XXXIV. Vivo

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El peso de la incertidumbre se cernía sobre Jin como una sombra oscura en la madrugada. Cada retorcijón de su estómago lo llenaba de un temor profundo y palpable, un temor que se aferraba a él con garras frías y persistentes. ¿Qué significaban esos vómitos nocturnos? ¿Eran simplemente una coincidencia, un síntoma pasajero de algún malestar estomacal, o había algo más, algo que Jin no se atrevía a considerar?

Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, Jin se deslizó fuera de la cama con cuidado, tratando de no despertar a Jungkook. El suelo frío bajo sus pies desnudos parecía una caricia gélida en la oscuridad silenciosa de la habitación. Con pasos vacilantes, se dirigió al baño, dejando que la luz tenue iluminara su camino incierto.

El reflejo pálido de su rostro en el espejo del baño parecía extraño y distante, como si estuviera viendo a alguien más en lugar de a sí mismo. Sus manos temblaban ligeramente cuando alcanzó el grifo y dejó correr el agua fresca sobre su rostro, buscando algo de claridad en el remolino de sus pensamientos confusos.

Pero incluso mientras el agua fría calmaba su piel febril, la pregunta persistente seguía martillando en su mente: ¿Podría ser que estuviera embarazado? La idea parecía tan absurda, tan imposible, que Jin apenas podía asimilarla. Él y Jungkook no habían planeado tener hijos, no aún, y la sola idea de ser padre lo llenaba de un temor abrumador.

Con un suspiro pesado, Jin se recostó en el suelo del baño, sintiendo cómo la realidad se cerraba sobre él como un puño implacable. ¿Cómo iba a manejar esto? ¿Cómo iba a enfrentarse a la posibilidad de un futuro tan incierto, tan desconocido?

De vuelta en la cama, acurrucado junto a Jungkook, Jin sintió el peso de su secreto como una losa en su pecho. Sabía que tendría que enfrentarse a la verdad eventualmente, pero por ahora, prefería mantenerlo oculto en la oscuridad de la noche, donde podía ignorar sus miedos y dudas por un poco más de tiempo.

—¿Qué tienes, bonito?—, dijo aún en un susurro Jungkook sintiendo las lágrimas de Jin en su pecho.

—Tengo miedo—, murmuró aferrándose a Jungkook temeroso de lo que le fuera a decir o como fuera actuar.

—Dime—, ordenó enderezándose en la cama para ver mejor a Jin.

—Creo que estoy embarazado. Aún no lo confirmo, pero últimamente he vomitado mucho, he tenido antojos de cosas que nunca imaginé y no lo sé, algo de mi lo dice.

—Bueno, si ese es el caso seré feliz de ser papá junto a ti y si no lo es no hay problema, bonito—, beso la frente de Jin.

—¿Y si no lo quiero tener?—, cuestionó con curiosidad y temor a la vez.

—Esta bien, es tu cuerpo—, el azabache lo jalo hacia él para abrazarlo. —Con cualquier desición que tomes seré feliz. Apenas tienes veintiún años Jin, tenemos una vida por delante.

Jungkook, buscaba desesperadamente la forma de reconfortarlo, de alejar esos temores que lo consumían. Con cada palabra suave y cada gesto tierno, trataba de crear un oasis de calma en medio de la tormenta que rugía dentro de Jin.

Hablaron de cosas triviales, de recuerdos compartidos y sueños por cumplir. Jungkook contó anécdotas divertidas de su infancia, tratando de arrancar una sonrisa de los labios tensos de Jin. Hablaron de sus planes para el futuro, de los lugares que querían visitar juntos y las aventuras que esperaban encontrar en el camino.

Con cada palabra reconfortante, Jungkook intentaba envolver a Jin en un abrazo invisible de amor y apoyo. Sabía que no podía borrar las preocupaciones de Jin con simples palabras, pero esperaba que su presencia y su afecto pudieran ofrecerle un respiro momentáneo del torrente de emociones que lo embargaba.

A medida que la noche avanzaba, Jin comenzó a relajarse gradualmente, dejando de lado por un momento sus temores y dudas. Se dejó llevar por la calidez reconfortante de la voz de Jungkook, por el amor incondicional que irradiaba de cada uno de sus gestos. En esos momentos, en los brazos de Jungkook, se sentía seguro, protegido, amado.

Y aunque las preocupaciones aún acechaban en las sombras de su mente, por un instante, Jin pudo dejar de lado sus miedos y permitirse simplemente estar presente, en el aquí y el ahora, junto a la persona que más amaba en el mundo. Porque en ese momento, en los brazos de Jungkook, sabía que no estaba solo, que juntos podrían enfrentar cualquier desafío que la vida les presentara.

[…]

El suave zumbido de las máquinas llenaba la habitación del hospital, creando una atmósfera tensa y cargada de expectación. Soo Hyun yacía inmóvil en la cama, su rostro pálido y tranquilo apenas mostraba signos de vida. Las luces tenues del hospital se reflejaban en las superficies pulidas de las máquinas que monitoreaban sus signos vitales, creando destellos intermitentes que iluminaban la habitación en la penumbra de la noche.

De repente, como si el simple acto de la enfermera entrando en la habitación hubiera sido suficiente para despertarlo de su letargo, Soo Hyun abrió los ojos de golpe. Su mirada estaba turbia y desorientada, como si estuviera luchando por volver a conectar con la realidad después de haber estado sumido en un profundo letargo.

La enfermera se detuvo en seco al verlo, sorprendida por la repentina reacción. Con manos hábiles, comenzó a revisar las lecturas de las máquinas, asegurándose de que todo estuviera en orden. Soo Hyun parpadeó varias veces, tratando de enfocar la mirada en la figura borrosa de la enfermera que se movía frenéticamente a su alrededor.

Por un momento, el silencio pesado se apoderó de la habitación, solo interrumpido por el suave zumbido de las máquinas y el murmullo distante de los pasillos del hospital. Soo Hyun parecía estar recuperando lentamente la conciencia, aunque su expresión seguía siendo confusa y desorientada.

Jungkook es Jeon Ian, hijo del amante de Bo hyuk" gritaba Soo Hyun mientras veía a la enfermera. Necesitaba advertirle a sus hijos, aunque también a Jungkook de que su padre no era Jeon Damián sino Bo hyuk y que esté estaba vivo.

Finalmente, con un suspiro profundo, Soo Hyun cerró los ojos y se dejó llevar de nuevo por el abrazo reconfortante del sueño, sumergiéndose una vez más en las profundidades de su inconsciencia. La enfermera observó por un momento antes de volver a sus tareas, preguntándose qué podría haber causado esa repentina reacción en el hombre que yacía en la cama frente a ella.

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