XV. Jackson

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En las próximas semanas, la relación entre SeokJin y Jungkook floreció en una hermosa historia de amor en desarrollo. Se encontraban con más frecuencia, disfrutando de citas tanto simples como íntimas, cada una marcada por momentos memorables que fortalecían su vínculo.

En algunas de estas citas, se aventuraban a explorar el territorio desconocido del romance con tímidos besos que hacían palpitar sus corazones con anticipación y emoción. Cada roce de labios era un recordatorio dulce y conmovedor del amor que compartían, uniendo sus almas en un lazo de intimidad y conexión.

En otras ocasiones, optaban por simplemente pasar tiempo juntos, compartiendo conversaciones profundas y sinceras que revelaban sus pensamientos, sueños y temores más profundos. SeokJin se maravillaba de la manera en que Jungkook lo entendía tan completamente, encontrando en él un confidente y un amigo en quien podía confiar plenamente.

Mientras tanto, en las sombras de la mansión Kim, una trama oscura y siniestra se estaba gestando. Soo Hyun, decidido a vengarse de Jackson por los males pasados, había lanzado una cacería implacable por su cabeza. Con influencias poderosas y contactos en el mercado negro, había puesto un precio a la cabeza de Jackson, sin importar las consecuencias devastadoras que esto podría tener para su propia familia.

Para Soo Hyun, la venganza era más importante que cualquier lazo familiar. No le importaba que Jackson fuera su yerno, el padre de sus nietas y el esposo de Namjoon. Todo lo que veía era una oportunidad para saldar cuentas por las transgresiones pasadas, sin importar el costo humano involucrado.

Mientras tanto, SeokJin y Jungkook continuaban su romance en medio de la oscuridad que se cernía sobre ellos. Sin saber los peligros que se avecinaban, se aferraban el uno al otro con la esperanza de encontrar la luz en medio de la tormenta, sin darse cuenta de que pronto se verían envueltos en una batalla que amenazaría con destruir todo lo que habían construido juntos.

—¡Jungkook!—, se quejo cuando esté lo tomo de sorpresa por detrás.

—Estoy tan feliz, Jinnie —, dijo apretándolo hacia él.

Al principio, después del terrible incidente que SeokJin había experimentado en el salón de música, el simple acto de ser tocado, abrazado o incluso estar en proximidad física con alguien, era una experiencia abrumadora y dolorosa para él. Cada contacto parecía avivar las llamas del recuerdo doloroso que lo atormentaba, haciéndolo retroceder instintivamente y rechazar cualquier gesto de afecto.

A medida que el tiempo pasaba, SeokJin comenzó a adaptarse lentamente a la presencia de otros a su alrededor. Si bien ya no le resultaba tan incómodo como antes, todavía había una reserva palpable en su forma de interactuar con los demás. El contacto físico seguía siendo algo que prefería evitar en la medida de lo posible, una barrera que había erigido para protegerse a sí mismo del dolor y la vulnerabilidad.

Sin embargo, cuando se trataba de Jungkook, todo era diferente. A medida que su relación se profundizaba y su vínculo se fortalecía, SeokJin comenzó a experimentar una sensación de seguridad y comodidad en los brazos de Jungkook que nunca antes había experimentado. Cuando Jungkook lo abrazaba, era como si todo el mundo desapareciera a su alrededor, dejándolo envuelto en una burbuja de calidez y amor.

No era solo el hecho de ser abrazado lo que hacía la diferencia, sino la conexión especial que compartían. SeokJin podía sentir el amor y la preocupación genuina de Jungkook en cada gesto, en cada abrazo, y eso lo reconfortaba de una manera que ninguna otra cosa podía. Con Jungkook, no solo se sentía protegido físicamente, sino emocionalmente también. Jungkook se había convertido en su lugar seguro, en el refugio al que podía acudir en tiempos de necesidad y vulnerabilidad.

—Jinnie—, susurro en el oído de Seokjin.—¿Quieres comer ir a comer después del trabajo? Hay un nuevo restaurante cerca de aquí que venden los trozos de langostas que tanto te gustaban de niño.

—¿En serio? —, cuestionó sorprendió, hace mucho que no comía unos buenos trozos de langosta.— Espera.... ¿Cómo sabes que me gusta ese restaurante?

—¿Eh?

—No te había dicho eso —, Jungkook sonrió y acaricio la mejilla de Seokjin dulcemente.

—Claro que lo hiciste, Jinnie—, el azabache se acercó a él. —Siempre te pongo atención, Jinnie.

— Perdón, es que aún ando muy sensible con lo del "psicópata de los negocios "—, ambos rieron.

—Ese tipo no te debe de preocupar, Jinnie. Nadie te hará nada mientras yo esté aquí—, el castaño abrazo a Jungkook feliz. Era la primera vez que alguien se preocupaba por el sinceramente y le ofrecía seguridad.

—Eres lo mejor que me pudo haber pasado—, justo antes de continuar una llamada entrante detuvo el momento. —¿Si?—, la sonrisa se borró de la cara de Seokjin.

—¿Qué sucedió?—, interrogó Jungkook al verlo tan serio después de colgar.

—Jackson acaba de morir—, apenas Jungkook pudo reaccionar para atrapar a SeokJin cuando se desmayo.

[…]

El señor Kim se movía con una determinación fría y calculada mientras llevaba a cabo su plan meticulosamente elaborado. Sabía que la venganza por la  su hijo debía ser ejecutada con precisión y sin piedad. Con un millón de wones meticulosamente contados, los depositó en un tambor de basura oscuro y desgastado, oculto en un rincón apartado y sombrío de la ciudad.

Cada billete era una promesa de justicia, un tributo a la infancia perdida de su hijo y un paso más hacia la resolución final que había estado buscando durante tanto tiempo. El señor Kim no titubeó mientras dejaba caer los fajos de dinero en el interior del tambor, sintiendo el peso de su determinación en cada movimiento que realizaba.

Sabía que no podía llevar a cabo esta venganza por sí mismo. Necesitaba la ayuda de alguien que compartiera su sed de justicia y estuviera dispuesto a hacer lo que fuera necesario para alcanzar sus objetivos. Y sabía exactamente a quién acudir.

Marco, un viejo amigo de confianza, había demostrado su lealtad en el pasado y había jurado su lealtad al señor Kim en más de una ocasión. Conocía su habilidad para manejar situaciones difíciles y su disposición para ir hasta el final para cumplir con su deber.

El señor Kim confiaba en que Marco haría lo que fuera necesario para llevar a cabo la misión encomendada. Sabía que el dinero sería suficiente para convencerlo de tomar medidas drásticas contra el sobrino de Bo Hyuk, Jackson, y que Marco no dudaría en hacer lo que fuera necesario para asegurar que la justicia se llevara a cabo.

Con su plan en marcha y su confianza puesta en Marco, el señor Kim dejó atrás el tambor de basura, sabiendo que el destino de Jackson estaba sellado.


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