XII. Reflexión

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Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho y las manos temblando ligeramente, SeokJin entró en la oficina y encontró a Jungkook esperándolo pacientemente, sentado en su escritorio con una expresión cálida y acogedora en su rostro. La mirada de Jungkook se iluminó al ver a SeokJin, como si fuera el único rayo de sol en un día nublado.

Con cada paso que daba hacia Jungkook, SeokJin sentía la tensión acumulándose en sus músculos y la ansiedad palpable en el aire a su alrededor. Sabía que este era el momento decisivo, el momento en que tendría que enfrentar sus miedos y tomar un paso adelante hacia la verdad de sus sentimientos.

Con pasos temblorosos y llenos de miedo, SeokJin se acercó a Jungkook, su corazón martilleando en su pecho con fuerza. Cada paso parecía más pesado que el anterior, como si estuviera caminando hacia el borde de un abismo, sin saber si caería o volaría.

Y entonces, cuando estuvo lo suficientemente cerca, SeokJin detuvo su avance y levantó la mano temblorosa para acariciar suavemente el rostro de Jungkook. Los ojos de Jungkook se encontraron con los suyos, brillando con una mezcla de sorpresa y anticipación mientras esperaba ver qué haría SeokJin a continuación.

Con un suspiro tembloroso, SeokJin se inclinó hacia adelante y cerró los ojos, dejando que sus labios se encontraran con los de Jungkook en un suave y dulce beso. Fue un momento fugaz pero lleno de significado, un momento en el que SeokJin se permitió abrir su corazón y expresar los sentimientos que había estado reprimiendo durante tanto tiempo.

El beso fue tierno y delicado, un suave roce de labios que parecía contener todo el amor y la ternura que SeokJin había guardado dentro de sí mismo. Por un instante, el mundo entero parecía desvanecerse a su alrededor, dejando solo a SeokJin y Jungkook en su propio pequeño universo de amor y complicidad.

Y cuando finalmente se separaron, SeokJin abrió los ojos y se encontró mirando profundamente en los de Jungkook, encontrando en ellos una chispa de reconocimiento y complicidad que lo llenaba de esperanza y alegría. En ese momento, SeokJin supo que había tomado la decisión correcta, que había encontrado el coraje para enfrentar sus miedos y seguir adelante hacia un futuro más brillante y lleno de posibilidades junto a la persona que amaba.

—Quiero que te quedes.

—No iba a irme después de eso—, ambos sonriendo volvieron a su lugar de trabajo para continuar.

[…]

Mientras SeokJin se sumergía en su trabajo, su atención era constantemente atraída por la figura de Jungkook moviéndose torpemente alrededor de la oficina, tratando de arreglar su escritorio o completar sus tareas asignadas. Cada vez que levantaba la vista y veía a Jungkook, su corazón daba un vuelco en su pecho, y un rubor cálido se extendía por sus mejillas.

SeokJin fingía concentrarse en su trabajo, desviando la mirada hacia los documentos o la pantalla de su computadora, pero de vez en cuando no podía evitar mirar de reojo a Jungkook. Sus manos temblaban ligeramente sobre el teclado mientras luchaba por mantener la compostura frente a la presencia del joven asistente que ocupaba sus pensamientos.

Cada vez que Jungkook lo pillaba mirándolo, SeokJin se sonrojaba violentamente y apartaba la mirada con rapidez, sintiéndose atrapado en el recuerdo del dulce beso que habían compartido. Recordaba la suavidad de los labios de Jungkook contra los suyos, el calor que había inundado su cuerpo en ese momento mágico, y deseaba con desesperación volver a experimentar esa sensación una y otra vez.

Pero también se sentía abrumado por la incertidumbre y el miedo, preguntándose si realmente tenía derecho a buscar la felicidad en medio de sus responsabilidades y obligaciones. Recordaba su pasado y las sombras que lo perseguían, preguntándose si Jungkook podría perdonarlo alguna vez por sus errores y sus imperfecciones.

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