Capítulo 39

102 10 1
                                    

VERONICA

Hoy es mi día de descanso, es decir que no tengo que ir al restaurante hoy.

Hacia demasiado tiempo que no me tomaba el día y hoy lo único que quiero hacer es estar con Silas, Blakgelus y Alucard. Nada más que eso, creo que me merezco un día de absoluta tranquilidad.

Me he levantado temprano para preparar el desayuno, quiero que hoy todos estemos juntos y nada mejor que eso que iniciar con un desayuno familiar.

—Así que aquí has estado desdé temprano —la voz de mi esposo se escucha a mis padres.

Dejo lo que estoy cocinando a fuego lento y después me doy la vuelta.

El vampiro se encuentra parado en la entrada de la cocina, se ve muy diferente.

El verlo en pijama, con un camisa de tirantes y con su cabello despeinado da la impresión de no ser el poderoso rey de los vampiros.

Le da una impresión más humana.

—Fue grosero irte de la cama sin despedirte —él se comienza a acercar.

—Lo lamento.

Él llega a mi y con sus dos manos toma mi cintura mientras que yo entrelazó mis manos alrededor de su cuello.

—¿No tenías qué ir al restaurante?

—Hoy no —le digo —. Es mi día libre.

—Vaya... así que es tu día libre, es raro.

—Lo sé... ¿Y tú? ¿Tienes asuntos hoy?

—Si tú tienes un día libre ¿Por qué yo no? Me quedaré contigo todo el día —dice muy cerca de mis labios.

—Eso me gustaría.

—¿Sabes? Tengo una necesidad muy grande hacerte una cosa...

—¿Oh si?

Él asiente.

—Quiero morderte.

—Adoro tus mordidas.

Él finalmente pega mis labios con los suyos en un beso lento pero a la vez cargado de sentimiento.

—¿Saben? Si van a estar de románticos deberían de hacerlo en la habitación —la voz de Alucard se oye en la cocina.

Rápidamente me separo del vampiro y ambos llevamos nuestras miradas hacia la entrada.

Él aparece en mi campo de visión junto con Blakgelus, ambos están enteramente igual que Silas. Despeinados y con la pijama puesta.

Definitivamente se parecen a él, apesar de que uno haya sido su hijo en una vida pasada.

Algunas cosas se quedan para siempre y no cambian aún que hayas reencarnado.

Silas rápidamente me suelta y se aleja un poco.

Él se encuentra demasiado apenado al igual que yo.

—Voy a necesitar terapia —comenta mi niño.

—Exagerado, ahora dices eso pero... ¿Qué dirás cuándo crezcas y encuentres a alguien? —Silas mira a nuestro pequeño para luego cruzar los brazos.

—Soy demasiado pequeño aún para pensar en esas cosas del amor —le responde —. Además he decidido que nunca de los nunca me voy a enamorar.

Silas se ríe.

—Eso es imposible, al menos que no tengas sentimientos. Ya quiero que crezcas para recordarte esas palabras tuyas.

—No me molestes papá.

Ellos dos comienzan una pequeña pelea sin importancia, algunas veces Silas molesta a nuestro hijo.

En el fondo sé que a ambos les gusta hacerse enojar y molestarse entre si.

—¿Pasaste bien la noche? —le pregunto a Alucard mientras esté se me acerca.

—Si, últimamente he dormido muy bien.

—Se te nota, mira nada más —me rio.

—¿Siempre pelean así? ¿Por cualquier cosa?

—Es parte de su relación, les gusta molestarse.

—Es gracioso.

—Lo sé.

Sigo cocinando tranquilamente mientras que Alucard me ayuda a ordenar la mesa.

Los minutos pasan y ahora ya todo se encuentra totalmente listo para desayunar.

—Todo se ve delicioso —comenta el primer dhampire —. Tienes buena mano para la cocina, siempre lo has tenido.

—Gracias pequeño dragón.

El timbre de la casa se hace presente.

—Ve por tu padre y hermano, iré a ver quién es.

Él asiente y después se va a la cocina mientras que yo voy directo hacia la entrada de la propiedad.

Abro la puerta y me encuentro de frente con Mirena.

—Mirena —sonrío —. Que sorpresa.

—Lamento haber venido sin avisar.

—No necesitas avisar, por favor entra.

La bruja se adentra en la casa, cierro la puerta y vamos hacia la sala de estar.

—¿Cómo has estado? —me pregunta la morena.

—Bien, han sido días tranquilos.

—¿Y Alucard?

El dhampire entra a la sala junto con Silas y Blakgelus.

—¿Se acaban de despertar? —la bruja los ve —. Se nota que son tus hijos —ella mira sumamente a Silas —De tal palo tal astilla.

Silas cruza sus brazos.

—En mi otra vida solamente me llegue a levantar un día tarde.

—Ajá...

—Mirena...

—He encontrado algo respecto al hechizo de Greta Whitmore —dice la jefa Colmillo.

—¿De verdad? ¿Y qué has encontrado? —le pregunto a la bruja.

—Bueno estuve revisando los libros de magia de mi madre, en ellos venían algunos hechizos que ella misma había creado. Al igual que en esté caso la única que podía romper dichos hechizos era mamá misma —dice Mirena —. En una de las páginas dejo escrito algo muy particular.

—¿Y qué es? —cuestiona el rey vampiro.

—Una nota, en ella se dice que los hechizo que una bruja crea automáticamente se convierten en hechizos familiares.

—¿Hechizos familiares? —sueno confundida.

—En resumen, los hechizos que una bruja crea pueden ser rotos por su misma sangre. Por eso se les llaman hechizos familiares.

—¿Entonces si hay forma de romper el hechizo del cazador?

—Si la hay Veronica —responde la morena —. La única forma en la que eso puede pasar es que una bruja del linaje de Greta Whitmore rompa el hechizo del cazador. La misma sangre de la bruja creadora puede ser la solución.

—Pero... no hay más Van Helsing además de Sebastián, de Lizbeth, de mamá y de mi y nadie de nosotros somos brujos —comento —. No tenemos la capacidad de hacer magia, entonces no hay forma de romper el hechizo de Abram Van Helsing. Estamos nuevamente sin nada.

—Pensé que... está información era buena.

—Lo es y te lo agradezco Mirena, pero no hay brujos Van Helsing en está generación.

—¿Y ya lo han comprobado? Algunas brujas no saben que los son hasta que un evento desata su magia, hasta que la despierta.

—Creo que han pasado demasiadas cosas en nuestra vida que hubieran podido despertar algo de magia en cualquiera de nosotros —digo —. No hay brujos Van Helsing.

Nuevamente estamos sin nada en contra de mi ancestro loco, esto es tan desesperante.

Príncipe Vampiro: El Despertar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora