El pequeño departamento de Jungkook estaba impregnado de una atmósfera íntima y acogedora, iluminado por la suave luz de las velas que adornaban la mesa. Seokjin y Jungkook se movían con gracia y armonía alrededor de la pequeña cocina, compartiendo risas y susurros mientras preparaban la cena juntos.
El aroma tentador de la comida recién preparada llenaba el aire, mezclándose con el cálido aroma de las velas y creando una sensación de confort y bienestar. Seokjin y Jungkook compartían miradas cómplices y sonrisas tiernas mientras trabajaban juntos, su conexión palpable en cada gesto y cada mirada.
Una vez que la comida estuvo lista, se dirigieron hacia la mesa que Jungkook había decorado con esmero, con una delicada mantelería y pequeños arreglos florales que añadían un toque de elegancia al ambiente. Seokjin se quedó admirando la mesa con una expresión de asombro y gratitud, sintiendo la calidez del gesto de Jungkook en su corazón.
Sentados uno frente al otro, Seokjin y Jungkook compartieron una cena romántica bajo la luz parpadeante de las velas, disfrutando cada bocado con deleite y compartiendo conversaciones íntimas que profundizaban aún más su conexión. Había algo mágico en el ambiente, una sensación de paz y felicidad que envolvía a la pareja mientras compartían aquel momento especial juntos.
Cada instante era una celebración del amor que compartían, un recordatorio de lo afortunados que eran de tenerse el uno al otro en sus vidas. En ese pequeño departamento, en medio de la sencillez y la intimidad, Seokjin y Jungkook encontraron la felicidad más pura y verdadera, un amor que llenaba sus corazones y les hacía sentir que estaban exactamente donde debían estar.
—¡Felices tres meses!— festejaron abriendo una botella de champagne.
—Cada día a tu lado es lo mejor que me pueda pasar—, confesó Jin tomando de su copa.
—Aun no puedo creer que tengo al hombre más hermoso a mi lado y que sea mi novio.
—Jungkook—, se quejó Jin avergonzado. —No soy hermoso.
—¿Estás bromeando? —, Jungkook río. —Eres el hombre más hermoso que mis ojos han visto. No hay día que no deje de pensar en la primera vez que te vi.
—Sigamos comiendo —, Jin bebió su copa entera ocultando el enrojecer de sus mejillas.
[…]
En el silencio reconfortante de la noche, con el suave resplandor de la luna derramándose a través de las cortinas entreabiertas, Seokjin se encontraba perdido en sus pensamientos mientras observaba a Jungkook dormir pacíficamente a su lado. La suavidad de su respiración tranquila y el ligero ronroneo de su sueño llenaban la habitación con una sensación de serenidad y calma.
En ese momento de tranquilidad, el corazón de Seokjin se llenó de una profunda gratitud y amor por el hombre que tenía a su lado. Jungkook era más que un compañero para él; era su ancla en un mar de incertidumbre, su luz en la oscuridad, su refugio seguro en medio de la tormenta.
Cada vez que miraba a Jungkook, Seokjin sentía como si todas sus inseguridades y temores se disiparan, como si el simple hecho de estar cerca de él le brindara una sensación de paz y seguridad que nunca había conocido antes. Jungkook era su roca, su apoyo inquebrantable en tiempos difíciles, y Seokjin sabía que nunca podría estar lo suficientemente agradecido por tenerlo en su vida.
Con cada sonrisa, cada gesto de afecto, cada momento compartido juntos, Seokjin se daba cuenta de que Jungkook era todo lo que estaba bien en su mundo. Era la luz que iluminaba su camino, la fuerza que lo impulsaba hacia adelante, el amor que llenaba cada rincón de su corazón.
En los brazos de Jungkook, Seokjin encontró el hogar que siempre había anhelado, el lugar donde realmente pertenecía. Y en ese momento de quietud y contemplación, no pudo evitar sentir una profunda gratitud por el regalo más preciado que la vida le había dado: el amor incondicional de Jungkook. Para Seokjin, Jungkook lo era todo, y nunca dejaría de dar gracias por tenerlo a su lado.
[…]
En la quietud de la mañana, Jungkook se encontraba recostado junto a Seokjin, observándolo con una ternura indescriptible mientras dormía. La luz del sol se filtraba suavemente a través de las cortinas, bañando la habitación en una luz plateada que iluminaba la belleza serena de Jin.
Los rasgos delicados de Seokjin se destacaban en la suavidad de la luz solar, su rostro tranquilo y sereno irradiaba una paz que llenaba el corazón de Jungkook de un amor abrumador. Cada curva, cada línea de su rostro era perfecta a los ojos de Jungkook, y no podía evitar sentirse cautivado por su belleza sin igual.
Observó con devoción cómo los labios de Seokjin se curvaban ligeramente en un mohín adorable mientras dormía, un gesto que llenaba a Jungkook de una calidez reconfortante. Para él, cada pequeño detalle de Seokjin era una obra maestra, una prueba tangible de la perfección que era su amado.
En ese momento de silenciosa contemplación, Jungkook se sintió abrumado por un profundo sentido de gratitud y amor hacia Seokjin. Para él, Seokjin era mucho más que un simple romance más; era su todo, su razón de ser, el centro de su universo.
El simple pensamiento de perder a Seokjin era insoportable para Jungkook, y sabía que estaría dispuesto a darlo todo por él, incluso su propia vida. Porque para Jungkook, el amor que sentía por Seokjin era más grande que cualquier cosa en este mundo, más grande que la vida misma.
Y así, mientras observaba a Seokjin dormir pacíficamente a su lado, Jungkook juró en silencio protegerlo, cuidarlo y amarlo con todo su ser, por el resto de sus días. Para él, no había mayor privilegio que estar al lado de Seokjin, y haría todo lo posible para asegurarse de que su amor floreciera y perdurara por siempre.

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Don't blame
Fanfiction"En el fragor de la tormenta, tu amor se convierte en mi refugio, donde encuentro la calma que anhelo. Eres la paz que brilla en medio del caos, el faro que guía mi alma hacia la serenidad." Tercer libro de la saga Kindom