San Valentín

546 77 56
                                    

Tras un domingo tranquilo de películas malas, conversaciones tontas y bastante sexo, comencé la semana de buen humor y con energías renovadas.

Ni siquiera el entrenamiento resultó tan terrible, aunque puede que ya estuviera demasiado acostumbrado a esa rutina como para que me siguiera molestando.

Así que al terminar y volver al coche pedí los cafés y repasé la agenda del día mientras el señor Choi me miraba fijamente, algo a lo que también me había acostumbrado después de tanto tiempo.

—Este viernes es San Valentín —le advertí sin apartar la mirada del móvil, donde ya tenía un archivo de la circular de Recursos Humanos sobre la celebración—. Decorarán la oficina, pero no se interrumpirá el horario laboral.

El señor Choi no cambió su expresión seria cuando preguntó: —¿Vamos a tener que ponernos algo esta vez y sacarnos fotos?

Levanté la cabeza para mirarle, pero tardé un par de segundos mientras lo pensaba.

—No, no lo creo —respondí—. Aunque quizá Thomas tenga otra idea en mente.

Y no me equivocaba. La primera reunión del día con el departamento de Publicidad consistió en un repaso bastante intenso de las reacciones de la prensa a todo lo que había pasado con «la pareja del siglo» en la alfombra roja. Proyectaron imágenes, aunque algunas de ellas ya las habíamos visto cuando el domingo el señor Chi me había ordenado buscar algunos reportajes de la prensa online.

Yeonjun salía tan increíble como siempre, sonriente, con su elegante esmoquin y su pelo y su barba perfectamente recortados; y a su lado estaba Lia que, bueno, salía tan sonrojada, atontada y visiblemente incómoda como siempre. Tenía una forma de abrir los ojos delante de las cámaras que la hacía parecer como un cervatillo asustado y a punto de salir corriendo. Un tema que preocupaba bastante a Thomas.

—Es encantador que la señorita Lia sea un poco tímida, pero «un poco» —decía, señalando una vez más lo evidente—. Pero ya empieza a ser incómodo y raro para los espectadores.

Reprodujo un pequeño vídeo de una de las numerosas entrevistas.

El señor Choi respondía a las preguntas con su encanto de siempre, usando algunos extraños giros y expresiones que, juraría, me había copiado a mí.

A su lado estaba Lia, sonrojada y visiblemente muy nerviosa. Cuando le hacía una pregunta a ella, abría los ojos y como que saltaba un poco el sitio. Le costaba mucho hablar y tartamudeaba, daba algún tipo de respuesta y después el señor Choi salía a su rescate con una risa preparada o un comentario que redirigiera la atención hacia él.

—Nadie quiere ver a una mujer sufriendo y pasándolo mal a su lado, señor Choi, después de todo, usted es el Soltero de Oro de la ciudad — continuó Thomas—. Quieren ver a una mujer feliz de estar a su lado y orgullosa de haberlo conseguido. Humilde, por supuesto —añadió deprisa por si se había explicado mal—, pero no insegura y asustada como si la hubieran arrastrado a la gala contra su voluntad.

Thomas dejó el silencio que siempre dejaba por si el señor Choi quería decir algo, pero Yeonjun no dijo nada, escuchándole con su expresión seria de párpados algo caídos.

—¿Tiene algo planeado para San Valentín? —preguntó entonces. Tras otro breve silencio sin respuesta, Thomas continuó—: Sería maravilloso si pudiera usted organizar algo especial, algún tipo de cena sorpresa en un lugar inesperado. No en un restaurante como la gente normal, porque vosotros no sois una pareja normal, sois «la pareja del siglo». —fue lo suficiente inteligente para girar el rostro hacia mí y terminar diciendo—: El departamento tiene un par de ideas que quizá pueda valorar para la cena de San Valentín.
Ya le he enviado toda la información a su ayudante.

El jefe (Yeongyu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora