Tatiana en Neverland

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— ¿Te haz vuelto loco, Michael? ¿Cómo se te ocurrió querer llevarla con nosotros en el avión? — Karen se mostraba en verdad molesta, y hasta cierto punto la entendía, pero lo hecho hecho estaba.

— Sí Michael, ¿cómo es que logró convencerte? — Frank preguntó con las manos en sus bolsillos.

— Chicos, tranquilos ¿si? Ella no me convenció, simplemente sentí algo de... pena por ella — y juro por Dios que así era, solo era un poco de misericordia hacia ella, al parecer le estaba yendo mal y me buscó a mi como última opción — Solo la llevaremos a California y listo.

— ¿Ya olvidaste que esa mujer es la misma que te hizo daño? ¿Y solo así de la nada decides que es buena idea que viaje en el mismo avión qué tú? Era mejor si le comprabas un boleto de avión para que ella se fuera por su cuenta.

— No iba a gastar mi dinero en ella, además vamos al mismo lugar, Karen. Créeme, sé quien es, sé el daño que me hizo y es algo que jamás voy a olvidar, pero yo haría esto por cualquier persona, sabes que yo no soy de ese tipo de hombres que no hacen actos de caridad.

— Pues sigo creyendo que es una mala idea. ¿Y qué si Emily se entera de esto?

— ¿Y por qué debería de saberlo? Tatiana se dirige a California pero eso no quiere decir que yo tenga que estar a su lado todo el tiempo. Llegaremos al aeropuerto y ya ella se irá por su cuenta, esa es la idea Karen.

Karen se cruzó de brazos con su rostro lleno de indignación.

Yo siempre he sido un caballero, y a pesar de que Tatiana no se comportó como una dama conmigo, yo no podía negarme a un favor que me había pedido. Al parecer tenía algunos problemas económicos realmente serios —a menos eso era lo que me dijo— y al saber que yo estaba hospedado en un hotel en México, ella corrió a buscarme para pedir ayuda. Sabía que tal vez ese pretexto de hablar conmigo para pedirme "disculpas" era solo para pedirme ayuda de viajar conmigo. Pero bueno, no me negué y la llevaría a California, no me costaba nada y mi jet era bastante grande, ella podía ir en otra sola y no habría ningún problema.

— Anda ya, hay que subir al avión.

— ¿Y ella cuando llegará? — Karen echó un vistazo a su reloj de pulzo — porque el avión despegará pronto.

— Estará aquí pronto, ahora sube al avión.

— Sí, mejor. Así me evitó el disgusto de volver a verla — Karen subió al avión con su rostro aun endurecido.

— Yo también subiré de una vez — dijo Frank.

— De acuerdo... yo la esperaré aquí.

— Bien.

Yo también miré mi reloj, y efectivamente ya faltaba poco para el despegue y si no llegaba a tiempo nos iríamos sin ella.

Luego de un par de minutos ella apareció, caminaba con una sola valija hacia mí. Y Dios mío, no pude dejar de ver lo atractiva que se miraba, que por un segundo creí que había vestido así solo para que yo la notara, y desgraciadamente lo había conseguido, porque la noté a la perfección.

 Y Dios mío, no pude dejar de ver lo atractiva que se miraba, que por un segundo creí que había vestido así solo para que yo la notara, y desgraciadamente lo había conseguido, porque la noté a la perfección

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