El pasar del tiempo

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Estuve una hora al lado del profesor Medina, donde me abrí con él y le confesé el tormento que llevaba en mi vida. Y para ser sincera, me sentí muy bien con él, sentí su consuelo y su afecto, tratando de levantarme el ánimo con lindas palabras.
Desaprobó totalmente lo que Michael me hizo y con unas lindas palabras mencionó que yo era una gran chica, que el destino solo me hizo conocer el lado oscuro del amor, pero al mismo tiempo, el lado bello de este, al tener dentro de mí una prueba hermosa de que el verdadero amor existe.

Medina opinó que no era una buena idea venir a Harvard solo por una decepción amorosa, que una decisión como esa no debía ser tomada a la ligera, pues era mi futuro de lo que hablamos y creí que esto no podía ser lo que esperaba, que al ser la carrera que no me apasionaba podría resultarme difícil. Pero yo pondría todo de mi parte para que pudiera sacar adelante ésta carrera, no volvería a aferrarme a sueños como lo hice alguna vez.

Medina fue un paño de lágrimas para mí esa noche, me escuchó, me aconsejó y también me ayudó con esas lágrimas que escurrían en mis mejillas. Se sorprendió por cada cosa que le había contado, claro estaba que le oculté la verdadera identidad del padre mi hijo, eso era algo que sí debía omitir.

Después de charlar, él me llevó hacia el instituto, incluso subió conmigo hasta el edificio de mi dormitorio. Los pasillos se miraban oscuros con todos en sus dormitorios, con suerte encontraba a Anna ya dormida en su cama.

— Bien, lo prometido es deuda. Aquí estás, sana y salva frente a tu dormitorio — dijo el profesor con una sonrisa.

— Muchas gracias profesor, pero ahora siento pena de que usted tenga que regresar.

— Por favor, deja de sentir pena. Te aseguro que mi casa no queda muy lejos de aquí... Emily — me miró a los ojos, con un brillo que me agradaba ver ahora — yo... una vez más, siento mucho todo lo que te ocurrió, a veces uno mira a las personas sin imaginar lo que guardan dentro. Pero quiero que sepas... que el que perdió fue ese tipo, él perdió el verdadero amor de una buena mujer que lo amaba y la oportunidad de conocer a su hijo.

— Gracias profesor — le regalé media sonrisa — supongo que es así. Él ni siquiera tiene idea de que tendré un hijo.

— Pero tampoco piensas decírselo, ¿o sí?

— No, por supuesto que no. Mi hijo tendrá que crecer sin un padre — lamenté mirando el suelo.

— A él no le hará falta — me sonrió con sus labios cerrados — tú y tu hijo merecen algo mejor Emily — musitó acercando sus pasos más a mí y tal cercanía me puso algo inquieta — eres... muy bella y de un alma noble, cualquier hombre se sentiría halagado de tener una mujer como tú a su lado.

— Él no se sintió así — aguanté mis lágrimas, no podía aun con el dolor que me provocaba el estar tan lejos de Michael, de saber que jamás volvería a verle ni a estar juntos a él — y y-yo... aún lo amo — confesé entre susurros.

Entonces él volvió a alejarse de mí.

— Entiendo, todo aún está muy reciente, un amor no es tan fácil de olvidar. Pero sé que algún día lograrás sacarlo de tu corazón y entonces tú... — esa mirada que él me obsequiaba se sentía distinta, sus bellos ojos me contemplaban de una manera extraña — tú podrás volverte a enamorar.

— No lo sé, yo... siento que jamás volveré a amar a alguien como lo amo a él.

— Eso piensas ahora, pero después verás todo de manera distinta. Ahora, entra a dormir, ya es tarde — dijo observando el reloj en su muñeca.

— Sí, y la primera clase de mañana es con usted, así que si llego tarde será culpa suya.

— Correré el riesgo — reímos — mira, si llegas tarde a mi clase, te prometo que no lo tomare en cuenta, pero... — se acercó a mi oreja — no le digas a nadie o se darán cuenta de que eres mi alumna favorita.

Un alma distintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora