Promételo

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Seguir disfrutando de la noche fue imposible desde entonces.

Yeonjun alargó la mano hacia la mía y la rodeó mientras no paraba de mirar intermitentemente hacia el lado donde estaba mi ex. Respondía con frases cortas a todos mis intentos de distraerle y aprovechaba los momentos en los que bebía su pinta con expresión muy seria para ojear a Kai y al grupo.

—Yeonjun , Kai vive en Dublín, no es extraño que nos lo hayamos encontrado —le dije, pero eso no funcionó, así que le terminé preguntando
—: ¿Prefieres que nos vayamos a otro sitio?

—No —sentenció, mirándome como si hubiera dicho una locura—. Nosotros no tenemos que irnos a ningún puto lugar. Si quieren irse, que se vaya él y los gilipollas de sus amigos.

—Vale —murmuré, no demasiado contento con todo aquello.

Era incómodo, muy incómodo, porque él quería hacerlo así. Había roto totalmente el ambiente juguetón y feliz que habíamos compartido hasta entonces y yo sabía que no lo recuperaríamos en toda la cena, así que dejé de si quiera intentarlo.

Me comí mi hamburguesa y las patatas, nos tomamos otra pinta y después le dije que estaba algo cansado y que quizá sería mejor volver a casa. El señor Choi asintió, echando una última mirada a Kai antes de levantarse, ir directo hacia mí y abrazarme para darme un buen beso con lengua. Me quedé con los labios entreabiertos y una mirada interrogativa, pero el solo me rodeó mucho los hombros para atraerme en una muestra de intensa y profunda territorialidad antes ir hacia la puerta.

Yo miré al suelo y seguí adelante, porque no quería ni pensar en lo que el grupo estaría diciendo de ese hombre con cara de loco homicida que no paraba de mirarles de camino a la salida. Una vez fuera del pub, se relajó un poco, giró el rostro hacia mí y me preguntó:

—¿Tu ex siempre ha estado tan feo?

Puse los ojos en blanco y negué con la cabeza.

—No hagas eso Yeonjun , sabes que eres más guapo, más rico, más fuerte y tienes la polla más grande. Déjalo pasar ya.

El señor Choi asintió un par de veces, dándome la razón a todo.

—Bebió seis pintas casi seguidas, ¿crees que le puse nervioso?

—Lo que sé es que hemos perdido una divertida celebración en el pub porque no dejabas de fijarte en lo que ellos hacían, Yeonjun —respondí.

—Él también miraba todo el rato —me dijo, como si se tratara de una competición—. Trataba de fingir que no, pero le veía mirar...

—Vale —concluí, dejando el tema.

Estaba molesto y enfadado por todo aquello. Podíamos haberlo llevado de una forma madura y simplemente aceptar que Kai estaba allí tomando algo con sus amigos, o podíamos comportarnos como un par de adolescentes y haber hecho un mundo de ello como Yeonjun había hecho. Caminamos en silencio a casa y abrí la puerta para dejar pasar primero al señor Choi, que seguía con su expresión seria. Casi podía ver los engranajes de su cabeza girando y rotando a toda velocidad.

Fuimos hacia la cocina para subir a la habitación, nos empezamos a desnudar en el vestidor y cogí una bocanada de aire antes de seguir a Yeonjun en ropa interior hacia el baño. Le rodeé por la espalda, sintiendo el tacto suave de su camiseta de #TuAmo. Le di un beso en el cuello y apoyé el mentón en su hombro para mirarle a través del reflejo.

—Yeonjun , por favor —murmuré—. Deja de darle vueltas. Kai forma parte de mi pasado, tú eres mi futuro. ¿Vale?

El señor Choi se quedó el silencio, alargó la mano para coger su cepillo de dientes y la pasta mentolada.

El jefe (Yeongyu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora