"Llegó la hora"

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En una camilla, rodeada de aparatos y suero, me encontraba aun con intenso dolor. Mi ginecóloga me explicó que después de romper aguas todavía faltaba para que mi cérvix se dilatara y poder iniciar con mi parto. Pero este dolor era insoportable, las contracciones eran lentas y dolorosas.

Tenía algunas horas aquí en el hospital, Anna y el profesor estaban tan pendientes de mí y se turnaban para entrar a verme, sin embargo yo necesitaba a mis padres a mi lado... Y Michael, Michael tan lejos de mí sin la más remota idea de que su hijo estaba a punto de nacer, eso me dolía más que las contracciones. Mis lágrimas se derramaron al pensar en Michael, no podía creer que estaba a punto de tener a su hijo, y él no estaba enterado. Claro que era porque yo así lo deseé, pero nada era posible entre nosotros, todo lo arruinó él y no estaba segura si merecía saber de la existencia de su hijo.

— Emily — Anna entró a mi habitación — ¿cómo te... — ella se percató de mis lágrimas — ¿qué pasa Emily? ¿Por qué lloras? ¿El dolor es muy intenso? Puedo llamar a la doctora y... — estaba por salir pero la detuve.

— ¡No! El dolor sigue siendo el mismo, pero descuida, no estoy así por eso — me apresuré a limpiar mis lágrimas.

— ¿Entonces qué pasa? — musitó y se sentó en una silla a lado de mi camilla — ¿Por qué estás así?

—... Solo... solo pensaba en el padre de mi hijo — suspiré.

— Oh amiga — acarició mi cabeza — creo que no está bien que pienses en él ahora, no te hará bien.

— Es imposible Anna, él debió estar aquí.

— Pero él lo quiso así, te engañó con otra mujer, no tiene derecho sobre tu hijo.

Quizá Anna tenía razón, Michael perdió cualquier oportunidad conmigo en el momento en que él decidió engañarme, hasta la oportunidad de saber que será padre.

— Así que mejor tranquilizate que eso no le hace nada bien a tu bebé.

— Lo sé, yo... ¡Oh! — sentí otra contracción.

— Tranquila, tranquila — me tomó la mano — ya pasará, lo estás haciendo excelente amiga.

— Oh Anna, — respiraba y exahabala — jamás imaginé lo doloroso que sería esto.

— Bueno, nunca lo he vivido, pero dicen que sí duele mucho — soltó una risilla.

— ¿S-sabes algo de mi familia?

— ¡Sí! Justo venía a hablarte de eso. Al parecer su vuelo está por llegar, así que dentro de poco los tendrás aquí contigo — me sonrió.

Eso me tranquilizaba aún más, tendría a mis padres y a mi hermana en este momento en que más los necesitaba, no me sentiría tan sola.

— ¿Y... el profesor? — me atreví a preguntar.

— Fue por algo a la cafetería, no se ha ido de aquí en ningún momento — me sonrió.

— Creo que debería irse, mis papás llegarán en cualquier momento y él no tiene ninguna necesidad.

— Emily, deja que ese hombre se preocupe por ti, está enamorado.

— No digas eso Anna — reprendí — él... él no está enamorado — titubee, y recordé lo que hablamos él y yo en el aula antes de que los dolores en mi vientre se intensificaran.

— Sabes que así es, estoy segura que...

— Hola — pero la voz del profesor irrumpió en la habitación, y Anna tuvo que dejar de hablar.

Un alma distintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora