De nuevo frente a Joseph

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Quise reconocer el sonido de esa voz femenina, tenía el auricular en mi oreja y aún no sabía que responder. Esa voz no se parecía a la voz de Janet, Karen o LaToya. Ni siquiera a la de Katherine. ¿Pero quién podría ser?

— ¿Hola? — insistía esa voz.

Pero vamos, ¿por qué no respondía? Era evidente que Michael tenía muchos más familiares y conocidas, no se por qué mi angustia al escuchar la persona del otro lado de la bocina. Estaba siendo muy grosera al no responder.

— Oh, disculpe. Discúlpeme por favor... me he distraído. Dígame, ¿en qué puedo ayudarla?

— Quisiera hablar con Michael, ¿se encuentra en casa?

— ¿Podría decirme quién lo busca por favor?

— ¡Claro! Soy Estefanía, de Mónaco — me helé al escucharla decir su nombre. ¡Era ella! Era la princesa, la princesa que había mirado a mi novio de una manera en que no me gustó. Era ella quién se encontraba al teléfono preguntando por él — Él me ha dado este número para localizarlo.

¿Michael le ha dado el número? Podía entender que eran más cercanos de lo que imaginé.

— Me imagino que usted es una de sus empleadas — le sorprendería saber que para nada soy una empleada de él — ¿Podría decirle que estoy al teléfono? Claro, si es que no se encuentra muy ocupado.

No sabía que responder, dejé de entenderle en el momento en que me dijo "Soy Estefanía".
Yo jamás había sentido lo que estaba sintiendo en este momento; los celos no son los mejores consejeros, solo era cuestión de ver los errores que Michael cometió por culpa de los mismos. Pero Dios, no podía evitar sentirlos, de solo recordar como ella lo miraba, la forma en que lo tocó, el como le sonreía. ¿Michael sería capaz de fijarse en alguien como ella? ¿Sería capaz de dejarme por ella? No, él jamás haría algo así.

Mis principios me fallaron e hice algo que jamás pensé en hacer.

— Él... él no se encuentra, esta organizando... algunas cosas para su próxima gira — era una malvada mentirosa.

— Oh, me hubiese gustado poder hablar con él. Pero si esta ocupado, podré esperar en hacerlo otro día — mejor nunca.

— Si gusta... puede dejarle un recado o... decirme para que lo llamaba y así le diré a él para que le llame enseguida. Me imagino que se le ofrece algo y lo busca con urgencia — realmente quería saber sus intenciones, nada más.

— No, descuide. No es nada urgente. Solo... solo quería charlar con él. Desde que se fue de Mónaco lo he echado de menos — sentí los celos entrando de nuevo.

— Oh... de acuerdo, yo le daré su recado.

— Muchas gracias, hasta luego — colgó.

Dejé el teléfono en su sitio y tomé asiento en el sofá.

¿Pero que era lo que acababa de hacer? Le mentí a esa mujer, le mentí por celos. Me sentí muy mal conmigo misma por dejar que mis celos se apoderaran de mi y me hicieran mentir. Justo lo que tanto le reclamaba a Michael, por lo que le he pedido que fuera a terapia, no podía ser que no practicara con el ejemplo.
Ahora, ¿cómo se lo diría a Michael? Sentía mucha vergüenza de decirle la verdad, pero tarde o temprano debía decírselo.

— Listo pequeña — apareció Michael en la estancia, ya con las cosas para el picnic.

Yo de un respingo me levanté del sofá, siendo atormentada por mi conciencia. Michael con sus bellos ojos sobre los míos, inocente de lo que había hecho. No se como reaccionaría cuando le dijera que no quise comunicarlo con dicha princesa.

Un alma distintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora