IX. Inversión

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El regreso a Corea no trajo consigo el alivio y la tranquilidad que SeokJin había esperado. En lugar de eso, fue recibido por el amargo espectáculo de sus padres envueltos en una acalorada discusión sobre una nueva amante de su hermana. La tensión en el aire era palpable mientras los gritos y reproches llenaban la casa, haciendo eco en las paredes como un recordatorio constante de la disfunción que siempre había plagado a su familia.

SeokJin se retiró en silencio, buscando refugio en la familiaridad de su oficina. Pero incluso allí, no encontró la paz que tanto anhelaba. En lugar de eso, se encontró frente a una montaña de documentos y responsabilidades que parecían estar esperando por él, como un recordatorio implacable de la carga que llevaba sobre sus hombros.

La presión se hizo sentir con fuerza, aplastando su espíritu y amenazando con abrumarlo por completo. Se sentó en su escritorio, sintiendo el peso de la responsabilidad pesando sobre él como una losa. Las lágrimas comenzaron a emerger, silenciosas y persistentes, mientras luchaba por contener la marea de emociones que amenazaba con desbordarse.

No podía más. La responsabilidad era demasiado abrumadora, y la sensación de impotencia lo envolvía como una niebla densa. Se preguntaba cuánto más podría soportar, cuánto más podría seguir adelante bajo el peso de las expectativas y las demandas que constantemente lo perseguían.

En medio de su angustia, SeokJin se permitió rendirse por un momento. Dejó que las lágrimas fluyeran libremente, una liberación catártica de la tensión acumulada dentro de él. Se sentía como si estuviera al borde de un precipicio, a punto de caer en la oscuridad del agotamiento y la desesperación.

Pero incluso en medio de su dolor, una chispa de determinación ardió dentro de él. Sabía que no podía permitirse rendirse, que tenía que encontrar una manera de seguir adelante a pesar de las adversidades que enfrentaba. Se levantó con renovada determinación, secando sus lágrimas y enfrentando los desafíos que lo esperaban con valentía y determinación.

Porque aunque la carga fuera pesada y los obstáculos parecieran insuperables, SeokJin se negaba a dejarse vencer. Estaba decidido a enfrentar el futuro con coraje y determinación, confiando en su propia fuerza y en el apoyo de aquellos que lo amaban para superar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.

—¿Señor Kim?—, Jungkook entro a la oficina con papeles en la mano.

—¿Kook? ¿Qué haces aquí?—, interrogó Jin limpiándose las lágrimas.

—Hoy en la oficina arruine unos papeles y descompuse la impresora—, levanto sus manos manchadas. —¿Qué hace usted aquí? Digo es su oficina, pero acaba de regresar de un viaje muy largo.

—No me siento bien—, dijo entre lágrimas. —A veces siento que es demasiado.

—Esta bien—, Jungkook se acercó a SeokJin quien lloraba sin poder controlarse. —Llora Jinnie—, el azabache lo abrazo.

—Gracias, Kook—, a pesar del lenguaje informar SeokJin decidió ser vulnerable esa vez y llorar en los brazos de Jungkook.

El peso abrumador de la responsabilidad y las tensiones acumuladas finalmente se hicieron demasiado para SeokJin, y se encontró sucumbiendo a la marea de emociones que lo inundaban. Se derrumbó en los brazos reconfortantes de Jungkook, su cuerpo temblando con sollozos incontrolables mientras las lágrimas fluían libremente por sus mejillas.

En ese momento de vulnerabilidad y desesperación, SeokJin se sintió transportado de regreso al salón de música, donde había comenzado su doloroso viaje. La sensación de impotencia y desesperanza que lo había consumido entonces volvió con una fuerza renovada, envolviéndolo en una nube oscura de angustia y desesperación.

—Tranquilo, todo estará bien—, aunque sabía que tal vez podría ser cierto, SeokJin no paro de llorar.

Recordaba claramente el sonido del piano resonando en la habitación, el aroma a madera antigua y polvo flotando en el aire. Recordaba el rostro del hombre que había marcado el comienzo de su desgracia, la promesa traicionera de enseñarle a tocar el piano que había resultado ser su perdición.

Y ahora, en los brazos de Jungkook, SeokJin se sentía tan vulnerable y desamparado como lo había hecho entonces. El peso de sus propias emociones lo arrastraba hacia abajo, amenazando con consumirlo por completo. Se aferró a Jungkook con desesperación, buscando consuelo y apoyo en medio de la tormenta que lo rodeaba.

Cada sollozo era un recordatorio doloroso de las heridas que nunca sanarían por completo, de las cicatrices emocionales que llevaba consigo como un peso constante en su corazón. Pero incluso en medio de su dolor, encontró consuelo en la presencia tranquilizadora de Jungkook, en el amor y el apoyo que le ofrecía sin reservas.

—Mire el lado bueno, el empresario de Estados Unidos acepto su propuesta. Mando un correo para hablar.

—¿En serio?—, SeokJin se limpiaba las lágrimas. — En verdad me esforcé y ese idiota me hizo espera demasiado tiempo.

La noticia de la nueva inversión del empresario estadounidense trajo consigo un rayo de esperanza y optimismo, y por primera vez en mucho tiempo, SeokJin se permitió relajarse y disfrutar del momento.

Junto a Jungkook, SeokJin se retiró a un rincón tranquilo donde pudieran conversar sin las distracciones del trabajo y las preocupaciones del mundo exterior. Se sentaron juntos, rodeados por la calidez reconfortante de la noche, y se sumergieron en una conversación ligera y trivial que no tenía nada que ver con los negocios ni las responsabilidades.

Hablaron de todo y de nada, compartiendo historias y anécdotas mientras las horas pasaban sin que se dieran cuenta. Se rieron juntos, compartieron sus pensamientos y sueños más íntimos, y se permitieron simplemente ser ellos mismos, sin el peso de las expectativas o las preocupaciones que constantemente los acosaban.

Por primera vez en mucho tiempo, SeokJin se sintió libre de la carga que había estado llevando sobre sus hombros. Se permitió reír sin reservas, disfrutar del momento presente y simplemente ser joven y despreocupado, al menos por un breve momento.

La sensación de ligereza y alegría que lo envolvía era intoxicante, como una bocanada de aire fresco en medio de un día caluroso y sofocante. SeokJin se sentía rejuvenecido, revitalizado por la compañía de su amigo y la oportunidad de simplemente ser él mismo, sin las expectativas o las presiones que siempre lo habían acompañado.

Y mientras la noche se desvanecía en el horizonte y el sol comenzaba a elevarse en el cielo, SeokJin se encontró agradecido por ese breve momento de paz y felicidad. Sabía que el trabajo y las responsabilidades lo esperaban al día siguiente, pero por ahora, estaba decidido a aferrarse a esa sensación de alegría y libertad, sabiendo que siempre tendría a Jungkook a su lado para acompañarlo en el camino.


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