#TUAMO

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"Sacuden la cabeza diciendo "Dios ayúdalo
cuando les digo que es mi hombre
pero tu buen Señor no necesita levantar un dedo
Puedo arreglarlo, no, de verdad, puedo hacerlo
Y solo yo puedo".

-I can fix him, no really i can.


*****


Me quedé helado y sin habla. Aparté la mano de la entrepierna del señor Choi y la subí hasta su pecho abultado y duro. Miré a Anton y después al señor Jacobs, sonriente y eufórico por aquel momento y pensando, quizá, en las muchas guarradas que podríamos hacer los tres para divertir a sus amigos.

—Vaya... así que al final sí eras otra de sus putas —me dijo Anton, estirando su sonrisa cruel.

Le volví a mirar en silencio. Se había teñido el pelo y ahora lo tenía de color azul claro, casi del mismo color de sus ojos, y no blanco como antes.

Sin embargo, parecía algo desmejorado, un poco ojeroso y un poco más delgado que antes. Anton siguió sonriendo antes de inclinarse sobre la mesa, coger una de las pizarras negras y aspirar una raya de cocaína con sorprendente facilidad. Posiblemente porque ya lo había hecho cientos de veces antes.

—¡Es todo un puto cerdo! —se rio el señor Jacobs, como si fuera un halago y no un insulto, mientras la deba una palmada en la espalda a Anton —. ¡Les encanta a todos! ¡Les dije: este es uno de los chicos de Yeonjun! ¡Va a ser la hostia!

El señor Jacobs fue hacia su sitio en el sofá y se dejó caer, como si se preparara para ver un espectáculo emocionante y muy esperado. Anton se pasó el brazo por la nariz y aspiró un par de veces sin dejar de sonreír, se acercó a nosotros y se sentó en el borde de la mesa. Colocó las manos un poco atrás para poder recostarse un poco, seguramente para resaltar su musculatura más definida y el nuevo tatuaje con dos aspas militares invertidas que se había hecho en mitad del pecho. Una marca de sumiso.

—Buenas noches, Anton —le saludé con un tono neutro, algo educado que desentonó mucho en ese momento.

Él soltó un bufido y una carcajada. Abrió más las piernas, resaltando el bulto nada sutil que producía su polla contra el jockstrap rojo y blanco que llevaba. Anton seguía siendo un hombre muy atractivo, sórdido y llamativo; lo que, al parecer, al señor Choi tanto le gustaba.

—Qué sorpresa encontrarte aquí —añadí, rompiendo aquel breve e incómodo silencio.
Pero Anton ya no me estaba prestando atención.
Miraba directamente al señor Choi, quien le miraba de vuelta con expresión seria y completamente indiferente.

Anton ladeó el rostro con aquella fina sonrisa en los labios finos bajo el bigote. Parecía estar tratando de descubrir algo, quizá saber si todavía ponía cachondo al señor Choi, si él deslizaba su mirada para recorrer su cuerpo y su entrepierna con deseo. Algo que no sucedió.

—Me hice bastante famoso en la última orgía —respondió entonces—, ahora no paran de llamarme para estas fiestas.

—Qué bien —asentí, porque supuse que hablaba conmigo.

Sinceramente, me sentía muy expuesto y perturbado por la presencia de Anton. Hubo un tiempo en el que me había jurado a mí mismo que no terminaría como él, enamorado del señor Choi y dejándome manosear en fiestas asquerosas y depravadas; y, sin embargo, ahí estaba yo. Casi desnudo en mitad de una orgía de San Valentín y con los dedos de James metidos por el culo. Quizá Jack estuviera pensando lo mismo y riéndose de mí por ello.

—Hay hombres que saben apreciar muy bien lo que yo hago —continuó él, volviendo a ignorarme por completo—. Me dan regalos, me invitan a sitios, me dicen que me quieren —se encogió de hombros antes de ladear la cabeza hacia el otro lado sin dejar de mirar fijamente al señor Choi—. Saben que soy demasiado bueno para dejarme escapar...

El jefe (Yeongyu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora