Al despertarme sentí un peso sobre el cuerpo y cierta dificultad para respirar, entonces supe que todo había vuelto a su lugar. Fue un pensamiento inconsciente al principio, algo que flotaba entre el sueño y la realidad, hasta que levanté los brazos y las piernas y rodeé aquel cuerpo grande y fuerte sobre mí. Sonreí. Era Yeonjun Choi. Mi prometido.
Entreabrí los ojos y sufrí un poco debido a la claridad grisácea que entraba por los ventanales.
Tardé en recordar dónde estábamos, y tardé un poco más en separar la mano de Yeonjun y alargarla hacia la mesilla de noche, palpando la superficie fresca de la madera en busca del móvil. Tiré las gafas al suelo por error y solté un suspiro de exasperación. Cuando encontré el teléfono, activé la pantalla y miré la hora. Era tarde para un lunes de trabajo normal, pero aquel inicio de semana los horarios serían un poco diferentes debido a la Fashion Week. Todavía podíamos disfrutar de unos deliciosos diez minutos antes de que sonara la alarma.
—¿Ya es hora? —preguntó una voz ronca y grave a mi lado.
—No, todavía hay un poco de tiempo —respondí con la misma voz pastosa y adormilada.
Giré el rostro y le di el beso de buenos días a Yeonjun antes de seguir acariciándole con cariño y cerrar los ojos. Sin embargo, el señor Choi se puso a darme perezosos besos en la mejilla y en el cuello. Se me escapó una breve risa al sentir su polla cada vez más dura contra mi cuerpo. Cogí una buena bocanada de aire, tanto como pude con aquel peso sobre mí, y me giré hacia un lado, llevándome a Yeonjun conmigo.
Él sonrió, como lo hacía cuando era feliz, y se llevó las manos detrás de la cabeza, dispuesto a despertarse de su forma favorita: con sexo mañanero y suave de pareja.
Mentiría si dijera que yo no tenía bastantes ganas de aquello y que no lo disfruté como un tonto.
Terminé corriéndome bastante más de lo habitual mientras gemía y jadeaba casi al mismo tiempo cerca de los labios de Yeonjun, quien gruñía con fuerza mientras me apretaba la cadera entre las manos para que no dejara de montarle.
Me dejé caer sobre él y tardé dos largos minutos en querer levantarme y mirar la hora en el Rolex, consciente de que ya llegábamos tarde a la oficina.
Puse una mueca de circunstancias y me separé de Yeonjun, tirando de él hacia el baño.
Tras una ducha rápida, vestirnos apresuradamente frente a los enormes espejos y salir precipitados de la suite, nos encontramos con Lakov a las puertas del hotel. Yo no le había mandado ningún mensaje, pero él era el que había traído al señor Choi a la noche y sabía dónde debería recogerle a primera hora. Le saludé con una sonrisa mientras apuraba el paso bajo la fina lluvia y él me respondió con su típico cabeceo y el «señor Lee».
Cuando al fin estuvimos en el coche me pasé una mano por el pelo húmedo y centré toda mi atención en el móvil. Pedí un par de cafés junto con el desayuno, advertí al departamento de publicidad que llegaríamos un poco tarde y después abrí el comunicador del coche para pedirle a Lakov que, cuando nos dejara en el King's Place, volviera a casa y cogiera la ropa para cambiarnos antes de ir a la Fashion Week.
—Me ha gustado la suite, Beom —dijo Yeonjun entonces—. Nos quedaremos un par de días.
Eché un rápido vistazo al señor Choi, en su postura de siempre de brazos estirados y piernas abiertas, mirando la ventanilla ahumada con expresión calmada y una ligerísima sonrisa en los labios. Todavía tenía solo su camisa blanca bajo la gabardina y sus pantalones de traje color burdeos.
—Llamaré al hotel para alargar la estancia —dije, bajando de nuevo la mirada—. ¿Hasta el miércoles?
—Viernes —respondió él.
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El jefe (Yeongyu)
FanfictionEl señor Choi devora todo a su paso, y tal vez su nuevo asistente sea su siguiente presa. Adaptación