Salí del edificio y me sumergí en la suave lluvia, no demasiado preocupado por mojarme, ya que la lavandería de autoservicio quedaba cerca y el camino no sería muy largo. Aún así, llegué con los hombros algo empapados, el pelo mojado y las gafas empañadas.
Dejé las bolsas en el suelo y me limpié los cristales para, al menos, ver algo. Estaba solo en el local y pude usar la lavadora que yo quisiera, la más grande con tamaño industrial para poder volcar las dos bolsas repletas de ropa usada y lavarla de una sentada; a excepción de la colada blanca, que la eché en una lavadora aparte más pequeña. Cuando metí el dinero y elegí el programa y la duración, me froté las manos y fui de vuelta a la salida sintiéndome más ligero ahora que no tenía que cargar con las bolsas.
Apuré el paso y giré la esquina en dirección al pequeño café que había allí, donde me senté en la barra mientras le dedicaba una sonrisa a la camarera y le pedía un café con leche grande.
—¿Uno bien caliente con este tiempo? —me preguntó ella de buen humor y un agradable acento del interior.
—Sí, por favor —respondí, volviendo a frotarme las manos destempladas.
—¿Y has venido con este tiempo para encontrarme aquí sola o dejo de tener esperanzas? —añadió ella, echándome una mirada por encima del hombro mientras preparaba el café.
Sonreí más y me reí un poco, era un café que había empezado a visitar porque quedaba muy cerca de casa y de camino a la clínica veterinaria donde iba a buscar a Kai.
—Soy gay —le confesé, solo porque estábamos solos y era la clase de chica de las que me caían bien.
—Joder... —murmuró, negando con la cabeza y agitando su apretada coleta pelirroja—. Estaba segurísima de que un hombre como tú tendría novia, pero saber que ni si quiera tengo la oportunidad, me rompe el corazón.
—Lo siento —respondí con un encogimiento de hombros y las palmas hacia arriba.
Ella volvió a negar con una sonrisa y me sirvió mi café con leche antes de irse a un lado a seguir limpiando y reponiendo el pequeño mostrador acristalado con dulces y bollos.
Me llevé mi taza caliente a una mesa alta cercana al ventanal con vistas a la calle lluviosa y me senté antes de sacar el móvil del bolsillo y, al notarlo con la punta de los dedos, también el anillo de compromiso.
No me lo puse, pero sí lo dejé en el dedo y le di vueltas distraídamente mientras leía el mensaje que me había mandado el señor O'Sullivan a primera hora de la tarde, preguntándome qué tal con el cliente y si tenía buenas noticias. Casi me había olvidado por completo de aquella enorme tontería de Turn&Go, pero sabía que Yeonjun solo la había usado para llegar hasta mí, así que respondí de una forma vaga pero dándole a entender a Darren que no habría grandes esperanzas al respecto.
Después de aquello dejé el móvil, bebí un trago de café caliente y me entretuve mirando por la ventana, dándole vueltas al anillo en mi dedo y pensando en varias cosas. La primera y más inmediata, fue aquel extraño encuentro en el pasillo, algo que me había incomodado mucho y que, esperaba, no me diera problemas; la segunda fue planificar la salida a mi cena de esa noche con Yeonjun , decidiendo que sería más fácil llevar el coche que depender del transporte público y volver en taxi en caso de que la velada se alargara demasiado; finalmente pensé en la ropa que llevaría y algunas tonterías del trabajo.
Los cuarenta minutos de espera hasta que las lavadoras hubiera terminado, se me pasó volando, y tuve que apurar el café con leche, pagar a toda prisa dejando una buena propina y despidiéndome con una amplia sonrisa antes de salir corriendo hacia la lavandería. Seguía sin haber nadie, pero no era lo más sensato dejar la ropa allí sin vigilancia.
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El jefe (Yeongyu)
FanfictionEl señor Choi devora todo a su paso, y tal vez su nuevo asistente sea su siguiente presa. Adaptación