XXXIII. Burbuja

51 8 3
                                    

El corazón de Jin se llenó de dolor al leer la nota de despedida de sus hermanos al llegar a la mansión Kim. Se sintió abandonado y traicionado una vez más, como si el mundo entero conspirara para apartarlo de aquellos a quienes amaba. La sensación de soledad lo abrumó mientras contemplaba la casa vacía, sin la presencia de sus hermanos para brindarle consuelo o apoyo.

Se preguntó cómo habían llegado a esa situación, cómo habían dejado que sus problemas personales los separaran de él de esa manera. A pesar de las tensiones y los desacuerdos del pasado, siempre había esperado que pudieran superar cualquier obstáculo juntos como familia. Pero ahora, se sentía más solo que nunca.

Sin embargo, una chispa de determinación ardió dentro de él. A pesar de haber sido dejado a su suerte una vez más, se negaba a dejarse abatir por la tristeza y la desesperación. Sabía que tenía que mantenerse fuerte y seguir adelante, incluso si eso significaba enfrentarse a sus desafíos solo. Con un suspiro resignado, se armó de valor y se dispuso a afrontar lo que el destino le deparara.

—¿Lo ves?—, Jungkook apareció detrás de él. —No le importas a nadie más que a mí.

—¿Eso es un halago?—, preguntó con sarcasmo secando las lágrimas traicioneras que resbalaron por sus mejillas.

—Es solo para que lo veas, Jinnie—, Jungkook lo abrazo.— Mudate conmigo y no volverás a estar solo—, beso el hombre de Jin trazando un camino hasta su cuello. —Formaremos una gran familia y ya no estarás solo—, Jin giro a verlo a los ojos.

—Si me voy contigo, ¿Seremos una familia?—, tocó su vientre.

—Seremos una gran familia —, cargo a Jin de forma nupcial para subirlo a su habitación.

—¡Jungkook!—, el castaño pataleo.

—Necesitamos entrenar—, entre risas y besos entro a la habitación de Seokjin y cerro la puerta de una patada.

[…]

Cada día, al regresar al penthouse de Jungkook después del trabajo, Jin era recibido con los brazos abiertos y una sonrisa cálida. La atmósfera estaba impregnada de amor y afecto, y Jin se sentía como si estuviera flotando en una nube de felicidad. El estrés y las preocupaciones del día se desvanecían al instante en cuanto cruzaba la puerta, dejándolo con una sensación de paz y plenitud.

Jungkook siempre estaba allí para recibirlo con un abrazo reconfortante y palabras dulces que hacían que el corazón de Jin se acelerara de alegría. Cada gesto, cada mirada, irradiaba amor y complicidad, fortaleciendo el vínculo especial que compartían. Era como si estuvieran viviendo en su propio mundo, donde solo existían ellos dos y su amor inquebrantable.

A pesar de las demandas del trabajo y las responsabilidades diarias, Jin encontraba consuelo y refugio en los brazos de Jungkook. Cada momento juntos era precioso y significativo, y Jin se sentía profundamente agradecido por tener a alguien tan increíble a su lado. En el penthouse de Jungkook, encontró no solo un hogar, sino un santuario de amor y felicidad donde podía ser completamente él mismo.

La burbuja de amor y protección que Jungkook había creado alrededor de ellos se volvió cada vez más acogedora para Jin. Inmerso en ese mundo de afecto y complicidad, Jin empezó a dejar de lado las preocupaciones sobre sus hermanos y su relación con ellos. La constante presencia reconfortante de Jungkook lo hacía sentir seguro y amado, y poco a poco, los lazos que lo unían a su familia empezaron a desvanecerse en comparación con el intenso vínculo que compartía con Jungkook.

Con el paso del tiempo, Jin dejó de buscar activamente a sus hermanos. La rutina diaria, el trabajo y los momentos de felicidad compartidos con Jungkook ocupaban todo su tiempo y atención. Además, la falta de comunicación por parte de sus hermanos facilitó que Jin se sumergiera por completo en la relación con Jungkook, sin tener que lidiar con las complicaciones y preocupaciones que implicaba su familia.

Jungkook, por su parte, aprovechó esta situación para consolidar aún más su control sobre Jin. Alimentando la desconfianza de Jin hacia sus hermanos y asegurándose de que se sintiera completamente dependiente de él, Jungkook reforzaba su posición como el único apoyo y compañía de Jin. En esa burbuja de amor y seguridad, Jin encontraba consuelo y felicidad, sin darse cuenta del abismo que se estaba creando entre él y su familia.

—Eres lo mejor que me pudo pasar, Kookie—, admitió Jin mientras abrazaba a Jungkook después del clímax.

—Te amo, Jinnie.

[…]

En Italia, la situación no era menos complicada para Jackson y Namjoon. La mudanza repentina de la mansión Wang había sido un golpe inesperado para todos. Con la seguridad comprometida y la presencia amenazante de los enemigos acechando en cada esquina, Jackson y Namjoon no podían permitirse poner en peligro la seguridad de sus hijos. Con un nudo en el estómago y el peso de la incertidumbre sobre sus hombros, tomaron la difícil decisión de mudarse a otro lugar, lejos de la antigua mansión que una vez llamaron hogar. Aunque deseaban poder ofrecerles a sus hijos un lugar seguro y tranquilo para crecer, sabían que el peligro aún estaba presente y que tendrían que estar constantemente en alerta.

—¿No hay otra opción?—, pregunto Namjoon viendo su cosas en un maleta.

—Por ahora no—, dijo Jackson con el celo fruncido molesto por no poder brindarles una mejor vida a su familia.

Mientras tanto, en Rusia, la situación no era menos tensa para Jimin y Taehyung. Las sombras de la policía y la Interpol se cernían sobre ellos, acechando cada movimiento y examinando cada detalle de sus vidas. Las sospechas de actividades turbias y conexiones con el crimen organizado habían puesto a Jimin bajo un escrutinio implacable, y Taehyung no podía evitar ser arrastrado por la tormenta que se avecinaba. Con la presión aumentando y la amenaza de una investigación pendiendo sobre sus cabezas, se sentían acorralados y vulnerables, incapaces de escapar del peso abrumador de la sospecha y la desconfianza.

—¿Cómo es que tienen esos documentos?—, interrogó Taehyung al ver a su marido serio.

—Sospecho del estadunidense, pero aún no lo sé exactamente. Si seguimos así las cosas no terminaron bien.

—Jimin, no importa lo que pase. Siempre estaré contigo—, Taehyung lo abrazo sin saber que hacer.

En ambos lugares, la tensión era palpable y el miedo se apoderaba de ellos mientras luchaban por mantenerse a flote en un mar de incertidumbre y peligro. Los lazos familiares se estiraban hasta el límite, y la esperanza se desvanecía lentamente bajo la sombra de la amenaza constante.

Don't blame Donde viven las historias. Descúbrelo ahora