Sin olvidar

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Los músculos de su mandíbula se tensaron y negaba con su cabeza, desaprobando totalmente lo que yo acababa de decir. Pero, ¿de qué otra manera podía actuar? Él debió quedarse callado y dejar que yo explicará a Marck la realidad de las cosas, Michael ni siquiera sabía el papel que Marck desempeñaba en mi vida ahora.

— Emily... — masculló indignado — tú no puedes prohibirme ver a mi hijo, ¿por qué no lo entiendes?

— ¡El que no entiende eres tú! Yo no quiero que mi hijo sea exhibido ante la prensa, no deseo que sea relacionado contigo — sabía que podría estar actuando demasiado dura con él, pero era tanto resentimiento en mi corazón que sentía que de alguna manera él debía pagar el daño que me causó.

— Emily, no seas egoísta. Imagina que fuera al revés, que yo te dijera que no debes ver a tu hijo, ¿qué sentirías?

—... ¡Ni siquiera lo menciones! Te juro que te mataría, Jackson. Haría lo que fuera.

— ¿Entonces quieres que te mate? — me dejó acorralada, no sabía que responder y me sentí torpe.

Odiaba que me pusiera en esta situación. Maldita sea, como quisiera de verdad odiarlo a él.

— Ponte en mi lugar, Emily. No puedo y no quiero estar lejos de mi hijo, ¿crees que él te lo perdonará algún día? — sentí algo de angustia al pensar en eso — Piénsalo, él no tiene culpa alguna... Así que volveré, lo quieras o no — tomó mi barbilla pero yo arrojé su mano de inmediato.

Quería hacerme caer en su juego. Él sabía perfectamente lo que provocaba en mí, lo que sentía cada vez que lo tenía cerca. Y por Dios, él jamás podría serme indiferente, quisiera odiarlo por eso, y en cambio me odiaba a mí por sentir todo esto por él.

— Quisiera odiarte — susurré con resentimiento.

— Pero no puedes... y no podrás. Nos vemos pronto.

Y subió a su camioneta para por fin irse.
Yo me sentía impotente, con unas ganas inmensas de tomar a mi hijo y regresar a Boston con Marck. Deseaba irme, que Michael jamás supiera de nosotros nunca más, que se olvidara de que tenía un hijo.

Comencé a llorar con desconsuelo, verlo había logrado afectarme más de lo que creí, me sentía culpable de seguirlo amando de esta manera, cuando solo debía sentir odio y rencor por él. Me hacía daño verle, por eso quería que nunca más regresara.

Tomé un poco de aire mientras calmaba el llanto. Respiré, limpié mis lágrimas y me decidí a entrar de una vez. Dejé a Marck y seguramente se encontraba desesperado en la estancia.

Entré y me recargué en la puerta, tratando de calmar el torbellino que Michael causó en mí. Inhalaba y exhalaba una y otra vez, queriendo que este sentimiento de incertidumbre y furia salieran dentro de mí.

— ¿Estás bien? — la voz de Marck me sobresaltó.

— M-Marck... y-yo, sí... lo estoy — respondí sintiendo aún mi respiración agitada.

— Luces... intranquila — él avanzó hacia mí — él logró irritarte, no sé cómo se atrevió a venir. No tiene ningún derecho a perturbarte, creo que bastante daño te ha causado ya — sentí de pronto el roce de su mano en mi mejilla.

—... No se que hacer ahora que sabe que tiene un hijo, insiste en estar presente.

— Evitalo, haz cualquier cosa que esté en tus manos, tú eres quien tiene más derechos. Y yo te apoyaré en lo que decidas — tomó mis manos y besó mis nudillos.

— Necesito pensar bien las cosas... — exhale frustrada.

— ¿Sabes lo que necesitas ahora?

—  ¿Qué?

Un alma distintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora