ¿Usaste un hechizo para mantenerte con vida todo esté tiempo? —la miro nuevamente.

—Si —la veo asentir —. Tenía cosas que hacer aún en el mundo Alucard.

—¿Cosas? ¿Qué tipo de cosas?

—Alucard...—ella toma mis manos —. No estás solo.

—Ya sé que te tengo a ti, y me da gusto...

—No... no quiero decir eso.

—¿Entonces?

—¿Conoces el árbol de la vida?

—¿El árbol de la vida? Si... mi madre me llegó a contar historias sobre ese árbol, es un árbol poderoso y mítico. El cuál le permites a las almas que perecieron de manera injusta poder vivir nuevamente.

—Bien...—ella toma aire —. Tu madre... ella le pidió al árbol una nueva oportunidad.

—¿Qué? ¿Enserio?

—Si... Esther quería volver, el árbol se lo permitió. Ella reencarno.

—Mi madre... reencarno.

—Y tu padre también, el árbol les dio una nueva oportunidad a los dos de estar en esté mundo. Ellos han despertado los recuerdos de quiénes fueron hace tiempo, están concientes de ello.

Eso quiere dice que mis padres... están en esté nuevo mundo también.

—¿Dónde están? Tía... necesito verlos.

—Si, ven conmigo.

Me pongo de pie y sigo a mi tía hacia afuera.

Abandonamos el lugar y nos adentramos en una aldea en dónde todo está sumamente tranquilo.

—Esté lugar...

—Es la nueva aldea Colmillo, yo la cree.

—¿Tú?

—Si, hay demasiado sobrenaturales que necesitan un hogar. Por eso lo hice.

—Hiciste algo muy bueno.

Caminamos entre las diferentes casas hasta llegar al centro de la nueva aldea Colmillo.

Hay dos personas de espaldas observando una pequeña fogata.

Esas dos personas dan finalmente la vuelta y me deja ver sus rostros.

—Ellos son Silas y Veronica Tepes, los padres de Blakgelus —dice la tía Mirena.

—Es un placer conocerlos —digo amable.

La señora Tepes se me acerca y lleva su mano derecha hacia mi mejilla para terminar tocándola.

Está sensación de calidez... se me hace demasiado familiar.

—Creciste demasiado... pero tu mirada sigue siendo la misma —me dice.

—¿Qué? —la miro sin entender.

—¿Recuerdas lo qué te dije hace un momento Alucard? —me pregunta la tía Mirena.

—Si... entonces...—miro fijamente a la mujer rubia que tengo delante de mi —. Usted es...

—Mi dulce dragón...

Ese apodo, así me decía mamá hace tiempo.

Un nudo se forma en mi garganta y mis ojos se llenan de lágrimas.

—Madre... ¿Eres tú?

—Te deje solo... en ese cruel mundo —dice la madre de Blakgelus —. Mi dragón... lo siento demasiado Alucard, no fui una buena madre para ti.

De verdad... ellos están aquí nuevamente.

—Madre...—la abrazo y ella a mi —. Madre...

No puedo resistir más y comienzo a llorar cómo si fuera nuevamente aquel niño pequeño que había quedado huérfano por culpa de un cruel hombre.

—No estás solo Alucard —dice ella.

Nuestro abrazo se termina y la reencarnación de mi madre se hace a un lado para quedar frente a frente con Silas Tepes.

Él se me acerca.

—Te convertiste en un hombre fuerte...—sus ojos se llenan de lágrimas también y lleva sus manos hacia mis mejillas —. Fuiste fuerte al soportar ese sufrimiento solo, fuiste demasiado fuerte al soportar todos estos siglos encerrado en esa maldita caja.

—Padre...

—Debí de haber sido más fuerte esa noche, por ti Alucard —me dice —. Aún me quedabas tú, debí de haber luchado más por ti.

—Eras un gran guerrero, el mejor de todos.

Él limpia mis lágrimas con sus dedos.

—Ya no estás solo Alucard... ya no más.

Lo abrazo también y el me corresponde.

—Padre...

—Llora...—él acaricia mi cabello —. Saca todo eso que te has guardado durante estos más de mil años hijo.

El llorar realmente me está haciendo sentir diferente, me hace sentir más liviano.

Siento que verdaderamente me estoy liberando, finalmente.

Príncipe Vampiro: El Despertar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora